lunes, 30 de septiembre de 2019

Una educación

Una educación, de Tara Westover, es el último libro que he leído.
Lo recomiendo; me ha gustado mucho.



Este es el último párrafo del libro:
«Aquella noche la llamé y no contestó. Me abandonó. Se quedó en el espejo. Las decisiones que tomé a partir de entonces no fueron las que ella habría tomado. Fueron las de una persona cambiada, las de un ser nuevo. El desarrollo de un nuevo yo.
Podéis llamarlo transformación. Metamorfosis. Falsedad. Traición.
Yo lo llamo educación».

Tara nos cuenta su vida, nos habla de su familia, de la educación que (no) tuvieron, del mundo en el que vivían, que no era el mismo que el del resto.
Me sorprende que alguien pueda vivir como lo hizo ella, que todavía haya gente que viva así. Me maravillan y emocionan sus ganas de aprender, su capacidad para no solo ponerse a la altura, sino para sobresalir.
Y se me plantean muchas preguntas. ¿Cómo podemos hacer tanto daño a quien se supone que queremos? ¿Cómo podemos negar nuestras responsabilidades dejando en manos de Dios, en este caso, las consecuencias de nuestros actos? ¿Cómo pueden anularnos hasta hacernos sentir que somos nosotros los que estamos locos? ¿Cómo podemos aguantar que nuestra familia nos humille y nos haga sentir que no somos nada?

El conocimiento da poder, seguridad en uno mismo, tranquilidad y empatía hacia los demás. Hace que puedas escuchar otras opiniones sin sentirte atacado simplemente porque no comparten tu opinión.

jueves, 26 de septiembre de 2019

¿Casualidad?

Seguro que no: seguro que estamos controlados, fichados, programados, incluso inducidos, y somos de lo más predecibles en cuanto utilizamos internet, las redes sociales y todo lo que sea de lo que puedan almacenar información sobre nosotros, nuestros gustos, nuestras aficiones y cualquier aspecto de nuestra vida. 
Aún así, me sorprendió la casualidad.

Ahora lo explico...
Los últimos libros que he tomado en préstamo en la biblioteca son: «Alguien como tú», «Alguien como yo», «La juguetería mágica», «Una educación» y «El tatuador de Auschwitz».
En las últimas páginas de «El tatuador...» aparece una página web que podemos consultar si queremos saber más sobre la historia que se narra. Así que voy a dicha página y elijo la opción «imágenes», donde aparecen fotos de la escritora de la novela, de los protagonistas, de la portada del libro y otra que no conozco pero que me llama la atención, algo me suena: en una imagen antigua aparece un niño rubio en un columpio. Es un libro, de título «Educated», y la autora es Tara Westover. Pincho en esa imagen y me lleva a otra página en la que puedo ver que es uno de los libros que también compraron a quien les interesó el del tatuador.


                   
Imagen extraída de internet
Imagen extraída de internet



El libro de la derecha es el que cogí en la biblioteca, y estaba en la sección de novedades, junto con el del tatuador. Estoy segura de que sino hubiera sido por eso no lo habría cogido.
No deja de ser curioso.

Da un poco de miedo, de todas formas, darse cuenta de lo controlados que estamos. Pero he de decir que a mí en concreto esta forma de manipulación me facilita mucho las cosas en You Tube con las listas de reproducción de música 😄

lunes, 23 de septiembre de 2019

La juguetería mágica

Lo primero que me atrajo, sin dudarlo, fue la portada.


El título me hacía pensar en algo infantil, aunque la ilustración para nada lo es. Después de leer la sinopsis me pudo la curiosidad más que el tema, así que me lo llevé a casa.
No está mal. Un poco oscuro debido a esa atmósfera gótica de la que hablan en la contraportada, pero bien escrito.
No he podido evitar tener presente durante toda la lectura la película Una serie de catastróficas desdichas, supongo que por la descripción tirando a fantástica de los lugares y por el tío de la protagonista.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Yo no contaba nada

Mi mayor ha empezado este año primero de ESO.
Empezó nervioso pero ilusionado: nuevo centro, nuevos compañeros y nuevas experiencias. Estaba mentalizado porque las situaciones nuevas le ponen nervioso, así que la primera semana la pasó inquieto, pero de «nervios buenos».
Esta segunda semana que ya termina los nervios han cambiado, y hasta ayer por la noche no me contó porqué: hay un chico en su clase que le insulta y le dice que le va a pegar. Por lo que comenta mi hijo es la actitud normal del otro chico, porque se mete con más compañeros, pero eso a él no le tranquiliza, claro.
Hablamos antes de irse a dormir, y aunque intenté tranquilizarle no sé si lo conseguí. Pero yo estaba (y estoy) nerviosa y preocupada, para qué mentir, aunque intenté que no me lo notara.
Mientras intentaba leer un poco antes de dormir lo escuché roncar, e inconscientemente suspiré. Sentí como si hubiera estado conteniendo la respiración sin darme cuenta. Fue como pensar que si él dormía, descansaba, y entonces también podía relajarme yo. 

Yo también tuve mis cosas, mis problemas y situaciones de las que quise huir, pero nunca contaba nada. A mi padre nunca en la vida le he contado una preocupación. Y contarle algo a mi madre era conseguir el efecto contrario al que  necesitaba: en vez de calmarme y hacerme sentir segura su reacción lograba que me arrepintiera de haberle contado nada.
Quizás por eso empecé a escribir, porque aunque no soluciona los problemas, por lo menos los alivia.

Entiendo que no podré evitar que mis hijos sufran, pero me gustaría. Supongo que lo único que puedo hacer es acompañar, apoyar y observar. Pero duele.

jueves, 12 de septiembre de 2019

El reloj interior

Este pasado mes de agosto he faltado muchos días al gimnasio. Y han sido muchas las noches que me he dejado la bolsa preparada y el despertador puesto, pero cuando ha sonado al día siguiente lo he apagado y he seguido durmiendo.
Esta semana he vuelto a madrugar, y debe de ser que lo he interiorizado mucho, porque me he despertado todos los días antes de que sonara el despertador.
¿Cómo es posible? Ni siquiera miro el reloj cuando me despierto, no me gusta darme cuenta de que falta poco para que suene, así que simplemente me quedo en la cama, con los ojos cerrados, esperando...
Y eso es lo que pasará a partir de ahora, con la rutina, que la mayoría de días en los que tenga el despertador puesto, me despertaré antes de que suene. Sin embargo, en fin de semana, como no lo tengo puesto a esa hora, no me despierto.
No deja de asombrarme cómo la mente se adapta o se relaja. 
Eso sí, no me atrevo a no poner el despertador, no vaya a ser que entonces no me despierte.

viernes, 6 de septiembre de 2019

No me oigo pensar

Ya no pido silencio, sé que es misión imposible. Solo pido poder oírme mientras pienso. Que los demás no piensen en voz alta. Que no interrumpan mi diálogo interior.

Cuando no están los echo de menos. El silencio se puede tocar, la casa se hace grande y las cosas no cambian solas de lugar.

No son ellos, soy yo, lo sé. A estas alturas del verano estamos saturados los unos de los otros, pero mientras mi energía mengua la de ellos parece que se alimenta de mí.

No sé qué espero con más ganas, si las vacaciones de verano o la vuelta a la rutina. De todas formas, estoy convencida de que cada fase existe para echar de menos la otra, y también para disfrutarla.

martes, 3 de septiembre de 2019

No es una historia más

Sin añadir ni quitar nada, Heather Morris cuenta la historia de amor entre Lale y Gita.
Lale conoció a Gita en Auschwitz, cuando tuvo que volver a tatuarle el número de identificación.


Foto extraída de internet


Lo que me llamó la atención de este libro fue el título. Como con La catadora, volví a pensar en el millón de historias que hay dignas de contar y de las que nunca sabremos nada.
De hecho en el prólogo hacen mención a ello, a que cada una de las víctimas del Holocausto era una persona con una historia extraordinaria que merecería ser contada, pero que nunca conoceremos.

A veces leemos sobre algo en varias ocasiones y no nos provoca nada, hasta que un día lo vuelves a leer pero lo digieres diferente. Esta vez ha sido cuando leía sobre las cenizas que caían sobre el campo de concentración, procedentes de los crematorios. Esta vez he pensado que esas cenizas eran personas unos minutos antes. Siempre lo he sabido, pero ha sido ahora cuando la evidencia me ha conmocionado.


En la mayoría de las historias que he leído sobre Auschwitz hay un nombre que se repite incluso más que el de Hitler, es el de Josef Mengele. 
En algunos puntos de esta historia me ha parecido reconocer nombres y situaciones que en otras novelas se han comentado por encima.
Recomiendo su lectura.