lunes, 27 de marzo de 2017

Es para preocuparse

Ayer fuimos al parque y llegué a casa alucinada, asqueada, desmoralizada, triste...

Había 3 gitanas con sus hijos, y aunque todo lo que pasó entre ellos entra dentro de lo "normal" en su ambiente, aunque no me sorprendió, sí que me dejó muy mal cuerpo. Todos los gitanos no son iguales, lo sé, pero estos cumplen con todos los clichés que hay sobre ellos.
Ellas hablaban a sus hijos a gritos, a berridos, y los animaban a pelearse:¡Pégale, pégale!, coreaban ellas a los niños. Cuando la pelea se puso seria y vieron que los demás mirábamos una de ellas se levantó para recriminar a su hijo algo que ella le había animado a hacer. Claro, el niño salió corriendo, y ella le decía: ¡Ven aquí o te mato del palizón!
Cuando el niño se acercó la gitana cogió a sus cuatro hijos y se fueron del parque.

Mis hijos llevaron al parque dos escudos y dos espadas de madera, y estaban jugando con un amigo de mi hijo mayor. No sabemos si por los juguetes, o porque sí, había un niño pequeño que los seguía a todas partes y se colgaba, literalmente, de ellos. Como los mayores querían jugar tranquilos huían del pequeño, pero éste les seguía a todas partes, así que la reacción de la madre fue reñir a los grandes porque cuando se alejaban su hijo se iba detrás de ellos.
Recuerdo estar en la situación de esta madre, y del fastidio que me suponía, pero de ahí a reñir a los mayores porque se alejaban de mi hijo para poder jugar...

Pero la peor situación que viví con diferencia esa tarde fue con un niño de 12-13 años.
Primero eran dos, y empezaron a llamar "pringaos" a mis hijos y el amigo por jugar con los escudos y las espadas. De eso pasaron a lanzarles restos de petardos que quedaban en la fuente de la plaza del parque. Y cuando fui a ver qué pasaba y llamarles la atención se pusieron chulos y acabaron diciéndome cosas y lanzándome petardos a mí también. Nos alejamos de ahí porque tampoco supe qué hacer: cuanto más les recriminaba su actitud más agresivos y pesados se ponían, y lo que me apetecía hacerles me hubiera traído más problemas a mí que a ellos, siendo los que habían empezado. Para irnos a casa pasamos cerca de la fuente pensando que ya no estaban, pero apareció uno de ellos comportándose igual, ¿y qué hicimos?: alejarnos de él.
¿Qué tendría que haber hecho? No sé si la policía hubiera acudido ante un problema así, pero supongo que tendría que haber probado.
Otra opción: correr trás él y pegarle. Ya sé que no, por muchos motivos, pero me sentí tan impotente y tan indefensa, tan humillada por un niño de 12 años, que mi propia frustración me hacía querer hacer cosas a un niño que nunca me hubiera imaginado.
Es una pena que haya gente así, pero viendo actuar a la madre gitana no cuesta imaginar cómo actuarán sus hijos cuando sean mayores, por ejemplo.
Y aunque me mueva con otra clase de gente y no frecuente ciertos ambientes, no puedes evitar verte en situaciones que tú no has buscado y que te incomodan. Pero vamos, menuda mierda encontrarte tres situaciones así el mismo día, en la misma tarde.

martes, 7 de marzo de 2017

No tiene mérito

A mi hijo pequeño ya no le sirve el disfraz de Iron Man y se lo hemos dado a B para su hijo M. Ella me lo ha agradecido mil veces y como detalle nos ha regalado 3 botellas de vino. Yo también le he dicho mil veces que no tiene que darme nada, que el disfraz se lo damos porque queremos, y porque recordaba como su hijo se quedó con la boca abierta cuando vio a mis hijos disfrazados.
No hay más misterio: a mi hijo se le queda el disfraz pequeño y me acuerdo de B y de su hijo porque el día que coincidieron disfrazados pude presenciar como M fue toda la tarde detrás de mis hijos admirando sus disfraces. Sino hubiera pasado aquello, si yo no lo recordara, le hubiera dado el disfraz seguramente a algún niño más cercano, con el que tengamos más relación. Y tal cual se lo he explicado.
B me ha recordado que hace un par de años, cuando se quedó embarazada de su segundo hijo, le presté unos cuentos muy bonitos que trataban sobre la llegada de un hermano, y que a mi hijo mayor le gustaron mucho.
También sin misterio: esos libros los he prestado varias veces, y en el momento que me enteré de que estaba embarazada volvía a tenerlos en casa. Ella es encantadora y sé que también le gustan los libros, así de sencillo.
Entiendo que me lo agradezca, y el motivo principal lo comparto: que me haya acordado de ella. A mí también me pasa. Pero pienso que lo que he hecho no tiene mérito. Lo he hecho porque me ha salido, no me ha costado nada. Ha sido algo tan natural como saludar a un amigo que te encuentras por la calle.

Para mí tendría mérito hacer y decir todas esas cosas que tengo dentro, que unas veces no me dejan respirar y otras me hacen sentir que no merezco tener lo que tengo.
Decirte que lo que has hecho no está bien, que me has decepcionado y aun así te quiero.
Poder darte todos esos abrazos que necesitas y decirte lo que quieres oír.
Confesarte que a veces me ahogas, y que necesito estar lejos para tomar aire.
Preguntarte cómo has sido capaz de hacer lo que has hecho, en qué estabas pensando.
Pedirte que no te apoyes en mí, que no esperes que sea yo quien te salve. Confesarte que creo que tendría que ser al contrario.
Reconocer que no te conozco. Que lo que sé de ti es por lo que has hecho y por lo que me han contado. Que mis recuerdos contigo son muy pocos. Y de todos juntos indiferentes o malos.
Admitir que si no estoy más con vosotros es porque no quiero, porque lo necesito y me sienta bien.
Concederme un descanso, aceptarme y no hacerme la responsable de todo. Dejar de sentirme mal por lo que pienso y siento.
Para mí tendría mérito hacer y decir todo esto, porque cuesta y se hace duro. Son cosas que pienso mucho, y que solo pensarlas me suponen un esfuerzo, muchas veces dolor.
Lo demás, lo hago con mucho gusto, porque quiero.