Admiro y envidio a las personas que tienen las cosas claras.
Me parece gente segura y decidida, que no se deja convencer fácilmente y llega hasta el final en sus propósitos.
Pero bueno, no deja de ser lo que me parece a mí, claro.
Cómo explicarlo... a veces tengo la sensación de que cuanto más seguro parece alguien, más crece mi inseguridad.
Ni me creo ni me dejo de creer las cosas, simplemente no me las cuestiono, ni para bien ni para mal. Yo te escucho hablar y punto. Pero cuando oigo a alguien muy seguro de sí mismo, no puedo dejar de sentirme insegura.
El problema es mío, por supuesto, y con los años va disminuyendo. No me creo todo lo que me cuentan, y ya no pienso de buenas a primeras que el otro tiene toda la razón. Si considero que tengo que dar mi opinión, la doy. A veces incluso estoy convencida de que la razón la tengo yo.
Cuando conocí al que hoy es mi marido una de las cosas que más me gustó de él es su seguridad. Lo seguro que hablaba, lo convencido que estaba de todo lo que decía... y así sigue siendo. Sigue hablando con esa seguridad en sí mismo, aunque ya no es una de las cosas que más me gustan de él 😁
Nadie tuvo que convencerme de nada, yo solita decidí creer que si hablaba tan seguro de sí mismo quería decir que lo que decía era verdad. Y no es que me mintiera, ni mucho menos, simplemente pensaba que alguien con tanto aplomo no podía equivocarse.
Y resulta que los equivocados éramos los dos.
Me parece gente segura y decidida, que no se deja convencer fácilmente y llega hasta el final en sus propósitos.
Pero bueno, no deja de ser lo que me parece a mí, claro.
Cómo explicarlo... a veces tengo la sensación de que cuanto más seguro parece alguien, más crece mi inseguridad.
Ni me creo ni me dejo de creer las cosas, simplemente no me las cuestiono, ni para bien ni para mal. Yo te escucho hablar y punto. Pero cuando oigo a alguien muy seguro de sí mismo, no puedo dejar de sentirme insegura.
El problema es mío, por supuesto, y con los años va disminuyendo. No me creo todo lo que me cuentan, y ya no pienso de buenas a primeras que el otro tiene toda la razón. Si considero que tengo que dar mi opinión, la doy. A veces incluso estoy convencida de que la razón la tengo yo.
Cuando conocí al que hoy es mi marido una de las cosas que más me gustó de él es su seguridad. Lo seguro que hablaba, lo convencido que estaba de todo lo que decía... y así sigue siendo. Sigue hablando con esa seguridad en sí mismo, aunque ya no es una de las cosas que más me gustan de él 😁
Nadie tuvo que convencerme de nada, yo solita decidí creer que si hablaba tan seguro de sí mismo quería decir que lo que decía era verdad. Y no es que me mintiera, ni mucho menos, simplemente pensaba que alguien con tanto aplomo no podía equivocarse.
Y resulta que los equivocados éramos los dos.
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