Tomé esta foto antes de las 6:30 h del primer día en el que se podía salir a hacer deporte.
Es un lástima porque aun siendo bonita la imagen no hace justicia a los colores que realmente podía ver en ese momento. Solo he tenido que estar unos minutos parada para poder contemplar cómo iba cambiando la luz a la vez que salía el sol.
Me gustan las acuarelas, las ilustraciones, los dibujos, cuadros y pinturas, y por muchos amaneceres que vea dibujados o pintados, ninguno iguala ver amanecer en persona.
Lo mismo con las fotos. Tengo muchas, de muchos amaneceres dignos de recordar, y no tiene nada que ver lo que miran mis ojos en ese momento con lo que aparece en la foto. Tampoco importa que la cámara sea más o menos buena, de verdad. Y sí, hay fotos espectaculares con cámaras muy buenas, fotos preciosas, pero quien haya visto un amanecer en el mar con sus propios ojos sabe de lo que hablo.
Sigo prefiriendo la montaña, pero agradezco poder disfrutar de este paisaje tan cotidiano y al alcance de la mano que puede parecer más un derecho que un privilegio.