Utilizando la voz de algunos de los supervivientes, la autora de esta novela nos relata los hechos ocurridos durante la semana de mayo de 1980 en la que tubo lugar en Gwangju una rebelión popular.
«¿Es el hombre un ser cruel por naturaleza? ¿Lo nuestro no fue más que una experiencia normal y corriente? ¿Lo de la dignidad humana es un engaño y en cualquier momento podemos transformarnos en insectos, bestias o masas de pus y secreciones? El que no dejemos de humillarnos, destruirnos y masacrarnos, ¿es la prueba que ofrece la historia acerca de la naturaleza humana?».
Pareciera que sí, que el hombre es cruel por naturaleza y que muchos no lo demuestran porque no tienen la oportunidad, pero cuando se dan la condiciones adecuadas, en las que parece que todo está permitido, sale de lo más profundo la bestia que tienen dormida.
«Lo he pensado y repensado una y otra vez.Es que quería entenderlo.Quería entender de alguna manera lo que me había pasado.Las secreciones, el pus viscoso, la saliva maloliente, la sangre, las lágrimas, el moco, la orina y la mierda que empapaban mi ropa interior... Era todo lo que yo tenía. Mejor dicho, yo era todas esas cosas. La masa de carne que se pudría en medio de todo eso era yo mismo.Aún hoy no puedo soportar el verano. Cuando el sudor me cae por el pecho y la espalda como bichos que se arrastran por mi cuerpo, me vuelven vívidos los recuerdos de cuando no era más que una masa de carne supurante y tengo que hacer una gran inspiración. Aprieto los dientes y vuelvo a inspirar con fuerza».«¿Testimoniar que te metieron una regla de madera de treinta centímetros hasta traspasarte el útero infinidad de veces? ¿Que te hicieron jirones la boca del útero con la culata de una pistola? ¿Que entraste en shock por la hemorragia y te llevaron a un hospital militar donde te hicieron una transfusión? ¿Que seguiste sangrando dos años más y los coágulos obstruyeron las trompas de Falopio y perdiste para siempre la capacidad de procrear? ¿Que te es imposible aguantar cualquier contacto físico con otra persona, especialmente si se trata de un hombre? ¿Que un breve roce de labios, una caricia en la mejilla, que el simple hecho de que alguien demore su mirada en tus brazos o pantorrillas por llevarlas descubiertas en verano se han convertido para ti en una fuente de sufrimiento? ¿Que desde entonces odias tu cuerpo y has destruido y escapado sistemáticamente a cualquier calor o amor profundo que hayan querido darte? ¿Que no haces más que ir hacia un lugar frío, un lugar más seguro, con el único fin de sobrevivir?».«No quiero hablar de lo que ocurrió después.Nadie tiene derecho a pedirme que siga recordando y eso vale también para usted.No, no disparé...Nadie murió...Cuando vimos que los soldados salían de la oscuridad y subían por la escalera del edificio, ninguno de nosotros apretó el gatillo. Sabíamos que podíamos matarlos si lo hacíamos, pero no pudimos hacerlo. Éramos unos niños con rifles que no podían disparar».
A lo largo de los años, por diferentes razones, la crueldad se repite. Quizás solo cambia el método.
Lo mismo que me atrae de esta novela es a la vez lo que me causa rechazo: lo bien contada que está. Se hace demasiado fácil sentir, incluso oler, las situaciones que explica.
No puedo creer que el hombre sea cruel por naturaleza porque yo no soy cruel, pero sí he pensado muchas veces (y tengo pendiente una entrada) que cuando una persona que se supone normal tiene poder para dar rienda suelta a sus frustraciones puede llegar a ser terrible. Muchas veces se ha achacado al hombre (como ser masculino) su violencia innata. Yo prefiero pensar, más allá de su violencia, en su cobardía. Muchos judíos supervivientes al exterminio dijeron que preferían a sus guardianes hombres que mujeres pues ellas eran mucho más crueles. Al final, las personas cuando tienen poder y falta de escrúpulos, se convierten en lo que realmente son.
ResponderEliminarInteresante el fragmento que has colgado. Muy duro, a mi madre le encantaría porque le encantan los dramas cuanto más dramáticos mejor. Siempre elegí para ella los más bestia y se llevó la palma uno de asiáticos, creo que trataba de las salvajadas que hicieron los japoneses con las chinas durante su invasión.
Un abrazo :-)
Cambiemos «hombre» por «ser humano».
EliminarNo todos, por supuesto, pero yo creo que muchos (demasiados) son crueles por naturaleza. A otros las circunstancias y sus vivencias les habrán llevado a convertirse en bestias (aunque las bestias aquí no tienen ninguna culpa).
En lo del poder estoy de acuerdo contigo.
Besos.
Tan real como la maldad del ser humano. Y la de puertas que permanecen cerradas guardando atrocidades inenarrables. Pero que han ocurrido. Y ocurren. Y mientras la raza dure, ocurrirán.
ResponderEliminarLo que contienen esas puertas cerradas seguro que supera nuestra imaginación y eso que ya deberíamos estar curados de espanto, pero ya sabemos que si algo se le da bien al ser humano es superarse, sobre todo en lo que a maldad se refiere.
EliminarBesos.
Creo que no podría leerla. Un beso
ResponderEliminarNo es una lectura agradable, la verdad.
EliminarBesos.
Tiene que ver
ResponderEliminarcon China? , o
Vietnam? , que
son estados donde
los derechos humanos
son de todo menos
derechos, por cierto
Mari, no me acuerdo si
te dije de dónde soy.
Los hechos ocurren en Corea del Sur.
EliminarNo, no me has dicho de dónde eres Orlando.
Besos.
Menudos fragmentos tan intensos. Tendría que tener un estado de ánimo muy fuerte para poder leerlo ahora mismo. Gracias por compartirlo. Un salufo
ResponderEliminarLa verdad es que no es una lectura agradable. Mejor buscar un momento en el que nuestro ánimo sea fuerte.
EliminarBesos.