No es hasta que Park So-nyo desaparece en la estación central de Seúl que su marido y sus hijos descubren que además de esposa y madre es mujer y persona.
Parece que precisamente su ausencia les hace sentirla más que nunca, que todo lo que ha hecho hasta ahora es más evidente en este momento, cuando no puede hacerlo.
«Antes de que la perdieras de vista en la estación de metro de Seúl, tu mujer solo había sido para ti la madre de tus hijos. Hasta que te diste cuenta de que quizás ya no volverías a verla, era como un árbol firme... un árbol que no desaparecería hasta que no lo talaran o arrancaran. Después de que la madre de tus hijos despareciera, comprendiste que era tu mujer quien había desaparecido. Tu mujer, a quien habías olvidado durante cincuenta años, estaba presente en tu corazón. Solo después de que desapareciera se hizo tangible para ti, como si pudieras alargar una mano y tocarla».
A lo largo de la novela, mientras la buscan, podemos conocer a la esposa y madre que ha sido.
«Porque yo también tengo una vida. Cuando comprendí esto sobre mí misma, me pregunté cómo consiguió mamá hacer lo que hizo y descubrí que en realidad no la conocía. Por mucho que digamos que las circunstancias la obligaron a pensar solo en nosotros, ¿cómo hemos podido pensar en mamá como mamá toda su vida?».
«Si yo no puedo vivir como mamá, ¿qué me hace pensar que ella quería vivir así? ¿Por qué nunca se me ocurrió pensarlo cuando estaba entre nosotros? Aunque soy su hija, nunca se me pasó por la cabeza lo sola que debía de sentirse. Qué injusto es que sacrificara todo por nosotros y que ninguno la entendiéramos».
Pero no es hasta casi el final del libro que descubrimos que es alguien más, alguien que existía mientras su familia no la veía más que como madre y esposa.
Son estas palabras las que nos descubren a una Park So-nyo mujer.
«Por fin voy a soltarte. Tú fuiste mi secreto. Estuviste en mi vida, una presencia que nadie que me conoce imaginaría. Y aunque nadie sabía que estabas en mi vida, fuiste la persona que me ofreció una balsa en cada rápido y me ayudó a salir ilesa de la corriente. Me alegraba que estuvieras allí. He venido a decirte que fui capaz de vivir mi vida porque podía acudir a ti cuando estaba preocupada, no cuando me sentía feliz.
Ahora tengo que irme».
Estoy convencida de que las relaciones familiares están idealizadas y de que hay tantas y tan diferentes como personas en este mundo. Aun así tengo que decir que me he visto identificada en este libro, como madre y como hija.
Muy bien escrito, tanto como para hacerte sentir un vacío en el pecho al terminarlo y darte cuenta de que algunas de las líneas que has leído podrías haberlas escrito tú.