martes, 24 de abril de 2012

Todo llega

Hay una mamá a la que me gusta mucho leer por la visión tan positiva y optimista que tiene de las cosas.
Hace unos días comentaba que su hija, al ser nacida en noviembre, todos los cursos los comienza un poco "justilla". Pero que al final consigue ponerse a la altura del resto de la clase.
Me alegra (y alivia) leer esto porque Rodrigo es de finales de diciembre y también va más justo que algunos de sus compañeros. Y es que se lleva casi un año completo con algunos de los niños de su clase.
Varias personas me han comentado que, en el caso de algunos niños, este "retraso" se nota durante todo infantil y a veces parte de primaria. Incluso han habido casos en los que les han recomendado repetir curso para ir a la par de sus compañeros.
Y me pregunto: en vez de matricular a los niños el año que cumplen tres años ¿no podrían hacerlo el curso en el que cumplen los tres años?

Creo que todavía es pronto para prever el futuro escolar de Rodrigo. De momento progresa adecuadamente, está dentro de lo normal. De hecho, las observaciones que nos hace la profesora en las evaluaciones tienen que ver más con el comportamiento (le cuesta esperar su turno a la hora de hablar, no suele sentarse bien...) que con la adquisición de conocimientos.

En lo que sí he notado más esa diferencia de edad entre mi chico y sus compañeros es en el comportamiento, en la comprensión y en la forma de actuar. Cuando son tan pequeños, esos meses de más o de menos pueden situarlos en etapas diferentes y a veces poco compatibles.
A mi chico se le unen varias desventajas: le está costando más que a la mayoría hablar bien y es más grande y fuerte que muchos de los niños de su edad. Estas dos "características" nos han hecho vivir situaciones un poco... incómodas; notas como la gente se queda extrañada ante reacciones de un niño que por aspecto físico esperas que hable mejor y tenga más edad.
De todas formas he aprendido que todo es cuestión de tiempo, que no puedes hacerles madurar más rápido para que estén al nivel del resto. De hecho, ahora me río de cosas que antes me preocupaban muchísimo y que no sabía si algún día llegarían.
Pero al final, todo llega.


jueves, 12 de abril de 2012

Un millón de primeras veces





Este fin de semana pasado, gracias a tres entradas que nos regalaron para la película "El Lorax. En busca de la trúfula perdida", llevamos a Rodrigo al cine por primera vez.
Era algo que teníamos pendiente y que no nos decidíamos a hacer porque, aunque estábamos dispuestos a no terminar de ver la película, no nos decidíamos por ninguna. Ninguna nos parecía que pudiera interesar lo suficiente al niño.
En esta ocasión no teníamos nada que perder, ni siquiera que elegir, ya estaba todo hecho. Así que el domingo por la tarde fuimos al cine sin saber cómo iba a resultar la experiencia. ¡Y fue estupenda! El niño estaba impresionado por el tamaño de la pantalla, y nosotros emocionados porque era la primera vez que íbamos al cine con él.
Además, la película y el "cacahuete peludo" (como llama él al Lorax) captaron su atención desde la primera escena. No paró de reír y de dar botes en el asiento, y bailó y cantó todas las escenas con música.
¡Así que repetiremos la experiencia!


Cuando tienes hijos todo se convierte en sus primeras veces: la primera vez que te mira, que sonríe, que le sale un diente, que gatea, que anda, que te llama mamá...
Y las primeras veces con ellos: la primera vez que vais con ellos de vacaciones, que vais al cine, al parque de atracciones...
Y así nos queda por delante una vida llena de primeras veces.

miércoles, 11 de abril de 2012

¿Estamos obligadas a trabajar fuera de casa?

Cuando hace cinco años me quedé embarazada y dejé de trabajar, poco podía yo imaginar cuánto iba a cambiar mi forma de ver las cosas.
Durante el embarazo empiezo a hacer planes aplicando todo lo que he aprendido sin darme cuenta gracias a la televisión, los comentarios y consejos gratuitos... Tengo claro que disfrutaré de las 16 semanas de baja por maternidad, pero que inmediatamente después volveré a trabajar dejándole el niño a mi madre para que lo cuide. Sin olvidarme de buscar guardería y tener la plaza guardada para cuando cumpla el año.
No le echo la culpa a nadie. Yo nunca dudé de lo que iba aprendiendo, nunca me planteé que había otra opción, que otra forma de hacer las cosas era posible. Simplemente me dejaba llevar y veía como normal lo que hacía la mayoría.
Ni que decir tiene que ahora no pienso así, y que al final tampoco fueron así las cosas.
Fueron pasando los días, las semanas y los meses de embarazo. Yo me encontraba estupendamente, me encantaba mi tripa, todo lo que estar embarazada significaba y sentir que había vida dentro de mí.
Cuando vi a Rodrigo por primera vez, cuando me lo pusieron sobre  mi pecho desnudo y pude notar todo su calor y humedad, que hasta un instante antes había sido también mi calor y mi humedad... mi vida dio una vuelta completa y nada volvería a ser lo mismo. Todavía recuerdo los ruidos, los olores y las luces de aquel momento.
A partir de ahí nada iba a ser como lo había imaginado, nada transcurrió según lo planeado. Los días se llenaron de Rodrigo, de momentos de caricias, de largos ratos contemplándolo, de horas y horas de pecho y leche.
Así que cuando llegó el momento de volver a trabajar me encontré con que no estaba preparada para separarme de él, que no quería dejar de darle el pecho y de verlo durante más de ocho horas seguidas por volver al trabajo. Por eso, y por un sin fin de razones más, decidí no volver al mundo laboral; elegí quedarme en casa, ocupándome de nuestro hogar y criando a nuestro hijo.
Entiendo y respeto que hayan madres que prefieran volver a trabajar, dejar al niño al cuidado de otra persona, y probablemente contratar los servicios de alguien para que les limpie la casa. También entiendo que habrán madres que no puedan elegir, que no tengan otra opción.

Un día surge el tema y se te ocurre decir que cuando a ti te llegó el momento de volver a trabajar te lo pensaste. Sopesaste las dos opciones y la que más te compensaba era la de trabajar en casa, ocupándote de tu casa, y pasando el mayor tiempo posible con tu hijo. Y para rematarlo les dices que no te arrepientes, que es lo mejor que podrías haber hecho.
Entonces llegan las preguntas y con ellas el sentimiento de culpabilidad y la duda de si estarás haciendo lo correcto. Pero, lo correcto ¿para quién? Te preguntan si llegas a fin de mes sólo con un sueldo, si no te vuelves loca todo el día en casa con los niños, si no sabes que un niño necesita estar con más niños, que necesita socializarse...
Evidentemente, aunque llego a fin de mes, lo hago mucho más justo con un sueldo que con dos. No podemos salir a gastar sin mirar los precios ni comprar nada que no sea necesario. Y ya os podéis imaginar que cambia mucho el concepto de necesidad cuando se tienen hijos. A veces sí que me vuelvo loca en casa con los niños, pero afortunadamente tengo a mi tribu, mi red de apoyo, mis amigas, que están en una situación como poco parecida a la mía y me escuchan y entienden. Y lo de que un niño necesita socializarse os lo puede explicar mucho mejor Armando que yo.
Curiosamente, con quien más violenta me siento hablando de este tema es con algunas madres que trabajan fuera de casa.
Mas de una vez hemos hablado varias madres de las que cosas que nos gustaría hacer si tuviéramos más tiempo, y después de algunas conversaciones  he llegado a la conclusión de que entre algunas madres de las que trabajan fuera de casa corre la creencia de que a las que no trabajamos fuera nos sobra el tiempo.
Cuando alguna vez he comentado que formo parte de dos clubs de lectura  me han llegado a decir que como no trabajo, tengo tiempo y puedo leer. Precisamente leer es una de las cosas que puedes hacer mientras das el pecho o estás en el baño haciendo tus necesidades, por ejemplo. Claro que si una de tus aficiones es pintar cuadros entiendo que no sea tan fácil encontrar tiempo. O igual es que mis hijos dan mucho trabajo, o yo me organizo mal, porque no encuentro por ninguna parte el tiempo del que hablan.
De todas formas este es un tema de esos en los que hay tantas opiniones como gente para opinar, y todas diferentes.

Tampoco está bien "quejarte" de tu situación. Si tu has elegido quedarte en casa con lo que ello conlleva, no te quejes, que tú has elegido. Nada de decir que necesitas tiempo para ti, ni respirar aire fresco para ver las cosas de otra manera ¿No tienes lo que querías?

Otras veces tengo la sensación de que no produzco, de que no soy de provecho para la sociedad. Que sino me incorporo al mundo laboral y al estilo de vida que más se vende es como sino contara para lo demás.
Y me pregunto: ¿seré la única que se siente así? ¿que siente la obligación de trabajar fuera de casa?



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