miércoles, 5 de agosto de 2020

Tengo mis motivos

Sabes cuales son los motivos por los que hago lo que hago, pero los malinterpretas.
Donde yo veo miedo a perderle tú ves temor a su reacción.
Donde  yo veo necesidad de él tú ves dependencia.
Donde yo veo una muestra de amor por mí en la intensidad de sus actos tú ves violencia.
Él es el único que me quiere y me entiende: me lo demuestra cuando me pide perdón después de hacer algo que no me gusta y me suplica que nunca lo abandone. Me quiere tanto que necesita saber dónde, cuándo y con quien voy. 
Nos conocemos tan bien que sobran las palabras: una mirada suya me basta para saber qué tengo que hacer  o decir.
Yo, que antes de conocerlo no levantaba la vista del suelo y no tenía amigos, agradezco que se fijara en mí. No entiendo por qué dices que precisamente por eso me eligió, porque podía dominarme.

Tus consejos son intentos de separarnos disfrazados de buenas palabras y comprensión.
Si supieras lo que es el amor, si de verdad entendieras lo que siento, no me dirías que lo deje, que no es bueno para mí y que estoy desperdiciando mi vida.
¿No te das cuenta de que cuanto más te esfuerzas en alejarme de él yo con más fuerza me aferro?


Mi Otra Yo


Para mí y para todas mis otras yo esto que acabo de escribir no está bien; sentir así no es bueno.
Desde siempre he tendido a querer comprender por qué la gente hace lo que hace, aunque no lo comparta. Y con querer comprender no quiere decir que al final lo consiga, pero sí me gusta conocer los argumentos de los demás.
En esta ocasión lo que me ha llevado a intentar entender a alguien es algo que pasó hace unas semanas.
Una tarde, mientras veía tranquilamente la televisión, oí unos gritos que procedían de la calle. Al principio no presté mucha atención porque los gritos venían de una calle peatonal en la que hay mucho eco y se escucha casi todo, y más ahora en verano con las ventanas abiertas: hermanos discutiendo, música alta, coches y motos, madres llamando a sus hijos... Para cuando quise darme cuenta de que no eran gritos «normales» ya llevaban por lo menos cinco minutos con la discusión.
Entre lo primero que vi y lo que tardé en llamar a la policía no pasó ni un minuto. Y entre que llamé y llegó la patrulla ni diez. A los quince minutos de haber llamado estaba abajo en la calle explicándole al guardia civil lo que había visto y oído porque lo que la niña relataba no se correspondía con lo que yo había dicho y necesitaban que se lo volviera a explicar.
Y no se correspondía porque lo tergiversó de tal manera que era como si allí no hubiera pasado nada, como si hace unos minutos ella no hubiera estado arrinconada contra la pared con un energúmeno gritándole a un centímetro de la cara. Como si no la hubiera cogido de la mandíbula para obligarla a mirarlo mientras le reprochaba algo. Como si no la hubiera agarrado por detrás para llevarla en volandas a un portal.
Así que como ella no confirmó mi versión lo único que podía hacer la guardia civil era dar aviso a sus padres, porque eran menores.
Cuando el agente me dijo eso se me llenaron los ojos de lágrimas y sentí mucha rabia e impotencia, pero también pena. 

Mi rabia y mi pena llevan todo este tiempo discutiendo sobre los argumentos que esta chiquilla me pudiera dar.
Mi rabia está enfadada y no comprende. No entiende cómo la chica no aprovechó la oportunidad para denunciarlo. No concibe que deje que la traten así.
Mi pena está triste y tampoco comprende. Piensa que quizás era la primera vez que la chica se encontraba en esa situación y se vio sobrepasada. Espera que después de asimilar lo que pasó se de cuenta de que no tiene que volver a pasar.
Mi rabia se arrepiente de no haber cogido lo primero que pillara para bajar a la calle y abrirle la cabeza al chico. Y se enrabia más porque sabe que si hubiera hecho eso la más perjudicada hubiera sido yo.
Mi pena se pregunta qué pasó para que llegaran a ese punto: si es que él no entiende que eso no se hace y ella no sabe que nadie puede hacerle eso.
Mi rabia duda que fuera la primera vez que él hacía algo así, pero está segura de que no será la última.
Mi pena quiere creer que fue la primera y la última vez que él hace algo así.

Y aquí sigo, con mi rabia y con mi pena, que en lo único que coinciden es en que para ciertas conductas, no hay motivos que valgan.





22 comentarios:

  1. Rabia y pena por que estas situaciones se sigan dando, y más entre menores.

    Muy bueno tu texto, muy buena tu reacción. Ojalá ocurra lo que quiere tu pena y no lo que sospecha tu rabia.

    Besos

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    1. ¿Sabes? Estoy segura de que siempre se darán situaciones así porque parece que el ser humano lleva la violencia y el querer imponerse de serie. Hay que educar e inculcar el respeto por los demás, pero como todo el mundo no lo hace así seguimos. No hay que dejar de intentarlo, pero también hay educar e inculcar el respeto por uno mismo, la confianza y la fuerza suficiente para saber que no te tienes que dejar tratar así, que debes defenderte.

      Besos.

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  2. es increíble como un hombre (en este caso un adolescente) puede ejercer una influencia tan dañina sobre su pareja, como para que ésta justifique todos sus malos tratos.
    fuiste muy valiente. siento el mal rato que pasaste...
    besos

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    1. He visto otros abusos, en otras situaciones, pero nunca había presenciado algo así.
      Espero que ella también pasara el suficiente mal rato como para hacer algo al respecto.

      Besos.

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  3. Es terrible. Hiciste muy bien. Un beso

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    1. Y terrible es pensar que siempre habrán situaciones así.
      Gracias Susana.

      Besos.

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  4. Es terrible pero sucede día a día y parece que no va a tener fin.
    Creo que hiciste lo que debías y entiendo tu tristeza y rabia. Fuiste valiente y coherente.
    Un beso.

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    1. Tienes razón Carmela, los abusos no van a tener fin, pero todo tipo de abusos, no solo el que yo presencié.
      Es muy triste y frustante.

      Besos.

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  5. Lo peor de todo que las nuevas generaciones dan por hecho que eso es una discusión por amor y que no pasa nada, que luego las piden perdón y ya está .Y qué equivocados,solo hay una manera de amar bien lo demás puede ser amor pero del malo del egoísta, del maltrato, del que acapara y eso para mi no es amor.Te entiendo cuando dices que estas tristes que te sientes impotente porque quisiste ayudar y no viste que la persona que fue agredida diera la versión real. Es una pena, que no se den cuenta todavía que el amor es libertad y cariño y no sufrimiento y malos tratos tantos fisicos como psicologicos,
    Una buena entrada y para hacernos reflexionar.
    Abrazos en este miércoles.

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    1. Pues por suerte no todos piensan así, pero está más normalizado de lo que parece.
      Piensan que si alguien te quiere, con cuanta más fuerza lo demuestre, mejor. Que cuanto más dura es la muestra de amor más fuerte es el sentimiento...
      No sé ni qué pensar Campirela, y aunque sabía que estas cosas pasaban no me imaginaba que podía afectarme tanto verlo.

      Besos para ti ya en jueves.

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  6. Hay decisiones que son justas a pesar de ser duras. Ineludibles.
    Siento el amargo momento.
    Buena entrada.
    Un abrazo

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    1. Ahora, pasados los días, pienso que quizás lo que pasó les hizo pensar,que algo ha cambiado... pero tampoco confío demasiado en ello, la verdad.

      Besos.

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  7. Qué terrible, historia, Devoradora, aun más sabiendo que es real. Podría ser, no lo sé, que esos dos vean eso como normal porque en sus casas también pasa. Si era muy joven, quizás tampoco sepa lo que debe y no debe pasar. Y todas estas especulaciones me las planteo para intentar comprender y no lo consigo.
    Un abrazo.

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    1. Puede ser Dorotea, pero cuando ella dio una explicación sin sentido con la que lo único que hacía era exculparlo es porque sabía que aquello no estaba bien. Si tú estás tranquila porque crees que la situación es normal no mientes y te inventas una historia sin pies ni cabeza.

      Besos.

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  8. Buenas noches,amiguca!
    Gracias por tu comnetario!
    Tu rabia y tu pena son las rabias y las penas que nos salpican a todos los que vemos una situación así de dura!!
    QUé bueno sería pensar que esta fue la primera vez(no tendría que haber sido nunca),pero mi pena de dice que es recurrente.
    Tampoco mi rabia entiende de esa capacidad para olvidar ,pero es un estado de shock,que se debe de dar en alguna ocasión.
    Que tu pena no se duela de no haberle podido apartar.A veces no podemos hacer todo lo justo que deseamos,pero quiero creer que la justicia se hará cargo de esa pobre "criatura"Me ha conmovido tu entrada.Así va sucediendo,por desgracia,pero vamos dando pasos para que esto se pare
    Besucos

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    1. Yo quiero pensar que la actuación de los dos ha tenido consecuencias; bien porque hayan pensado y entendido que las cosas así no se hacen, porque al enterarse sus padres han tomado medidas, lo que sea, pero que les haya servido como poco de toque de atención.

      Besos.

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  9. siempre el ayudar a otros está bien, es una buena acción... después lo que pase con lso demás ya no es tu asunto... increíble que vos la hayas pasado mal pero es un aviso para ella y para él, una enseñanza... esperemos.... saludos!

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    1. De todas formas no sería la primera vez que ayudas a alguien y para la otra persona es todo lo contrario.
      En fin, qué le vamos a hacer.

      Besos.

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  10. No me extraña que hayas sentido esa rabia y pena.. incluso impotencia ante una situación así, pero cada vez se producen más entre jóvenes y es una verdadera lástima que ellas no se den cuenta que eso no es amor.
    Un besazo.

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    1. ¿Será por lo que ven en casa? ¿En las redes sociales? ¿En cine y televisión?
      Una verdadera lástima, tienes razón.

      Besos.

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  11. Se justifican tu rabia y tu pena.
    Besos.

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    1. Me gustaría poder decantarme por uno de los dos sentimientos, pero es difícil.

      Besos.

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