miércoles, 29 de mayo de 2019

Algunos libros, cuando los prestas, ya no vuelven

"Los libros tienen su orgullo; cuando se prestan, no vuelven nunca"
Theodor Fontane.

Hace muchísimo que leí esta frase, pero no la he olvidado. De hecho la he sufrido en un par de ocasiones. Siempre me digo que tengo que dejar de prestarlos, pero al final siempre caigo.
Si hablamos de libros o me piden alguna recomendación no puedo evitar ofrecer los que yo tengo si pienso que les pueden servir.
Ahora mismo tengo prestados uno a una amiga (que creo que ni se acuerda de que lo tiene) y cuatro a otra (que sí se acuerda y estamos pendientes de quedar para que me los devuelva).
Uno de los que presté y no me devolvieron es Al amigo que no me salvó la vida, de Hervé Guivert. Me lo volví a comprar, porque dejé de tener relación con la persona a la que se lo presté y no tuve ocasión de reclamárselo.
Y bueno, aunque no he aprendido a dejar de prestarlos, sí que he aprendido a reclamarlos cuando ha pasado un tiempo prudencial. Algo es algo.

Ayer fui a una charla cuyo tema era El físico en la adolescencia. Conociendo los trastornos alimentarios. Muchas de las cosas que se comentaron me sonaban porque ya había leído sobre ello, por eso al llegar a casa busqué un libro que recordaba tener sobre ese tema.
Tengo un par de estanterías llenas de libros y suelo recordar dónde está cada uno, más o menos, y de este libro me acordaba perfectamente del título, incluso de la portada.


Me costó encontrarlo porque llegué tarde a casa, sobre las diez, y todavía tenía que cenar. Además, hace relativamente poco hice limpieza y doné a la biblioteca algunos libros, con lo que al hacer espacio otros han cambiado de sitio. Así que a la segunda vuelta lo primero que pensé es que lo había prestado, pero no recordaba a quien. Me di cuenta de que iba acelerada, y pensando más despacio recordé que este no lo había prestado, que tenía que estar. Y estaba. 
Lo primero que suelo hacer cuando cojo un libro de los que tengo en casa es mirar la fecha que les escribo en la primera hoja, junto con mis iniciales, del día que me los compré o me los regalaron. Y este me lo compré en 1999. Además, también encontré, guardadas en la cubierta, un par de cartulinas llenas de apuntes. Así que la costumbre de tomar notas mientras leo me viene de lejos.

2 comentarios:

  1. Leía " Al amigo que no me salvó la vida" hace timepo, me gustó mucho.
    Entre mis grandes pérdidas estan "Rebeca" y "Paula"...ya sí que he aprendido.

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    1. No solo se pierde el libro, se pierde también la confianza en la persona que no lo devuelve.

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Me interesa lo que piensas.