jueves, 28 de noviembre de 2019

Prohibido hacer planes

Después de tantos años hay días en los que todavía me frustro y me enfado cuando hacer planes no sirve de nada. Planes basados en horarios, ocupaciones y aficiones principalmente del resto de los miembros de la casa. Me ayudo de un gran calendario y una agenda, aunque últimamente voy incorporando también las alarmas del móvil.
Hay semanas muy tranquilas que se componen de lo de siempre: trabajo, clases, estudio, una extraescolar y algún recado extra como mucho. Y según los horarios de los demás planifico los días de los cuatro. Pero otras semanas son como un reto de adaptación e improvisación que ponen a prueba mi capacidad de organización.
Aunque mi reacción a los imprevistos y a los cambios de última hora no sea siempre la adecuada, hace tiempo que acepté que es lo que hay, que mi vida (ahora mismo) es esta y que durante un tiempo que a veces se me hace demasiado largo mis planes entran con calzador y dependen de los planes de mi familia.

Pero algunos días... algunos días son una mierda, en serio.
Siento que no hay manera de aprovechar el tiempo, que si no llegamos a todo y más es solo culpa mía. Algunos días son una lucha entre la necesidad de tiempo para mí, saber y estar segura de que lo merezco y la obligación de hacer mi trabajo y sentir la culpa de que los ratos que me dedico son a costa de robarle tiempo a mi familia.

lunes, 25 de noviembre de 2019

En un rincón del alma

Lo que me atrajo del libro En un rincón del alma, de Antonia J.Corrales, fue el título y el paraguas rojo que aparece en la portada.



Jimena compartía el don de su padre, y eso la hacía especial, pero no pudo evitar ser ignorada por su madre desde siempre, hasta el punto de que esa carencia de atención la marcara y la hiciera vagar sin rumbo por su propia vida.
Amistad, amor y un paraguas rojo con el que protegerse no fueron suficiente para que la vida la compensara con lo que se merecía, ser feliz.

Ha sido una lectura fácil y rápida, de la que esperaba más, la verdad.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Olvidos ¿imperdonables?

Ayer fue el cumpleaños de mi suegro y olvidamos felicitarlo porque a mí se me pasó.
Sí, se me pasó a mí que soy su nuera y no a mi marido, que es su hijo. En casa yo soy la de la memoria, y no porque tenga mucha, sino porque me hago una de papel. Y el caso es que el lunes leí en esa memoria que al día siguiente era su cumpleaños, pero me costó lo mismo leerlo que olvidarlo. 
Me ha sabido muy mal el olvido. Primero por de quien me he olvidado, y segundo por el olvido en sí, por la pérdida de memoria, de capacidad.
¿Que pasa si ya no es suficiente una memoria de papel?
Esta mañana nada más acordarme le he mandado un whatsapp para disculparme y decirle que esta tarde le llamamos y le felicitamos todos. Me ha dicho que «tranquila, que no pasa nada». Lo sé.

Me pregunto cuantos olvidos más estarán por llegar, y cuantos serán imperdonables.

lunes, 18 de noviembre de 2019

No tendremos fotos



Imagen extraída de internet


Estoy de acuerdo con el texto de la imagen, pero también es cierto que muchos recuerdos vuelven gracias a la foto.

En casa no somos muy de fotos y últimamente pienso que quizás en el futuro me arrepienta. Me imagino recurriendo a los recuerdos gracias a las fotografías en papel, esas que se heredan guardadas en una caja o pegadas en cualquier orden en un álbum. No me veo buscando en un disco duro externo, o en el dispositivo en el que sea que se guarden las fotos dentro de 20 años. No me imagino pasándoles a mis hijos todas las fotos de su infancia en una memoria usb.
Sea como sea, siento que acumular recuerdos en imágenes es una de mis tareas como madre, por eso me obligo a hacerlas, y aun así me lamento porque creo que no hago las suficientes.
Cada vez nos hacemos menos fotos, sobre todo juntos, por dos motivos: a ninguno de los cuatro nos gusta, y me cuesta mucho interrumpir momentos. La mayoría de las veces hacer una foto conlleva protestas y dejar de hacer lo que estamos haciendo. Así que llegado el momento ya me da igual si en la foto no salimos bien, si alguno no posa o sale borrosa; supongo que el recuerdo del momento es lo que cuenta ¿no?

No solo las fotos nos traen el recuerdo de algunos momentos, también los objetos pueden recordarnos una foto en concreto.
Me ha pasado hace poco al tender la ropa con una camiseta que tengo de cuando estaba embarazada de mi primer hijo. Al estenderla para colgarla y ver lo vieja que está me ha recordado un par de fotos que me hice con mi sobrino mayor estando embarazada y llevando esa camiseta. He recordado las fotos y el momento, el lugar y el calor que hacía esa tarde de sol.

jueves, 14 de noviembre de 2019

En caliente

Si la gente tiene que describirme dice que soy prudente, que pienso y mido lo que digo, que reflexiono antes de hablar.
Echo la vista atrás y me doy cuenta de que siempre han dicho eso de mí, y dicen que al final somos como dicen que somos. 
Aun así, si me comparo con hace unos años, pienso que he cambiado en el aspecto de que he ido a más. Y hay momentos en los que tengo la certeza de que no me hace ningún bien, que pensarlo todo tanto hace que arrastres más tiempo del necesario ciertos pensamientos.
A veces me gustaría tener una personalidad explosiva, de las que dicen lo que sienten en el momento y ya está. A la gente que conozco y es así parece que no le duran nada los enfados, que saben pasar página antes, que no le dedican más esfuerzo del necesario a cosas que no valen la pena. Aunque también pienso que ese tipo de personalidad puede hacer mucho daño a los que tienes cerca cuando te dejas llevar.
He escrito muchas veces en caliente, me ayuda a calmarme y ver la cosas de otra manera, pero nunca lo he publicado. Además, como prefiero hacerlo en papel, cuando lo releo ya más calmada siento que ya no tiene sentido copiarlo y publicarlo. De hecho, si alguna vez lo he intentado he corregido tanto que después no se parece en nada a lo que me llevó a desahogarme, aunque pueda revivir el momento que me llevó a escribirlo.
Cuando hablamos enfadados lo hacemos sin medir las consecuencias, sin tener en cuenta cómo puede afectar a los demás, ni siquiera se nos pasa por la cabeza que los equivocados seamos nosotros. Incluso aunque tengamos razón no utilizamos las mismas palabras que cuando estamos calmados. Si es el enfado el que habla lo que queremos es herir, imponernos, desahogarnos ante todo.

martes, 12 de noviembre de 2019

Morir de viejos

En la última semana han fallecido tres personas en mi ciudad (puede que alguna más que yo no sepa), y con dos de ellas he tenido relación en algún momento de mi vida. Tenían entre 40 y 55 años.
Hace unos años esas edades se me antojaban lejanas, de viejos, de personas que ya tenían la vida vivida... pero ahora, en mis 42, puedo confirmar que no podía estar más equivocada.
Hoy simplemente se me ocurre pensar que es un lujo morir de viejos.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Banda sonora con sorpresa

Me gustó tanto la serie coreana Something in the rain que he vuelto a verla. 

                   


En esta ocasión he sido más consciente de la banda sonora, a la que no le presté la suficiente atención la primera vez. Y ha sido al buscar información en internet cuando me he llevado la sorpresa: una de las canciones la canta Bruce Willis. Sí, el Bruce Willis que todos conocemos. 
Por los comentarios que he leído en YouTube no he sido la única sorprendida.

jueves, 7 de noviembre de 2019

Mi vida lejos de mí

De Ainhoa Berganza y Ana Guiu, con Eider Madariaga.



Me gustó mucho el título y también la frase que lo acompaña: «Una novela que demuestra que siempre estamos a tiempo de recuperar nuestra vida». Y aunque la historia va de lo que comenta esta frase, no me ha gustado.
Las autoras se dedican, entre otras cosas, al coaching individual y de equipos, y dicen que con esta historia real y cotidiana han querido acercar este concepto cada vez más de moda a todo el mundo. 
La historia real y cotidiana que narran queda bastante lejos de lo que es mi vida, pero eso no quiere decir que no exista, que la vida de alguien no sea así.
Para empezar, no creo que la protagonista tenga una vida tan mala (que eso no quiere decir que ella se sienta a gusto con ella, claro está), y para continuar, me parece muy poco creíble que si te va tan mal tu matrimonio que te decides a engañar a tu marido con un antiguo amor, es muy poco probable que cuando le pidas la separación actúe de una forma tan correcta, educada y formal como en la novela. Vamos, que como marido y padre deja mucho que desear, pero como marido en trámites de divorcio es perfecto, siendo el más comprensivo  del mundo y poniéndole todas las facilidades posibles.
Para mí el objetivo del libro es vender lo que puede hacer un coach por ti, y me parece muy bien, pero a mí no me ha gustado. No lo recomiendo.


lunes, 4 de noviembre de 2019

Turrones en octubre

Navidad cada vez me apetece menos; tantas luces, tanto adorno y cancioncilla en bucle hacen que creas vivir en otro planeta. Como si el mundo se parara y los problemas no existieran durante esos días, para después desaparecer todo de golpe y pegarte un bofetón contra la realidad.
A mediados de octubre ya había en los supermercados chocolatinas de Halloween y turrones, y la verdad es que me dio bajón verlos. Cada vez los ponen antes. Y teniendo en cuenta que para esas fechas donde yo vivo todavía se podía ir a la playa por el  buen tiempo que hace, pues como que contrasta más todavía.
Es adelantar demasiado las cosas. Alargar demasiado ciertas temporadas.