miércoles, 10 de enero de 2018

Guardar la felicidad en un frasco

El año pasado me quedé con las ganas, pero este ya he empezado: hablo del Frasco de la Felicidad.
Consiste en, al final del día, escribir en un papel algo bueno que te haya pasado ese día y meterlo en un frasco. Cuando el frasco está lleno, o cuando acabe el año, o la opción que cada uno elija, leer todos los papeles en familia.
Aunque de momento soy yo la única que se acuerda todas las noches de escribir el papelito con los (mis) momentos felices del día, acogieron la idea con ilusión y si se lo recuerdo (e insisto un poco) lo escriben con ganas.
Algunos de los beneficios de esta actividad son aprender a apreciar los pequeños detalles, reflexionar sobre las cosas buenas, la comunicación en familia o ser más positivo.
Me parece necesario que aprendamos a ser más positivos y más agradecidos, que seamos capaces de ver lo bueno de cada día, que siempre lo hay.
Me doy cuenta de que sobre todo los niños pequeños tienden a valorar todo un día por algo malo que les haya pasado o no les haya gustado. Lo demás ya no les importa.

Pero una vez llevado a la práctica he descubierto que puede ser difícil, que hay días en que los malos momentos pesan tanto que hay que cavar hondo para encontrar algo que nos haga sonreír.
Me pasó hace tres días: tuvimos todos un día tan malo que podría pasar a la historia como un Día de Mierda, así, con nombre propio. Ni siquiera les recordé lo del frasco. Ya me costó bastante a mí escribir algún momento feliz que escribir como para ponerme a pelear (porque ese día era lo único que hacíamos bien) con ellos para que escribieran algo.
Y eso me dio más que pensar todavía, más incluso que la proposición de hacer lo del Frasco de la Felicidad.
Veo todas las cosas que pasamos por alto y que no valoramos. Nos centramos en lo que no tenemos, a lo que no llegamos, lo que queremos... y se quedan tantas cosas sin apreciar. 

Si pienso en como será el momento en el que abramos el frasco para leer los papeles me imagino alegría, risas y color. Recordar todos esos momentos y la sensación de felicidad.