jueves, 29 de diciembre de 2022

Personas centradas

 
 
«En el hueco del centro cabrían dos coches», pienso yo.
«Justo en el medio, para que nadie me roce», debió de pensar quien aparcó.
Solo espero que quien aparque así sea igual de centrado en todos los aspectos de su vida.

lunes, 26 de diciembre de 2022

Mi Mamá Noel se llama Marian



Otro año más, y ya será el décimo, mi regalo de Navidad ha sido un calendario de  Marian, en esta ocasión acompañado de un estuche personalizado.
No siento menos ilusión a la hora de recibir el paquete por haber sido yo quien ha hecho el pedido y saber lo que contiene, además, siempre está la expectativa de ver cómo ha preparado todo y los detallitos que ella incluye como detalle.
El regalo no es solo lo que contiene el paquete, también lo es la forma de prepararlo, y Marian siempre consigue hacerte notar el cariño con que prepara todo. 
 
Este año lo voy a tener más que organizado, ya que cuando conocí a Chema nos regaló un par de calendarios estherianos a los que también les voy a dar buen uso. 

jueves, 22 de diciembre de 2022

Más que un Club de Lectura


Imagen de Internet
 
En la última reunión del Club de Lectura comentamos la novela de la que os hablé el lunes. A todas nos ha gustado y coincidimos en la observación de lo triste que es la historia. Una vez leída y echando la vista atrás te das cuenta de que la mayoría de las parejas de las que habla no son felices porque ninguno está con la persona a la que ama realmente.
Alguien hizo el comentario de cómo puede ser que a una misma familia le ocurran tantas desgracias, que no es posible que eso pueda pasar. Pero no olvidemos que la realidad supera la ficción y que aunque en la novela quizás lo hayan tenido que forzar un poco, en la vida real hay vidas que nada tienen que envidiar a una telenovela.

La media de edad en la reunión era de más de sesenta y tres años. Entre los noventa de la mayor y los  cuarenta y cinco de la más joven había cuatro mujeres más cuya edad no bajaba de los sesenta.
Es inevitable no hablar de otras cosas distintas al motivo por el que nos reunimos y entre la recomendación de una sobre el agua de Carabaña para quitar las manchas de la piel, la alegría de otra porque le habían echado menos de sesenta años, lo incómodo del corsé que tiene que llevar una y de toda la visión que había recuperado otra después de la operación de cataratas, se nos pasa el tiempo de la reunión en un suspiro.
Aunque han sido creadas por el mismo pensamiento, siempre salgo de estos encuentros con dos emociones opuestas: angustia por la evidencia del paso del tiempo y esperanza porque todavía me puede quedar tanto como el que he vivido hasta ahora.

lunes, 19 de diciembre de 2022

Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido

 

Imagen de Internet

Para Carlota hubo un antes y un después cuando, a los doce años, descubrió que era la hija bastarda del padre al que tanto adoraba. En ese momento entendió gestos y ausencias que había dado por normales porque era lo único que ella conocía, pero que no eran más que las migajas de un hombre que tenía que repartir el tiempo entre su familia legal y la otra, la formada por Carlota y su madre.
Cansada de pedir saber la verdad y después de conseguir un apellido al que consideraba que tenía derecho decidió romper el contacto con ese padre que no se cansaba de decir que la quería pero que no lo demostraba como ella ansiaba. Y todo seguiría así de no ser por la llamada que recibe una noche de la mujer con la que comparte apellido diciéndole que su padre está a punto de morir y pide verla una última vez.


Historia muy bien escrita, trama que te atrapa y te lleva sin darte cuenta de un lado a otro, descripciones detalladas y exquisitas, frases largas y a veces algo complejas que en lugar de despistar te obligan a leer despacio y prestar atención... Esta es mi impresión final, aunque al principio de la lectura y debido a lo detallado de las descripciones (que conseguían que pasara páginas sin que la trama avanzara) llegué a pensar que la historia no trataría nada más que el encuentro entre dos hermanas. Pero nada de eso, porque en algún momento todo empieza a ganar velocidad y te sientes como si fueras cuesta abajo, pero con la seguridad de que todo está muy bien controlado.

De las descripciones que he disfrutado tanto os dejo una, por no abusar, pero son varias las que me he guardado.
«Se acercó despacio hasta quedar junto a la cama articulada de hospital, con el cabecero un poco alzado para evitar la disnea que padecía el anciano; observó la decrepitud de aquel ser humano, siempre fuerte y vigoroso, de apariencia tan abatida ahora, irremediablemente doblegado por el peso de los años y ya rendido al presagiado final. Escuchaba atenta la cadencia ingrata del ronroneo de su respiración forzada a través de la mascarilla que le abarcaba la nariz y la boca, exhalando el aire una y otra vez, aferrado a la vida. Los párpados cerrados sobre sus ojos acuosos, la frente despejada y lisa moteada de manchas parduscas, el pelo blanco y abundante todavía, los carrillos arrugados por la cinta de sujeción de la máscara transparente, que dejaba entrever sus labios abiertos ligeramente, inertes y desvaídos. Los brazos dispuestos a lo largo del cuerpo encima de la sábana blanca, las manos huesudas, las uñas limpias aunque ya quebradas, la piel macilenta surcada por las venas como cánulas serpenteantes». 

Cada vez que gracias a algo que no depende de mí, como en este caso es el Club de Lectura, leo una novela que me gusta tanto como esta, me emociono al pensar en cuántas otras buenas historias habrá por ahí a la espera de que las descubra así, sin querer y sin buscarlas.

jueves, 15 de diciembre de 2022

Desconfiada por defecto


Ilustración de @guweiz. Instagram

Hace poco hablaba con una amiga sobre la desconfianza que nos causa la gente simpática y agradable en exceso.
Suena feo y hasta triste si me paro a pensarlo porque tampoco hay una explicación concreta que pueda aplicar a cada vez que me ha ocurrido. Es una sensación que me invade y que no puedo evitar.
Alguna persona conozco que es así por naturaleza, que sabes que no tiene segundas intenciones para tratarte como si fueras lo mejor del mundo, que esa sonrisa desbordada, esos gestos excesivos y ese tono de voz agresivamente alto forman parte de su forma de ser.
Pero es que también he coincidido con personas que me hubieran pillado más por sorpresa si me hubieran dicho de primeras que les diera la cartera que, intentando despistarme, han utilizado una amabilidad tan poco acorde con su persona y la situación que me ha sido imposible no ponerme la armadura de la desconfianza por escudo.

lunes, 12 de diciembre de 2022

¿Cómo soy?

 

 
Si digo que mi signo del zodiaco es Acuario seguramente algunas personas ya se harán una idea de cómo soy. Tengo El libro de Acuario y dice muchas cosas y muy concretas de mí, pero no te voy a contar si son verdad o no, así te llevas una sorpresa.
Si me llamara Lucas, según un página cualquiera de Internet sería cálido, alegre, leal y listo. Pero no me llamo Lucas, así que no sabes si soy así o no. En algo en lo que todos estaremos de acuerdo es que hay nombres que marcan, y no para bien precisamente. ¿Y qué pasa con los nombres compuestos? ¿Tiene más peso la personalidad del que tenga más letras o del que vaya primero por orden alfabético?
Tengo otro libro que se titula Cambia tu escritura para cambiar tu vida. Quizás me equivoque, pero pienso que el día que me decida a leerlo y llevarlo a la práctica supondrá un cambio en mi forma de ser.
Entre pendientes, pulseras, colgantes y anillos tengo algunos minerales: cuarzo, obsidiana, godalita, amatista, sodalita, lapislázuli, hematita... Cada uno con unas propiedades específicas que pueden intensificar ciertas características que ya tenemos, además de otras cosas. ¿Me lo creo? Pues no, pero me encantaría que fuera verdad y tan sencillo como llevar una piedra bonita encima. Aunque supongo que es como todo y para que funcione hay que acompañarlo de creencia y otras prácticas. Ya sabes, como lo de que hacer solo ejercicio o solo alimentarse de forma sana no funciona, hay que hacer ejercicio y alimentarse de forma saludable a la vez, sino lo estás haciendo a medias.  
Por cierto, soy mujer y hermana mayor, y ya te puedo decir que aunque no tengo pruebas tampoco tengo dudas de que si hubiera tenido una hermana en vez de un hermano yo sería diferente.
De vez en cuando me aparecen en el navegador del móvil artículos con títulos como «dime en qué postura duermes y te diré cómo eres», «dime que imagen ves primero y sabrás tu personalidad» y cosas así. Nunca los leo, así que no sé porqué el algoritmo ese que se encarga de mostrarnos cosas que pueden ser de nuestro interés se empeña en querer decirme cómo soy. Igual es una señal de que debo cambiar.

Me imagino la vida como recipiente y cientos de factores, circunstancias y casualidades como ingredientes. Decisiones ajenas con más o menos acierto hasta cierta edad como especias y elecciones propias a partir de cierto punto como caldo en el que cocinarlo todo. Todavía no le he encontrado el punto al sazonador y no entiendo de cocina, pero estoy en ello.

Mi Otra Yo

jueves, 8 de diciembre de 2022

Utilizando palabras

 
Ilustración de 9jedit. Instagram
 
Tiene algo, no sé el qué. Es como un pedazo de arcilla convirtiéndose en un jarrón, o un montón de ingredientes sin sentido en una olla que terminan siendo un plato delicioso.
Lo hemos hablado en otras ocasiones, lo sé, pero eso no evita que me siga maravillando cómo podemos crear algo de la nada, de una idea, de una sugerencia, de un susurro en nuestra conciencia. Cómo sin cerrar los ojos lo vemos claramente y podemos narrarlo con pelos y señales, pero a la hora de ponerlo por escrito hay tantas posibilidades que es complicado elegir la única.
Cuando me sorprendo maldiciendo la mayor de las bendiciones, las palabras, me reprendo rápidamente antes de que desaparezcan. Prefiero el diluvio de todas ellas sin tener dónde esconderme que la falta de herramientas para poder expresarme.
La mayoría de las veces me resisto a que el resultado final poco o nada tenga que ver con la chispa que inició el fuego, y en todas ellas tengo que terminar aceptando que realmente es un proceso que hay que pagar si quiero compartir lo que siento. No debería sorprenderme porque sorprendentemente casi siempre es así, pero parece que no aprendo. Surge la idea y me emociono, lo veo todo muy claro y lo siento más claro todavía, pero cuando llega el momento de poner las palabras sobre fondo blanco bailan y me muestran un sinfín de coreografías que no había ensayado.
Las manos que en mi mente acariciaban cierta parte del cuerpo sobre el papel tienen que justificar su recorrido. Las palabras que en ese diálogo imaginario eran pura insinuación en el papel suenan vulgares. Los gestos que en mi cabeza hablan por sí solos me dejan sin palabras con las que describirlos.
Si comparto lo que escribo no es por los demás, es por mí. Necesito escucharme fuera de mi cabeza y ver la forma de mis pensamientos. Demostrarme a mí misma que puedo crear algo con lo que estar satisfecha con la certeza de que habrá quien no opine lo mismo. Regarme con la confianza de que eso no me afecte. Estimularme con la esperanza de que como no soy única, habrá alguien por ahí tan único como yo que me entienda y me valore como yo debería de hacerlo sin ninguna duda.
¿Habéis contado alguna verdad sabiendo que se convertirá en mentira? Es lo que me pasa cuando digo que estoy satisfecha con lo que escribo; con el tiempo no dejo de estarlo, pero tampoco dejo de pensar que podría estar mejor. 
 
En ocasiones me empeño en que sea de cierta manera o con ciertas palabras. No fluye, pero sigo intentándolo porque creo que ya le he dado todas las vueltas que se le podía dar. Choco una y otra vez conmigo misma, incapaz de encontrar lo que no funciona. De pronto cedo, acepto que tengo que cambiar de palabras, de tono o de dirección, y cae el muro que me impedía ver más allá dejándome seguir.
 
Sentir que tenemos algo que decir es suficiente para hacerlo, ¿no crees?
Y aunque sirve cualquier cosa, no sirven unas palabras cualesquiera. El amor se demuestra diciéndolo, pero sobre todo eligiendo bien la forma de hacerlo. Pues con los sentimientos y los pensamientos pasa lo mismo, que hay que elegir muy bien las palabras para sentir que lo hemos hecho lo mejor posible. Y aunque no nos entiendan, si nos hemos esforzado todo lo que estaba en nuestra mano, debemos de darnos por satisfechos.
 

lunes, 5 de diciembre de 2022

Pollo con verduras

  

Todo empezó con el pollo con verduras.
 A su espalda y vigilando lo que cocinaba por encima de su hombro le advertí:
—Ahí veo mucho caldo. Lo prefiero más seco. 
Debí de darme cuenta que la falta de señales era la señal más clara de que algo no iba bien. No dijo nada, no se giró, ni siquiera se dignó a replicarme con la mirada como solía hacer. En silencio, eso sí.
—Bueno, esta vez te lo dejo pasar.
Estaba de buen humor y no quería que me amargara la cena. Menos mal que ya venía cargado del bar; la panza llena de pinchos y cervezas y los bolsillos de lo que le había sacado a la máquina.
 
Esa noche tuve un sueño espantoso, seguro que por culpa de la cena, porque los pinchos y las cervezas nunca me sientan mal.
Estaba yo sentado a la mesa, sin poder hablar, mientras no sé por qué teníamos de invitados a los vecinos del cuarto. Todos contentos y sonrientes, hasta Dolores, que siempre me recibe con la cara larga cuando llego justo para la hora de la cena.
Yo estoy ahí, de espectador, sin poder moverme ni hablar, viendo cómo se llevan a la boca el pollo con verduras que hay para cenar. En algún momento alguien dice que la carne está un poco seca.
—Como a mi Paco le gusta —dice Dolores mientras me mira.
Es en ese momento me doy cuenta de varias cosas; de por qué no puedo hablar, de que no es pollo lo que acompaña a las verduras y de que no es un sueño.

Mi Otra Yo




jueves, 1 de diciembre de 2022

Son parte de mí

 
Imagen creada a partir de ilustraciones de endmion1. Instagram
 
No sé si soy la persona con tendencia a hundirse o la que hasta ahora ha logrado salir a flote en cada ocasión.
Conviven y se complementan. Saben lo que necesito y siempre consiguen que me supere. Por cada momento de contemplación permitido me exigen otros de esfuerzo: me dejan recuperar fuerzas para poder demandar más de mí. La sensación de sentirme explotada desaparece cuando disfruto de los resultados. Entonces les doy las gracias por estar siempre ahí. 
 
Mi Otra Yo