Hace unos días hubo problemas con internet. Todo lo que normalmente se puede conseguir en un clic, durante unas horas costaba algo más de tiempo. Seguía siendo suficiente apretar una vez el botón del ratón, pero como no tenemos paciencia y estamos mal acostumbrados, pensamos que haciendo más clics por segundo la orden se ejecutará antes.
Es que, además, esa espera de unos segundos genera silencios muy incómodos.
Cuando fui a la librería a que me imprimieran unos documentos y el clic de siempre se tomaba más tiempo del que nos tiene acostumbrados ¿qué hacemos en esos segundos? ¿hablamos del tiempo? ¿nos miramos a la cara? No: hacemos más clics.
Y es que todo lo queremos ya, para ayer. Ni que nosotros fuéramos tan eficientes...
Mis hijos, por ejemplo, cuando hablamos de una película que no han visto, o anuncian un estreno que les interesa, se creen que lo único que hay que hacer es sentarse en el ordenador y ya está, que haciendo clic es suficiente.
Ellos han nacido en la era del clic.
Pero yo no, y parece que ya no me acuerdo de cuando iba a la biblioteca y tenía que consultar yo misma en las fichas de registro si estaba el libro que me interesaba. O cuando no teníamos teléfonos móviles y quedabas desde casa, por teléfono, y si alguien llegaba tarde, o no llegaba, no tenías forma de saber qué le había pasado hasta que llegabas a casa y podías volverle a llamar. Cuando tener un ordenador era un lujo. Cuando no conocías más que a los que podías hablar cara a cara.
Con internet y las nuevas tecnologías podemos llegar más lejos, desde casa, conocer a más gente, desde casa, visitar más sitios, desde casa, vivir experiencias que nunca podremos disfrutar en persona, desde casa. Saber de la vida de los demás sin ni siquiera conocerlos, desde casa.
Más nos vale estar a gusto en casa.
Es que, además, esa espera de unos segundos genera silencios muy incómodos.
Cuando fui a la librería a que me imprimieran unos documentos y el clic de siempre se tomaba más tiempo del que nos tiene acostumbrados ¿qué hacemos en esos segundos? ¿hablamos del tiempo? ¿nos miramos a la cara? No: hacemos más clics.
Y es que todo lo queremos ya, para ayer. Ni que nosotros fuéramos tan eficientes...
Mis hijos, por ejemplo, cuando hablamos de una película que no han visto, o anuncian un estreno que les interesa, se creen que lo único que hay que hacer es sentarse en el ordenador y ya está, que haciendo clic es suficiente.
Ellos han nacido en la era del clic.
Pero yo no, y parece que ya no me acuerdo de cuando iba a la biblioteca y tenía que consultar yo misma en las fichas de registro si estaba el libro que me interesaba. O cuando no teníamos teléfonos móviles y quedabas desde casa, por teléfono, y si alguien llegaba tarde, o no llegaba, no tenías forma de saber qué le había pasado hasta que llegabas a casa y podías volverle a llamar. Cuando tener un ordenador era un lujo. Cuando no conocías más que a los que podías hablar cara a cara.
Con internet y las nuevas tecnologías podemos llegar más lejos, desde casa, conocer a más gente, desde casa, visitar más sitios, desde casa, vivir experiencias que nunca podremos disfrutar en persona, desde casa. Saber de la vida de los demás sin ni siquiera conocerlos, desde casa.
Más nos vale estar a gusto en casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me interesa lo que piensas.