Son fechas de matriculaciones y jornadas de puertas abiertas en colegios e institutos.
Mi mayor pasa a la ESO y me siento como si la que tuviera que ir al instituto fuera yo.
Espero que él aproveche esta oportunidad más que yo, que no terminé los estudios.
Mis padres confiaron en mí, nunca me exigieron nada en este aspecto porque siempre me las había apañado sola y tampoco daba más problemas como para tener que controlarme. Cuando no seguí con los estudios me puse a trabajar y asunto resuelto.
Quizás hubiera necesitado que alguien me presionara, que me obligara a tener una base, unos estudios que me avalaran en un futuro.
Yo no tenía la cabeza donde la tenía que tener. Ni tampoco la motivación suficiente.
¿Les reprocho que no estuvieran encima de mí? No sé si reprochar es la palabra adecuada. Pero sí me hubiera gustado que insistieran. En aquel tiempo ellos confiaban en mis capacidades más que yo misma.
De todas formas, por encima del sentimiento de reproche hacia mis padres está el de decepción conmigo misma por no haber aprovechado la oportunidad, la confianza y la libertad de la que disfruté en esa época.
Y sobre todo el de arrepentimiento por no haber estudiado.
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