miércoles, 8 de mayo de 2019

Talleres de psicomotricidad, o lo que antes aprendíamos en la calle

Hace poco me llegó a través de un grupo de whatsapp publicidad de un centro en el que estimulan la psicomotricidad infantil.
En la imagen aparece un espacio preparado y adaptado para los más pequeños, muy colorido, con cuerdas colgadas del techo para diferentes actividades, estructuras grandes y blandas para poder jugar con/en ellas y un rocódromo a medida, todo sobre un suelo mullido y confortable. Y claro, todo entre cuatro paredes.
En esta ocasión la publicidad va dirigida a niños con alguna discapacidad que necesiten atención temprana y estimulación precoz para una integración social.
Pero aun así no he podido evitar pensar en cómo han aumentado los parques infantiles, bajo techo, llenos de colchonetas, toboganes que te escupen en piscinas de bolas, estructuras llenas de obstáculos en las que los niños parecen hamters en una jaula, y todo hecho de materiales lo más blandos posibles y muy coloridos, demasiado.
Y ese pensamiento me ha llevado a recordar que todo lo que se puede hacer allí, y más, cuando yo era pequeña lo hacíamos jugando en la calle.
Trepábamos por cualquier superficie que nos lo permitiera, nos colgábamos de las ramas de los árboles, comparados con los parques de ahora, arriesgábamos nuestra vida entre atracciones de hierro y madera astillada. Si caías eras recibida por suelo de cemento de ese que te pela hasta la piel más curtida, o por una mezcla de arena, piedras y algún cristal roto que se clavaba en la carne y tú creías que te llegaba hasta el hueso.

Eran otros tiempos, lo sé.

Ahora todo es más blando, más adaptado.
Ahora vivimos en una época, en una sociedad, que parece que te empuja a vivir hacia fuera, mostrando todo en redes sociales, y fuera, ya que las facilidades son para dejar a tus hijos en  un sinfín de sitios para que tú puedas trabajar fuera de casa.
No tengo muy controlados los horarios de campus, actividades y centros donde dejar a los niños en verano y demás vacaciones, por eso me llamó la atención otra publicidad que anunciaba como novedad que el horario de campus de verano incluía también la tarde. Así podías dejar a los niños a las nueve de la mañana y recogerlos a las cuatro de la tarde.
Y oye, las facilidades se agradecen. Además, "pagando, cantando", como siempre se ha dicho.
Pero también me gustaría alguna facilidad para las que su trabajo está en casa.

4 comentarios:

  1. Está muy bien lo de los parques blanditos, pero caerte desde lo más alto de aquellos toboganes de metal, o quemarte el culo al bajar, es otro nivel, tuvimo suerte! los niños de ahora viven en otro mundo, el nuestro, el de lo bocatas de chocolate y los revolcones en los charcos, acabó.

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  2. Hola hola... uuuuy ¡eso es todo un tema! yo tengo un niño de cinco y una niña de dos y si yo te contara todo lo que han creado en esos juegos que mencionas, a mi también me toco jugar en la calle, entre árboles... con la bicicleta, patines, trepando... una maravilla, ahora estamos haciendo niños frágiles tratando de que vivan en una burbuja y no les pase absolutamente nada... niños débiles.

    Unas de las razones por las que me mudo es esa, en el lugar donde yo crecí no ha dejado de ser un pueblo en donde tienes esa oportunidad.. disfrutar de la naturaleza y vivir de una manera en que la ciudad ya casi no te lo permite.

    Agradezco tu visita :)
    te mando un abrazo grande

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  3. Hola hola... ya había escrito un mensaje y no sé que paso D: va de nuevo...

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  4. Hay que adaptarse a los tiempos que vivimos, no nos queda otra, pero es una lástima que cada vez se pierda más el contacto con lo natural y real.
    Hemos pasado de la "necesidad" de vivir en una ciudad al lujo que ahora supone tener una casa en el pueblo y poder ir por lo menos de vacaciones.

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