jueves, 27 de abril de 2023

Cambio de frase


Ilustración de @peijinsart. Instagram

Esta entrada bien podría ser una continuación de la del lunes.
 
Aunque creo que no me ha ido del todo mal y tengo que estar agradecida con los caminos seguros por los que me ha llevado el hacer las cosas como se debe —aquí cada uno puede imaginar qué forma es esa— de un tiempo a esta parte me he sentido más controlada que guiada y la seguridad que sentía antes ha pasado a ser una imposición mal llevada. Es a mí a la única que puedo pedir explicaciones y como no tengo ninguna que me satisfaga voy a hacer la vista gorda, de momento.  
No puedo, ni quiero, renegar de cómo he hecho las cosas hasta ahora porque es lo que me mantenía cuerda, pero ha llegado el momento de cambiar. El «al pie de la letra» siempre me ha ayudado a saber qué hacer, me ha ofrecido un manual al que acudir en caso de duda, y el resultado no me desagrada. Pero ya me he cansado.
Esa misma línea recta que antes necesitaba para guiarme ahora me oprime, no me deja mirar a los lados y ver todos esos caminos que llevan al mismo lugar. O no. Ahora quiero elegir el paisaje, decidir si prefiero curvas o rectas, perder el aliento en las cuestas o dejarme ir en las pendientes.
Digo esto dejando de lado la preocupación por si será algo pasajero y descartando la posibilidad de no hacerlo por si acaso. Me lo reconozco a mí misma como la confirmación de que hace tiempo que lo sabía pero no me atrevía a sacar un pie de esa línea tan conocida. Aceptarlo sin ponerme «peros» para mí es un compromiso más serio que asentir ante los demás cuando dicen que me ven diferente.
Hace tiempo que necesité probar cómo podían ser las cosas con un «sobre la marcha» como lema. Me voy acostumbrando y, sobre todo, descubriendo que es lo que me hacía falta.


lunes, 24 de abril de 2023

RED


The Rose - RED (Subs español)

No son los colores, son los ojos con los que miro. Quizás tampoco. El cerebro, eso es, él es quien ha cambiado. ¿Habrá tenido algo que ver el corazón en esa decisión?
No puedo evitar andar entre la gente, pero sí cómo tomarme lo que ellos piensen. Porque aunque miramos los mismos colores, no brillan igual para todo el mundo.
 

jueves, 20 de abril de 2023

La culpa es del estribillo

 
Imagen de pixabay
 
¿Cuántos estribillos nos han prometido ser únicos y después han resultado ser uno más del montón?
¿Cuántos, modestos, han esperado a que escuchemos todo lo que tienen que decir para que nos enamoremos de ellos?
 

lunes, 17 de abril de 2023

The Rose

Siempre he pensado mucho las cosas, tanto, que a veces se pasa la oportunidad. Valoro pros y contras, tengo en cuenta todos los inconvenientes que pueden surgir e incluso me invento algunos, por si acaso. Veo cómo puede afectar a la rutina de los que están a mi alrededor eso que quiero hacer y sin saber si a ellos les molesta decido que sí. Entonces pueden ocurrir dos cosas: que el momento pase por mi indecisión o que yo misma lo deje pasar.
No es culpa de nadie. Bueno, sí, es culpa mía. Por eso me he propuesto cambiarlo, así que esta vez invertí el orden y disfruté del proceso.
 
Imagen de Internet
 
Cuando en agosto del año pasado vi que The Rose venía a España en el último concierto de su gira solo pensé que una oportunidad como esa igual no la volvía a tener en mi vida. Ese pensamiento consiguió que todos los pros se hicieran tan grandes que los contras no tuvieron otro remedio que rendirse y huir. Que el concierto se celebrara un domingo a las 20:30 h, a casi dos horas y media de mi casa, y que el lunes tuviera que trabajar, no fue suficiente para, como siempre, dejarlo pasar.
¡Ojo! Había gente allí de todas partes de España, incluso de otros países, sé que no hice nada extraordinario, pero lo sentí como si así fuera.
Desde que compré las entradas hasta el día del concierto fueron surgiendo cosas a las que me fui adaptando y poniendo solución. De hecho Sergio sabe, porque me puse en contacto con él seis meses antes del concierto, que en un principio tenía pensado hacer noche en Barcelona y al final no fue así.
Por cierto, igual que en su día pude contar con la ayuda de Chema en esta ocasión tuve la suerte de poder contar con la de Sergio. Mil gracias.
Y esto, el pedir ayuda a alguien, a personas que no me deben nada, es uno más de los muchos detalles que hace tiempo intento añadir a mi vida. Ellos me confirman que aunque en el día a día lo que nos deja marca es lo que nos molesta, tenemos a nuestro alrededor gente estupenda que contribuye sin saberlo a hacer nuestra vida un poco mejor.

La historia en realidad es muy simple: concierto un día cualquiera al que voy acompañada en un viaje de ida y vuelta porque no hay tiempo para más, del que me traigo como recuerdo fotos y vídeos que con el tiempo quedarán olvidados en alguna carpeta del ordenador.
Pero para mí, que siempre todo es tan complicado, no ha sido nada simple poder llegar a disfrutar de los frutos que me está dando esta transformación que llevo años realizando conmigo misma.
Y no creáis, cada vez que me releo para corregir o para asegurarme de que me explico bien no puedo quitarme de encima la sensación de que todo esto quizás suene trascendental, espiritual o muy «happy flower». En todo caso, no muy propio de mí. Pero es que realmente es lo que siento. Soy consciente de que no es algo tan especial o mágico como puedan indicar estas letras y si tuviéramos la posibilidad de hablar tranquilamente frente a un café o una cerveza seguro que descubriría que no es para tanto. Pero para mí sí lo es. Es el resultado, el premio, a ser perseverante conmigo misma.

No sabría decir si últimamente veo la vida de otro color o con otros ojos, y aunque no sepa explicar la diferencia creo que me decanto por la segunda opción. Y mientras escribo esto pienso que hace falta lo segundo para poder conseguir lo primero. O que para ver la vida de otro color solo necesitamos un complemento, mientras que para verla con otros ojos necesitamos una transformación y una creencia que nos haga sentir que las cosas pueden ser de otra manera.
No es lo mismo pensar que la vida es una mierda o que en la vida hay días de mierda. Puede haber todo un mundo entre un pensamiento y otro.
Tengo claro que igual que he llegado hasta este punto puedo volver al principio o simplemente cambiar de visión otra vez, pero el caso es que es aquí donde estoy ahora y en lo que he decidido centrarme. Voy a corregir también en mí esa tendencia a prepararme para los tiempos complicados que puedan llegar. Ya los afrontaré cuando los tenga cara a cara y sepa exactamente a lo que me tengo que enfrentar.

Y todo este rollo para hablar de un concierto. Ya os he dicho antes que tiendo a pensar todo demasiado y complicarlo. Así que si habéis llegado hasta aquí os merecéis que os cuente lo importante, que es cómo fue ese día.


En cuanto vi en Internet la noticia de la gira y la fecha en la que salían las entradas a la venta me la apunté en el calendario para no olvidarla. Antes de empezar a mirar detalles y demás ya me imaginé allí y me dije que si me hacía sentir tan feliz solo imaginarlo tenía que hacer todo lo posible por lograrlo.
Decidir hacerlo desde un principio sin tener en cuenta nada más para mí es como tirarme a la piscina sin comprobar si hay agua siquiera. Estaba dispuesta a irme sola al concierto, pero aun así le pregunté a mi marido si querría acompañarme, pensando que la mejor respuesta que me podía dar era un «sí». Y no, la mejor respuesta fue un «claro» tan espontáneo y natural que parecía que la pregunta sobraba.
Y si como yo aquel día vosotros también pensáis que la cosa no podía mejorar dejadme deciros que los momentos perfectos existen y ese era uno de ellos, porque como el concierto era la misma semana de mi cumpleaños dijo que me regalaba las entradas y ese sería su regalo este año.
¿Podía salir algo mal con tremendo comienzo? Ni siquiera asomaron las nubes negras que solían seguirme de lejos.
Después de conseguir las entradas y leer en foros y redes sociales lo rápido que se habían vendido pude respirar tranquila y sentirme un paso más cerca de mis sueño, y eso que todavía faltaban seis meses. Seis meses en los que como he comentado más arriba surgieron imprevistos que no podría haber imaginado pero que pudimos arreglar.
Dos cosas sobre las que yo no tenía nada de control me preocupaban principalmente de ese día. La primera era el tema del aparcamiento, porque nunca habíamos estado en esa zona y no sabíamos si era buena idea dirigirnos directamente a la sala del concierto o buscar primero dónde aparcar. Pues no hubo ningún problema porque encontramos un sitio a la vuelta de la esquina, literal. Y aunque yo ya era feliz sabiendo que iba a respirar el mismo aire que la banda el otro tema que me preocupaba era estar demasiado lejos y no verlos bien, porque estaba pendiente de ponerme gafas. Tampoco fue un problema porque incluso con lo corta de vista que andaba estaba lo suficientemente cerca como para verlos estupendamente.
¿Qué más podía pedir? Nada. Ni las horas de espera, el tiempo de pie en la cola o la desorganización del personal de la sala restaron encanto al resto. Pude ver a los chicos de cerca y sentada, teniendo en cuenta que las entradas eran numeradas y nosotros teníamos las 865 y 866. El ambiente fue en todo momento de buen rollo y ganas de pasárselo bien. Mientras esperábamos pude hablar con personas a las que les gustaba la misma música que a mí, cosa que normalmente solo puedo hacer con Maki. Además, conocí en persona a Belén, una chica española a la que sigo en TikTok y que tuvo el detalle de hacer photocards del grupo para regalar.
 

Pues eso, un día perfecto. No le sobró ni le faltó nada.
 
Gracias por haber leído hasta el final 😊

 

jueves, 13 de abril de 2023

Reglas no escritas

 
Imagen de Internet
 
 
Creo que para poder convivir con otras personas son necesarias normas o reglas que permitan compartir espacios sin tener conflictos. También tengo asumido y comprobado que hay quien se pasa esas normas por el forro de los cojones, aunque estén escritas de forma que todo el mundo pueda entender, como la señal de prohibido fumar dentro de los ascensores.
Me podrás decir que esa señal está en un lugar poco visible o que es poco llamativa, quizás que igual a esa persona no se le ha ocurrido analizar las cuatro paredes del ascensor al milímetro por si podía encontrar información de su interés. Pues vale, aquí es donde están las reglas no escritas que, por supuesto, no todos tenemos que interpretar igual.

En mi escalera hay once pisos de los cuales nueve están ocupados todo el año y los otros dos son segundas viviendas. Vete tú a saber porqué, aun habiendo once pisos solo hay diez cuerdas en la terraza comunitaria para tender. Nunca ha habido problemas de falta de espacio porque solo las utilizamos dos personas de forma habitual. Una tercera parece que lo hace cuando se acuerda. Y después están esos otros dos pisos, que también tienden en esa terraza. No hay cuerdas asignadas, cuando llegas tiendes donde quieres si está todo libre y si no, pues en las quedan. Y ya está.
Sin estar escrito lo hemos hecho siempre así y nunca nos ha faltado espacio. Eso sí, a costa de utilizarlas pensando que hay más gente.
Pero mira, mientras escribo esto no puedo más que confirmar lo que desde hace tiempo ya pienso, y es quien no suele subir a tender, no sabe «utilizar las cuerdas». O se la suda los demás. No sé decirlo de otra forma. Es como cuando hay un hueco para aparcar en el que caben dos coches perfectamente y alguien llega y aparca su coche justo en el medio. 
No sé en qué piensas si están todas las cuerdas libres y utilizas tres cuando te cabe toda la ropa perfectamente en dos. Y mi cabeza explota cuando veo que has tendido en una sí y en otra no, dejando una cuerda vacía entre ropa y ropa.
No es un problema grave y no desencadenará una guerra. Viéndolo desde lejos hasta me enfado conmigo misma por el cabreo tonto que pillé, sobre todo porque no es la primera vez que pasa.
Como sé quienes son, mis argumentos internos para justificar esa forma de hacer es que ellos viven en una capital y allí el espacio es escaso —coño, pues por eso mismo deberían de ser más considerados ¿no?—. Aquí nos sobra el sol y el viento, no hace falta que haya una distancia de un metro entre ropa y ropa para que se seque. Sé que ellos van faltos de sol en invierno, sin embargo de viento van sobrados.
Pero da igual las excusas que me ponga a mí misma, porque mientras Yo intento ponerme en su situación para entenderlos, Mi Otra Yo tiene argumentos de sobra para cerrarme la boca.


lunes, 10 de abril de 2023

No lo abras jamás


Imagen de Internet

En esta novela gráfica encontramos tres historias con una tentación en común. No lo abras jamás, Nada y La promesa nos cuentan, aunque con un planteamiento diferente, cómo lo único que necesitamos para hacer algo es que nos digan que no lo hagamos.
Dibujo sencillo y expresivo que combina a la perfección con un texto preciso al que no le falta nada para hacerse entender.

Iba a pasar el rato en la biblioteca para acompañar a mi hijo y esta fue una de las dos novelas gráficas que cogí. 
Esperaba leer un manga y lo que encontré fue una reinterpretación de tres leyendas japonesas que además de bonita te hace pensar en hasta qué punto hay que confiar en alguien para poder superar la tentación.


jueves, 6 de abril de 2023

Cuidar nuestro cuerpo

 
Ilustración de sayu.go. Instagram
 
Deberíamos de cuidar más nuestro cuerpo, aunque nos duela o nos cause dolor. Especialmente en esos momentos.
Le reprochamos que acuse el paso de los años y no se recupere igual que antes de las noches de fiesta, que cada vez le cueste más agacharse y después levantarse, que nos sorprenda con dolores en partes del cuerpo que no sabíamos que teníamos, que haga de casa de enfermedades que no hemos buscado.
No le agradecemos el placer que nos regala, el deseo que nos puede provocar, la ternura que nos calienta el alma o las lágrimas de felicidad.
Nuestro cuerpo es, como nosotros, un ser indefenso que lo hace lo mejor que puede, y siempre puede hacerlo mejor con ayuda, compañía y comprensión.


lunes, 3 de abril de 2023

The Astronaut


Jin con Coldplay (subs español)

Esta es una canción de despedida. Es la canción que Jin le pidió a Coldplay para poder despedirse de sus fans antes de irse al servicio militar.

Una de las cosas maravillosas de las canciones es que alguien pueda expresar sentimientos y emociones a través de la mezcla de música y palabras. El resto nos podemos sentir más o menos identificados con ellas, encontrar en esa combinación algo que nos recuerde experiencias propias o simplemente disfrutar de lo que escuchamos y expresarlo bailando.

La frase por la que he elegido esta canción es «cuando estoy contigo no existe nadie más» y lo que me inspiraba en un principio era una historia de amor. De esa parte del amor que puede hacerte perder de vista el resto del mundo cuando estás con cierta persona.
Cuanto más pensaba en el texto y la historia, menos me apetecía esa situación en concreto y sin darme cuenta se ha ido instalando en mí la pregunta de por qué ante esa frase he pensado sin dudarlo en una historia de amor y no de amistad o compañía, que seguramente sean otra forma de amor. Por qué no sentir esa sensación de exclusividad cuando estamos con una amiga o con cualquier otra persona con la que hemos elegido pasar parte de nuestro tiempo. Por qué no sabemos estar con alguien como si no existiera nadie más, centrándonos en esa persona y ese espacio, olvidándonos de cualquier otra cosa. 
Hemos llegado a un punto en el que lo normal, lo esperado, es que seamos personas multitarea, que aprovechemos el tiempo para intentar hacer varias cosas a la vez. Ya no sabemos centrarnos en alguien, dedicarle toda nuestra atención sin estar pendientes de las notificaciones del móvil o de la hora para no llegar tarde a lo próximo que tenemos programado.
No podemos decir «cuando estoy contigo no existe nadie más», porque no es cierto.