viernes, 29 de octubre de 2010

Ordenando pensamientos

Tengo muchas ideas en la cabeza, y me rondan muchas cosas sobre las que escribir; pero no consigo ordenarlas y encontrar tiempo para mí.
Debería ser fácil solucionar esto, sobre todo sabiendo el motivo. Y es que desde hace un tiempo cada vez que me "paro" a hacer algo que me atañe sólo a mí (aunque si me afecta a mí afecta a los demás, porque si me hace bien y me siento bien los demás también lo estarán), en cuanto me dedico más de dos minutos, ya me parece una pérdida de tiempo.
Tengo muchas cosas que hacer, llevar una casa y tener un hijo es lo que tiene, pero siempre deberíamos encontrar unos minutos cada día para nosotros mismos, porque el trabajo de la casa nunca se termina, siempre estará ahí. Y sin embargo nosotros necesitamos las cosas en un momento en concreto, y si lo vamos dejando pasar vamos perdiendo algo, y llega un momento en el que el saco de cosas que quisiera/me gustaría/necesitaría hacer está tan lleno que da pereza empezar a vaciarlo. Entonces lo escondes en un rincón, y sigues ocupándote primero de los demás, y abres un saco nuevo que empiezas a llenar, hasta que un día tropiezas con alguno de los escondidos (siempre hay más de uno) y te vuelve a recordar que TÚ también existes, que también necesitas tiempo.
Así que la culpa y la responsabilidad de no tener tiempo para mí es sólo mía, de nadie más. Y aunque me quejo de no tener ese tiempo (que lo quiero y lo necesito), también reconozco que YO he decidido no sacrificar MIS momentos, sino posponerlos. Porque ahora lo que tengo son NUESTROS momentos, esos que no cambio por nada, ni siquiera por el placer de pasar dos horas seguidas leyendo un libro, porque los momentos de ahora con Rodrigo, con César y con Rodrigo, son ahora; no se volverán a repetir estas circunstancias, los casi 3 años de Rodrigo, el que sea el único niño de la casa, disfrutar con su madre del embarazo de su hermano, que sus padres todavía tengan energía suficiente para correr detrás de él y poder levantarlo hasta el cielo en brazos...
Me quejo porque es lo que tengo, lo que me queda. Pero me quejo con una sonrisa en los labios y en el corazón, porque se lo que tengo, lo que me espera, lo que tendré, que lo he elegido yo y tengo una familia con quien compartirlo.
Así que aunque me siga quejando, es más lo que disfruto. Pero me propongo ir vaciando esos sacos poco a poco, más que nada, para que no se me acumule el trabajo.

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