miércoles, 30 de enero de 2019

El tío del pito

No lo conozco, pero no lo soporto. Y cada vez que oigo el pito de su coche despierta en mí una rabia de esas que les digo a mis hijos que hay que controlar, por las que no hay que dejarse llevar y decir y hacer cosas de las que después puedas arrepentirte.
En verano es peor.
Vivimos en una calle peatonal por la que en un principio solo pueden circular los coches que se dirijan al garaje de nuestro edificio. Y no es el caso de este hombre.
Suele entrar a la calle por la parte de arriba, se para delante de la que debe de ser la ventana de su casa, y llama a la persona que tiene que recoger tocando el pito. Pero no una ni dos veces, y no se espera a ver si tiene respuesta.
Pi, pi, pipipi, piiiiiiiii, pipipi, pi, pi, piiiiiiiiiiiii... y no, no suena como una canción, suena más bien como "soy un toca-cojones que los tiene tan grandes que no es capaz de bajar del coche para llamar al timbre. Y voy a estar así, quemando el pito, hasta que bajes o te asomes a la ventana a decirme que ya bajas".
Y si a lo molesto que es el sonido del pito le sumas el no entender porqué no se baja del coche primero y llama al timbre, o porqué no lo toca un par de veces y se espera a ver si obtiene respuesta, en mi cabeza me monto unas películas llenas de violencia y sangre. 
Para el que piense que es tan fácil como bajar y decirle que es muy molesto lo que hace y explicarle otras opciones, como hacemos con los niños para corregir su conducta, ya le digo que no. Que tiene toda la pinta de viejo que ha hecho toda la vida lo que le ha salido de los huevos y va a seguir igual, que por uno le entra y por otro le sale.
Ay, cuánto me gustaría ser impulsiva, valiente, de carácter explosivo, espontánea y sin pizca de arrepentimiento.

2 comentarios:

Me interesa lo que piensas.