viernes, 25 de noviembre de 2016

Hay cosas que no se hacen

Hay cosas que no se hacen, nunca, y menos si eres madre, y menos a tus hijos.

Desde que tengo conciencia que te veo hacer lo mismo, pero he tardado mucho en reconocerlo, en ponerle nombre, en enfadarme por ello. Y desde que tengo conciencia que lucho contra ello, que lo aborrezco, que no lo quiero, y que trabajo cada día para que no sea una de las cosas que herede.
Porque estás intentando dejármelo como legado, te esfuerzas en que los hilos que nos unen me aten fuerte y no me dejen ir, pero me resisto.
Agradezco que me vengan a la memoria recuerdos, situaciones, imágenes que me confirman cada día que no está mal lo que pienso, lo que está mal es lo que tú haces.
No quiero, nunca en la vida, manipular a mis hijos. Hacerles sentir que no me puedo valer por mí misma, que tienen que dedicar su vida a cuidarme, cuando lo que tengo que hacer es demostrarles que se pueden apoyar en mí. Quiero que se sientan capaces, por lo menos de intentarlo. Que puedan alejarse y volver si lo desean. Que no tengan sobre la conciencia la culpa. Que no tengan sobre la espalda el peso de mis ¿carencias?
Estoy enfadada. Me siento ofendida. Incluso sorprendida de que hagas lo que haces. No concibo ciertas cosas. Me cuesta creer que el verme feliz no lo veas como una victoria, incluso un logro tuyo. Prefieres retenerme, hundirme contigo.
Hay cosas que hace la gente y que no logro entender, pero menos si las haces tú. Menos si me las haces tú, precisamente tú.
No sé qué me reprocharán mis hijos, aunque estoy segura de que me reprocharán algo (ya lo hacen), pero no quiero que me reprochen lo mismo que yo te puedo reprochar a ti.
No cambiarás, no sé si porque no puedes o porque no quieres. No me importa. Tampoco voy a intentar cambiarte, no voy a malgastar fuerzas en que dejes de hacer algo con lo que parece que disfrutas, por increíble que me parezca. Mis fuerzas y mis energías están destinadas a ser feliz, a disfrutar, a vivir, a tener una familia sana.

Para mí es duro reconocer que la persona que me ha dado la vida no me deja avanzar, o por lo menos lo intenta. Que en vez de seguridad me entrega miedos. 
Y podría seguir soportándolo, asumir que es tu forma de vivir. No entenderlo, pero convivir con ello sin que me afecte. Años de trabajo me ha costado...
Pero has traspasado la línea, has llegado al punto de no retorno. Has hecho lo peor que podías hacer: utilizar a mis hijos para hacerme sentir culpable.
Y estoy más enfadada de lo que había estado nunca, pero también más tranquila. Acabas de darme el empujón necesario para ser capaz de reconocer algo que de momento sólo me atrevo a pensar...

En estos momentos me siento la peor hija del mundo por pensar lo que pienso. Por eso voy a hacer todo lo posible para no hacerle lo mismo a mis hijos.

3 comentarios:

  1. Es muy duro lo que comentas. Nos creemos que los padres son lo mejor hasta que llegamos a su edad y notamos las carencias, los defectos y en algunos casos que muchas cosas que nos quisieron inculcar no las han llevado ellos a cabo. Pero, ¿sabes? el cariño hacia una madre nunca puede ser el cariño hacia un título, sino haciaa una persona, y si esa persona ha fallado es normal que deje muescas.

    Creo que no se trata de perder fuerzas intentando cambiar a una persona, opino más bien que llegada cierta edad es una misión imposible, sólo puede cambiar la persona por sí misma.

    Un beso.

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    Respuestas
    1. Recuerdo lo enfadada que estaba cuando escribí esto.
      No me gusta escribir o hablar cuando estoy muy enfadada por cómo pueda decir las cosas. Lo que pienso lo pienso y me hago responsable de ello, pero no quiero herir más de la cuenta por decir las cosas en caliente.
      Cuando lo publiqué fue después de pensarlo mucho (no así cuando lo escribí), no me arrepiento, pero creo que no volvería a hacerlo.

      Un beso.

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    2. Está bien escribir cuando tienes rabia dentro, no veas lo que despeja. Después lo de publicarlo pues ya es otro cuento.

      Tengo una anécdota con esto, ya te la contaré algún día.

      Otro beso.

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