No puedo explicarlo, y ni siquiera sé si vale la pena intentarlo.
Siento un nudo en el pecho, y siento que no es suficiente para el momento. Las lágrimas están ahí, de momento fácilmente controlables.
¿Cómo puedes hacer para sentirte como piensas que deberías hacerlo? ¿Cómo no sentirte mal por no sentirte como crees que deberías hacerlo?
Es todo imitación. No te lo planteas hasta que te llega el momento. De pronto recibes una noticia, te sientes de una manera y crees que deberías sentirte de otra.
Y realmente me siento mal, quizás no por lo que debería de sentirme así, pero me siento mal. Y pienso que quizás no se merece que me sienta mal, que no se lo ha ganado. Pero... ¿cuánto podemos equivocarnos? ¿Cómo tiene que ser de grande lo que hagamos mal para que borre todo lo que hemos hecho bien? ¿De qué valen todos los esfuerzos si con una equivocación vamos a pasar de ser dios a ser el demonio? ¿Y si no es una equivocación, y si son más? ¿Por qué tengo que poner yo de mi parte si no ponen de su parte los demás?
Las lágrimas están aquí. ¿Me han podido, o les he dejado?
¿Por qué no puedo sentirme así, como sea que me siento, y punto?
¿Por qué siempre debo?
No ha cambiado nada, simplemente han pasado los minutos, el nudo se ha deshecho y las lágrimas han desaparecido. El problema sigue ahí, la noticia
¿Podría haber sido todo mejor? Probablemente sí, si lo hubiéramos intentado.
¿Podría haber sido todo mejor? Pues no: hicimos lo que consideramos adecuado en cada momento, con las circunstancias que nos rodeaban, con los recursos que teníamos, con lo que llevábamos a nuestras espaldas y con lo que decidimos recoger por el camino.
¿Y por qué no soy como vosotros? ¿Y por qué pienso que debo serlo, que os lo debo?
Asoman a mi mente palabras que no quiero escribir, imágenes que no me atrevo a reconocer. Curioso que lo que no queremos que pase luche por salir y no somos capaces de soñar e insistir en lo que queremos que se nos conceda.
¿Soy así porque me tocaba o porque me habéis hecho? ¿Cuánto hay de cada cosa?
Quiero elegir mis sufrimientos. Sé que hay que sufrir, es la condición del amor, pero quiero elegir por quién sufrir y cómo sufrir.
Lucho para no repetir el patrón. Me esfuerzo cada día para no caer en lo que yo considero errores. Y lo estoy logrando, lo sé: lo veo cada mañana al levantarme, y lo agradezco cada noche antes de dormirme.
La vida sigue, unos se van y otros se quedan, pero la vida sigue. Ellos eligen, yo elijo, aunque no sea lo mismo.
Han pasado unas semanas desde que escribí lo de arriba. No ha sido tan grave, pero en aquellos momentos lo era. Ahora no sé si me lo tomé yo así o es que la persona que me lo contó tiende a darle a todo un tinte trágico.
No lo publiqué en su día, no recuerdo porqué. Hoy lo hago.