Cuando mi mayor era pequeño, en el camino de vuelta a casa después del colegio yo siempre quería jugar al "Veo veo", pero él no.
Yo quería jugar a eso en concreto porque pensaba que de paso aprendía, lo que fuera, y así "adelantábamos". Una tontería como una casa, ya lo sé.
Él quería jugar a coches, y es a lo que jugábamos. Así que mientras imaginábamos que nos subíamos con ellos por las paredes aprendíamos sus marcas o a distinguir los frenos de disco de los de tambor.
Cuando tuvo que aprender las tablas de multiplicar aprovechábamos el camino de vuelta al colegio por las tardes y las repasábamos. Protestaba un poco, pero fue una manera de que las aprendiera casi sin darse cuenta.
Ahora mi pequeño es el que me pide jugar al "Veo veo", tanto, que a veces le tengo que decir que hagamos una pausa, que sobre todo a las 9 de la mañana no estoy para ese tipo de actividades mentales.
Y es él quien me pide también que repasemos las tablas de multiplicar, o si yo se lo sugiero, nunca me dice que no.
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