lunes, 31 de julio de 2023

El peor vecino del mundo


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El peor vecino del mundo es una película americana del año 2022, remake de otra sueca del 2015 y a la vez versión de un libro del año 2012.
 
Otto siempre ha tenido un carácter especial que se acaba convirtiendo en antisocial con la muerte de su esposa. Sin éxito, y sin nada que le retenga en este mundo, intenta terminar varias veces con su vida. La llegada de unos vecinos nuevos consigue sacarle lo suficiente de su rutina como para olvidarse de su empeño por morir y descubrir que aunque no le importe nadie más hay personas para las que él sí es importante.

Su argumento no me ha parecido original, de hecho me recuerda mucho a Mejor Imposible, donde el gruñón es muy gruñón y los buenos son muy buenos. Pero como siempre me ha gustado la interpretación de Tom Hanks.
Me pasa algo curioso con él y con Brad Pitt, que aunque me parecen buenos actores y me suelen gustar sus películas, no me caen bien. Y no tengo ninguna razón en concreto.
Aun así recomiendo la película.
 

jueves, 27 de julio de 2023

Distancia

 
Ilustración de @endmion1. Instagram
 
La distancia nos hizo cercanos.
 
Mi Otra Yo 
 
 
 

lunes, 24 de julio de 2023

Trayecto Infernal


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La protagonista es una taxista —e intento de monologuista en sus ratos libres— acostumbrada a encontrarse con gente de todo tipo, claro que nunca había tenido como cliente a un cazador de demonios. 
 
Esta es de esas películas que no son lo que te esperas pero después incluso lo agradeces.
Por el título di por hecho que pasaría miedo, quizás incluso asco. Pues nada, como mucho algo de tensión y bastantes risas, aunque no hasta el punto de llorar. 
La recomiendo para pasar un rato si estás abierto a encontrar cualquier cosa menos lo que esperas.
 
 

jueves, 20 de julio de 2023

¿De qué sirve?

  
Ilustración de Henn Kim. Instagram
 
¿De qué te sirve parecer feliz
si no lo eres?

Mi Otra Yo

lunes, 17 de julio de 2023

¿Qué es arte?


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El artículo al que os lleva el primero de los enlaces que os pongo a continuación comienza con la siguiente frase:
 
  «Hay quien dice que el hiperrealismo no es arte, que tan solo es una reproducción muy bien conseguida de la realidad».
 

Leng Jun es un pintor chino nacido hace 60 años al que en más de una ocasión se le ha puesto en duda por lo realistas que son sus obras. La imagen que encabeza esta entrada es una de ellas.
Para mí es arte. ¿Cómo se puede llamar sino a la capacidad de reproducir mediante pinceladas la realidad hasta el punto de hacerte dudar si es una fotografía o no?

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No entiendo de arte, solo de cosas que me gustan. De hecho diría que ciertos graffitis son también obras de arte.


jueves, 13 de julio de 2023

Paciencia

 
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—La paciencia siempre tiene recompensa.
—No es cierto.
—¿Por qué dices eso?
—Porque aquí sigo, esperándote.
—Tienes que esperar un poco más.
—La paciencia también tiene un límite. Aviso.
 
Y no supo prever que la espalda de la persona que siempre había estado a su lado sería lo último que vería de ella.
 
Mi Otra Yo
 

lunes, 10 de julio de 2023

Declaración de amor

 


No sé si admirar a la persona responsable de tal declaración de amor u odiarla por el sacrilegio que supone grabar este sentimiento en un lugar sagrado.  

jueves, 6 de julio de 2023

La sustituta


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No sé por qué, pero a la palabra «sustituta» siempre le he encontrado una connotación negativa, como a «suegra», «cuñada» o «madrastra». 
 

lunes, 3 de julio de 2023

Tokio Blues


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No me gusta copiar las sinopsis que encuentro en Internet de los libros que os comento, pero en este caso lo voy a hacer porque me cuesta encontrar las palabras con las que sentir que me explico bien.

 
«Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha casualmente mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los Beatles, y la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta. Toru recuerda, con una mezcla de melancolía y desasosiego, a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor —y único— amigo de la adolescencia, Kizuki. El suicidio de éste les distancia durante un año hasta que se reencuentran en la universidad. Inician allí una relación íntima; sin embargo, la frágil salud mental de Naoko se resiente y la internan en un centro de reposo. Al poco, Toru se enamora de Midori, una joven activa y resuelta. Indeciso, sumido en dudas y temores, experimenta el deslumbramiento y el desengaño allá donde todo parece cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte. La situación, para él, para los tres, se ha vuelto insostenible; ninguno parece capaz de alcanzar el delicado equilibrio entre las esperanzas juveniles y la necesidad de encontrar un lugar en el mundo.

Con un fino sentido del humor, Murakami ha escrito el conmovedor relato de una educación sentimental, pero también de las pérdidas que implica toda maduración».

 

Después de muchas vueltas todo lo que se me ha ocurrido a mí como sinopsis es: «Una canción de los Beatles es la responsable de que Toru retroceda en el tiempo y nos relate parte de su juventud, de su época universitaria y de las amistades y amores que le marcaron». Y la verdad es que no me parece que esté a la altura. Aunque resumido sí que está, hay que reconocerlo, y eso que me caracterizo por darle demasiadas vueltas a todo y tener problemas para concretar.

Tokio Blues es un libro del que había oído mucho hablar, tanto como de su autor, pero que seguramente no hubiera leído de no ser porque era una lectura del club. Creo que he leído otras tres obras suyas y esta me ha parecido igual que el resto; extraña pero lo suficiente interesante como para querer terminarla, aunque no me haya abandonado esa sensación de agujero en el pecho que me parece tan típica de las lecturas japonesas. Muy bien escrita, como siempre, y con unas descripciones exquisitas.
Descripciones que logran que me pregunte si ha vivido todo lo que relata —aunque sé que no— y eso hace que me maraville más todavía la capacidad de ciertas personas para poder detallar tan fielmente cosas que no han vivido en primera persona. Y os tengo que reconocer que no solo me maravilla esa capacidad, también la envidio, y después la admiro. 
Pero bien pensado, si yo no he vivido tampoco lo que el autor nos cuenta puedo estar equivocada al pensar que su descripción es fiel. Aunque en eso consiste precisamente ser buen escritor ¿no? Hacernos creer y sentir que lo que leemos es cierto.

Para mí, Tokio Blues es un libro que hay que leer despacio, tomándote tu tiempo y retomando la lectura cuando el cuerpo te lo pida. A diferencia de otros libros en esta historia te lo puedes —a veces es necesario— tomar con calma porque no pierdes el hilo aunque estés unos días sin leerla. Además, no hay demasiados personajes y todos se diferencian de una forma tan clara que es difícil confundirse. 
Ha pasado demasiado desde que lo leí hasta que he podido comentarlo aquí; primero porque necesitaba dejar pasar un tiempo para valorarlo, después porque no encontraba las palabras y más tarde porque ha sido difícil conseguir sentarme a escribir sobre él. Pero tampoco tanto como para olvidar cómo me ha hecho sentir o creer que ya no vale la pena comentarlo.
En ocasiones es necesario dejar pasar ese período desde que lees una novela hasta que la comentas, y aunque no me guste es eso, necesario. Pero a veces ha pasado tanto tiempo desde la lectura que lo dejo pasar y no comento nada.


A continuación comparto dos párrafos de todos los que he copiado para volver a leer cuando quiera pero que seguramente no haré. Algo curioso también, porque incluso sabiendo que nunca volveré a leerlos, que incluso ni recuerde que los tengo, necesito copiarlos pensando que sí.

«Cuando me desperté, al otro lado de la ventana una niebla blanca como la leche lo envolvía todo, pero, conforme el sol fue subiendo en el horizonte, la niebla fue barrida por el viento y reaparecieron los bosques y las montañas».
 
Todos hemos vivido esta experiencia y en caso de que no, estoy segura de que estas palabras han sido suficientes para imaginar que sí.
 
 «Al rato volví a introducir dentro de ella mi pene erecto. Debajo de mí, Reiko se retorcía de placer y contenía el aliento. Mientras la abrazaba y movía, despacio y en silencio, el pene dentro de su vagina, hablamos de muchas cosas. Era maravilloso charlar mientras hacíamos el amor. Cuando se reía de mis bromas el temblor de su risa se transmitía a mi pene. Permanecimos largo tiempo abrazados de este modo».
 
Esta descripción me gusta por lo natural e íntimo del momento y porque aunque no sé cómo debe ser tener pene y sentir el temblor de una risa sí que sé cómo se siente tener un pene dentro de ti mientras te ríes.
 
 
En 2010 se hizo una adaptación al cine de la novela. Después de ver algún trailer prefiero quedarme con el recuerdo que me ha dejado la lectura del libro.