Me gustan los días grises, metereológicamente hablando.
Hay muchos tonos de gris, y todos preciosos. Me gusta descubrir un cielo gris y plomizo al despertarme, sobre todo si va acompañado de frío. Ese frío que hace que me guste todavía más la sensación de hogar que siento en mi casa.
Hay que decir que esto lo estoy escribiendo a finales de agosto, y claro, ya sabemos que solemos añorar lo que no tenemos. La letra de una canción de Fito y los Fitipaldis lo expresa muy bien: "Sé que no puedo dormir, porque siempre estoy soñando, en invierno con el sol, con las nubes en verano"
El caso es que soy más de invierno, de frío, por lo menos del que aquí tenemos, que no es demasiado duro, todo hay que decirlo.
Para mí vivimos en un lugar privilegiado: el mar de frente, montaña a la espalda, campos hacia los lados, y siempre el sol. Quizás por eso valore tanto los días grises y nublados, porque son escasos, por lo menos para mi gusto.
Tengo que recordarme a mí misma que no tengo que dar explicaciones, ni aclarar nada, que es una conversación conmigo misma.
El caso es que soy más de invierno, de frío, por lo menos del que aquí tenemos, que no es demasiado duro, todo hay que decirlo.
Para mí vivimos en un lugar privilegiado: el mar de frente, montaña a la espalda, campos hacia los lados, y siempre el sol. Quizás por eso valore tanto los días grises y nublados, porque son escasos, por lo menos para mi gusto.
Tengo que recordarme a mí misma que no tengo que dar explicaciones, ni aclarar nada, que es una conversación conmigo misma.