lunes, 31 de diciembre de 2018

Es ley de vida, pero es triste

Borrador.

"Nunca me había preocupado la vejez, el paso del tiempo, la muerte... pero ahora sí.
Supongo que es por la edad, por los hijos: mi cuerpo cambia, pierde y se resiente, me hace ser más consciente de que el tiempo pasa. Mis hijos crecen, ellos "van para arriba y nosotros para abajo", pienso en su futuro más que en el mío, y eso hace que piense en el tiempo que pasa, y el que me queda.

Ayer nos visitó el abuelo de mi marido, que tiene 83 años y hace más de 20 que lo conozco. Hace tiempo que soy consciente de lo mayor que se está haciendo, pero como lo vemos muy poco cada vez que nos encontramos es como si el tiempo hubiera pasado de golpe. Con mis padres, o incluso mis suegros, como los veo más a menudo todo es más progresivo. Está claro que si me paro a pensar y a recordar cosas de hace unos años aprecio cómo pasa el tiempo también para ellos, cómo han envejecido, pero parece que lo hacen más despacio... hasta que rescato recuerdos, comparo, y me pregunto dónde han ido a parar todos esos años".

Si no recuerdo mal esto lo escribí hace una par de años, como poco, y por suerte el abuelo de mi marido sigue vivo. Por eso mismo es todavía más evidente el paso del tiempo en él, que es  el familiar más anciano que tenemos cerca.
Mis hijos tienen 11 y casi 8 años, siguen creciendo sanos mientras nosotros ya hemos pasado de los 40, con lo que ello conlleva. La frase "es la edad" parece que sirve de explicación para cualquier cosa que te pasa a partir de este número.
Y sí, es ley de vida, pero es triste ver cómo pasa el tiempo y la huella que deja en  nosotros...
Pero bueno, la vida es vida, y más triste es perder el tiempo lamentándose por lo que es inevitable y que realmente tendríamos que agradecer. No cambio ninguno de mis "es por la edad" si con ellos puedo seguir viendo crecer a mis hijos, si puedo seguir tachando días en el calendario al lado de mi marido.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Los errores de nuestros padres

Hace tiempo dije que iba a recuperar los borradores que se me habían ido acumulando, pero dejé de hacerlo. 

Este es uno de ellos.

"Mis padres son personas, y como tal, se equivocan. Yo también me equivoco, y aunque soy su hija y me parezco a ellos, también hay muchas cosas en las que somos diferentes. Y como en todas las familias, en la nuestra también hay diferencias.
Mis padres han hecho y hacen cosas que no me parecen bien. Toman decisiones que yo creo equivocadas. E igual que pienso esto de mis padres también lo pienso de mis suegros, de mis amigos, de los padres de mis amigas... En conclusión, que todos somos diferentes y, guste o no a los demás, actuamos en consecuencia con lo que pensamos, así que a todos no los podemos complacer.
Y por supuesto no todo es malo, porque como padres para mí son los mejores del mundo, y gracias a ellos soy como soy y estoy donde estoy".

¿Sigo pensando lo mismo? Pues sí. Y me doy cuenta que con la edad, la mía, acepto más cosas. Bueno, no más cosas, pero sí que soy más consciente de las circunstancias que les han llevado a hacer lo que hayan hecho, lo comparta o no.



sábado, 29 de diciembre de 2018

¿Por qué soñamos lo que soñamos?

Recuerdo vagamente el sueño de esta noche:
estaba en una librería grande y agradable, con muchas ventanas. También había mucho material de papelería y me sentía muy a gusto, como me siento siempre en sitios así.
La persona encargada era un hombre al que sé que conozco y con el que tengo confianza, pero no consigo recordar quien era. Me explicaba el funcionamiento de una especie de copiadora, para cuando necesitara utilizarla.
La interpretación del momento era que me estaba sugiriendo la posibilidad de ofrecerme trabajar ahí, aunque yo no lo sabía interpretar en el momento. Es más tarde, hablando con mi marido, cuando entiendo que me están ofreciendo trabajar en un sitio que me encanta. Y siento que la espera ha valido la pena, que tengo mi recompensa.
No creo en los sueños premonitorios, pero sí en que nuestra cabeza sigue pensando mientras dormimos, y que nuestros pensamientos se transforman en sueños.
Y no sé si la espera habrá valido la pena en mi caso, pero es cierto que hace tiempo que le doy vueltas al tema del trabajo. Y me asusta. No me asusta trabajar, sino cambiar mi mundo, mi espacio, tener que relacionarme con más gente, y  me preocupa, mucho, en cómo afectará a mi casa, a mis hijos.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Se reencarnará en perro

Mi hijo pequeño, que el mes que viene cumple 8 años, se reencarnará en perro. Es lo que me dijo ayer.
Primero me preguntó si uno cuando muere y se hace fantasma puede meterse en el cuerpo de otra persona. De ahí llegamos a que lo que a él le interesaba hacer cuando muriera era reencarnarse. Y ya tenía claro que él se reencarnaría en el perro que tuviera su hijo o su hija, así podría seguir con él/ella después de muerto.

Estas conversaciones son las que nunca quisieras olvidar. Su inocencia, sus cábalas para llegar a esas conclusiones, sus razonamientos... el que crea que tú lo sabes todo y puedes resolverle cualquier duda. Que lo que tú le digas es la verdad verdadera.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Sesión de Club

La semana tuvimos reunión del Club de Lectura.
Y siendo yo la más joven de las asistentes (sí, las, porque el 99,99 % de las veces somos solo mujeres), a veces se me va el santo al cielo imaginando cómo seré yo a la edad del resto. 
Han pasado sus cosas, y muchas no buenas, pero actualmente se las ve bien. Unas viudas, otras solteras, alguna todavía junto a su pareja, están sanas y con los achaques propios de la edad de cada una, y como les sobra tiempo, lo dedican a lo que más les gusta, que es la lectura y a otras actividades organizadas y pensadas para la gente de la tercera edad.
No sé qué será de mí, de mi vida, cuando tenga la edad que tienen ellas... ya llegará.
La diferencia de edad, la generaciones que nos separan, hacen que muchas veces ellas estén de acuerdo en algo y yo sea la única que difiera. Nunca hay discusiones, solo intercambio de opiniones. Exponemos nuestros puntos de vista sin intentar imponer nuestras razones.
Pero hay una compañera de club, casualmente la que "está a otro nivel", por eso de que cree que el cosmos y el universo tienen un plan para cada uno de nosotros, que siempre insiste un poquito más de lo necesario en que hay que ver las cosas de otra manera, de la suya, por supuesto.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Cualquiera puede escribir un libro

No es cierto. 
Y me queda muy claro cuando acabo de leer libros como "Todo lo mejor", de César Pérez Gellida, o "Los señores del tiempo", de Eva García Sáenz de Urturi.
Aunque en realidad sí que es cierto que cualquiera puede escribir un libro, y que se lo publiquen. El ejemplo está en los libros escritos por youtubers que leen mis hijos, o en esas biografías de "famosos" que creen que tienen algo que contar, y que además nos interesa.
Pero bueno, para gustos colores, y está claro que lo que a mí me puede parecer una gran novela a otro no le tiene por qué gustar.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Media hora

"Hay que escribir media hora cada día...".
Vamos, practicar, como para todo. Lo leí hace poco, pero siempre lo he sabido, siempre lo he comprobado. Cuando escribes a diario cuesta menos arrancar, romper la pereza o la inseguridad. Lo de la media hora, una cifra, sin más. Lo ideal es escribir todos los días, cuanto más mejor, y siempre es mejor poco que nada.
Querría decir que escribo, mentalmente, todos los días, a todas horas, pero no es lo mismo.

Estas líneas no son las primeras que escribo hoy, así que podría decir que ya he cumplido, pero prefiero no hacerlo. Eso sería como conformarse, excusarse para no seguir haciéndolo.
Así que aunque lo dejo aquí, en este medio, quiero decir que sigo escribiendo.

jueves, 20 de diciembre de 2018

11 años

Hoy cumples 11 años, y sigues siendo un niño.
Eres casi tan alto como yo, pero todavía eres un niño.
Cariñoso siempre, e intenso en tus estados de ánimo.
No dejan de sorprenderme tus razonamientos de adulto, y aún así mantienes toda la inocencia propia de un niño.
Todavía recuerdo el instante, la sensación que recorrió mi cuerpo cuando toda yo decidí ser madre por primera vez. Y es que tú eres y serás "el de las primeras veces".
11 años son una vida, y sin embargo no son nada con lo que todavía te queda por vivir.
Quiero que nuestra relación te aporte todo lo necesario para crecer seguro y libre. Quiero que vivas con libertad, sin ataduras ni cargas que no te corresponden. Que tu mochila pese poco para poder llegar lejos, pero que tu corazón y tus recuerdos rebosen de lo que hemos vivido en familia.
Un día como hoy, hace 11 años, cambió todo en mi vida. Cualquier frase hecha, por muy acertada que sea, se queda corta.
Me seguiré esforzando para que puedas seguir siendo un niño el tiempo que quieras, el que necesites. El "tiene que madurar" ya no me da miedo, porque siempre lo has hecho, a tu ritmo. Y todo ha sido más fácil cuando lo hemos respetado.


viernes, 14 de diciembre de 2018

Me resisto

Me resisto a dejarme llevar por mi tendencia al pesimismo.
Estos días estoy en plena lucha con ella. Yo le echo la culpa a la Navidad, que no me gusta demasiado, pero quizás simplemente sea que ésta sea la época del bajón, sin más.
Llevo viendo durante toda mi vida los estragos que hace el pesimismo y no quiero repetirlo, así que me esfuerzo mucho por conseguir lo contrario. Y eso no quiere decir que yo sea la alegría de la huerta, ni mucho menos. De hecho soy seria (y estoy orgullosa de ello, aunque a veces me gustaría serlo menos), pero una cosa no quita la otra.
Intento tomarme las cosas de otra manera, ver la parte buena, que siempre la hay, por muy pequeña que sea. Y si alguna vez aparece el desánimo, le dejo estar en su justa medida, que todo es necesario, pero no me recreo en él, ni me dejo arrastrar hasta el fondo.
Sé que todos los estados son necesarios, que no es bueno estar siempre triste y que no se puede estar siempre feliz.
Mi cara muchas veces no refleja cómo me siento, o no lo entienden así los demás. La mayoría de los días estoy bien, y me siento plena y feliz por lo que tengo, aunque no haya una sonrisa permanente pintada en mi cara.
Es cómo nos sentimos por dentro, no cómo nos vean los demás.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Me apetece

Mañana me voy de cena con las chicas de la piscina. Con mis amigas de la piscina. Y me apetece.
Este verano también fueron, junto a más gente, pero ni si quiera me lo planteé, no me apetecía.
Lo de mañana es diferente, y es que desde el mismo momento en el que se planteó, hace casi un mes, tenía ganas de que llegara el día.
¿Y qué sé de mis amigas de la piscina? Pues prácticamente nada: lo justo y necesario.
Nos vemos unos cinco días a la semana, a primera hora de la mañana, y no llegamos a hablar durante más de media hora. El ambiente es agradable y distendido, hablamos de todo y de nada, nos reímos y nos gusta bromear sobre la peculiaridad de madrugar por placer.
Menos a dos de ellas, que ya las conocía de antes y de situaciones diferentes, no conocía a nadie más. Y no creo que las hubiera conocido sino hubiéramos coincidido en la piscina.
Mañana me lo pasaré bien, porque me apetece.

lunes, 10 de diciembre de 2018

Perchas más grandes

Es una de las muchas cosas que me indican que crece, que se hace mayor. Y es que este mes cumple 11 años.
Hacía tiempo que podría haber cambiado las perchas, porque aunque todavía podía utilizarlas, ya eran algo justas para su ropa. Pero ahora ya no, ahora necesita perchas de tamaño grande...
Y un detalle como este, algo tan simple como tener que cambiar las perchas porque quedan pequeñas, me hace ser consciente de lo rápido que pasa el tiempo, que todo lo que pensaba que no pasará ha pasado, que todo lo que ahora se me hace cuesta arriba después no tendrá importancia. Y aunque cada vez soy más consciente de esto, a veces se me olvida.
A veces me encuentro enfadada, enfrascada en mis predicciones de futuro pensando que nunca dejará de hacer esto o aquello, diciéndole cosas como "¡ya eres mayor para comportarte así!".
Y un día me encuentro frente a su armario, decidiendo cambiar sus perchas porque su ropa ya es demasiado grande, como él.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Me arrepiento

Últimamente me arrepiento a menudo de la decisión que tomamos.
Fue una decisión muy pensada, y para nada impuesta por la otra parte, aunque ahora creo que un poco sí por las circunstancias. Porque para qué engañarme, es una de esas cosas que viene detrás de otra, a continuación. Había más posibilidades de que pasara lo que pasó, que de lo contrario.
Me doy cuenta de que no era realmente consciente de lo que a la larga a mí me conllevaría.
Y como cayéndome del guindo, ahora descubro que se paga desaparecer del mundo, no constar entre la vida laboral de los demás, vivir "haciendo lo que tienen que hacer las madres", pero que al final es como si no hubieras hecho nada.
Estos años de experiencia en exclusiva como madre no suman en un currículum: restan. Y por mucho que me pusiera al día, que tuviera estudios o carrera (que por cierto, no tengo), llevo, por ser mujer, el gran inconveniente de tener hijos, en lo que a buscar un trabajo se refiere.
No me pagan por lo que hago, aunque mi trabajo sí que hace que nos evitemos ciertos gastos: canguro, extraescolares para tener a los niños en algún sitio, matineras para poder dejarlos a las 8:00h en el colegio, comedor, repaso... Y bueno, aunque somos de los afortunados que tenemos a la familia cerca y podríamos utilizarlos para ahorrarnos lo que nos ahorramos porque lo hago yo, no lo hacemos.
Hay dos sentimientos con los que no contaba y que se alimentan del tiempo que pasa: la culpa y el miedo.
Culpa cuando tengo que gastar en mí un dinero que yo no gano. Si los niños o mi marido necesitan algo ni me lo pienso (dentro de nuestras posibilidades, claro), pero si lo necesito yo es otra cosa. Me lo pienso, lo repienso, y hago todo lo posible por evitar el gasto.
Miedo a volver a la vida laboral, sentir que no estoy a la altura, cambiar mi zona de confort, que no deja de ser otra que la zona en la que me necesita mi familia. No sabría cómo venderme o qué ofrecer de mí.
Sé que es imposible encontrar un trabajo fuera de casa que me permita seguir sin cambiar con el que ya tengo. Porque, no nos engañemos, no estaría cambiando de trabajo, cambiando uno por otro, estaría buscando un trabajo más.

Y sé que hay otros puntos de vista, otras situaciones... pero esta es la mía.