En casa no somos de regalos, ni detalles.
En días como el de hoy, no llevamos una semana preparando una manualidad sorpresa, ni hace un mes que compramos el regalo en internet por adelantado. No nos hacemos fotos en el momento de la celebración (no hacemos celebración, ni foto) y después la compartimos en redes sociales. No organizamos fiestas sorpresa. No estamos más felices ese día que el resto, y si hace falta discutimos igual.
Por lo menos, felicitamos a quien toca.
Y como mucho, si las circunstancias lo permiten, el menú es un poco diferente.
También hay que decir que necesitamos poco para celebrar algo, o para añadir un detalle diferente a la rutina. Y apreciarlo.
Me fascina la gente capaz de organizar algo para cada uno de estos días, que dedica horas y esfuerzo para el regalo, el detalle, el menú, el decorado, la fiesta, las fotos... me he cansado solo de pensarlo.
Yo soy incapaz.
Pero no me molesta todo eso, en los demás, claro. Yo no lo hago, y no veo mal que los demás lo hagan.
No me parece mal que la gente necesite de este tipo de excusas o días especiales para regalar algo. Como también pienso que cualquier día es bueno.
El que no es detallista, como nosotros, tiene el pretexto perfecto estos días para ser detallista, si quiere. El que lo es, pues simplemente será un día más para demostrar su imaginación y entrega a la hora de obsequiar a los demás.
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