martes, 12 de marzo de 2019

Corriendo detrás del tiempo

Días, semanas, meses, años... pasan demasiado rápido.
Vivimos siempre por delante del día en el que despertamos. Estamos pendientes de la próxima reunión, del próximo examen, las próximas vacaciones... 
En cuanto abrimos nuestra agenda y vemos lo que tenemos para el día de hoy, nuestro cuerpo ejecuta automáticamente lo que tenemos que hacer ese día, pero después de localizar la siguiente página con algo anotado que hacer, nuestra mente se traslada hasta allí. 
Y así siempre.
Echar la vista atrás solo sirve para darnos cuenta de que pasamos sobre las cosas sin disfrutarlas, sin ser conscientes del momento de ese viaje porque siempre tenemos puesta la vista en la próxima estación.
¿Y se puede ser consciente en exceso? ¿No puede ser eso también perjudicial? Intentar retener, controlar la situación, que nada escape a nuestra atención.
El truco está en andar despacio: ni correr ni ir más lento de lo necesario. Solo andar a un ritmo constante que nos permita oír y sentir lo que nos rodea.

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