La situación que estamos viviendo no es la primera, ni será la última, en la que podemos ver lo mejor y lo peor de cada uno.
Reconozco que las muestras solidarias, las demostraciones de humanidad y gestos de generosidad me emocionan y desagradan a partes iguales.
Agradezco a quien siempre está ahí para los demás y no se lo piensa dos veces antes de ofrecer su ayuda, y aborrezco a quien aprovecha cualquier oportunidad para sacar beneficio de la desgracia ajena.
Todos somos eslabones de una misma cadena y me parece muy triste que tengamos que pasar por cosas así para valorar a la persona que nos cobra todos los días en el supermercado, por ejemplo. De normal, la mayoría somos unos bordes que en algún momento hemos pagado nuestra frustración o mal día con alguien, incluida esa cajera a la que ahora dedican un aplauso todas las noches. Que sí, que todos somos humanos y podemos tener un mal día, pero por eso mismo, porque todos lo somos y todos los tenemos.
Todos, el que da los aplausos y el que los recibe, deberíamos de ser más conscientes de los demás. Para bien o para mal cualquier acción, pequeña o grande, buena o mala, tiene efecto en los demás. Y todos somos los demás en algún momento.
En casa no somos muy de salir, así que en principio lo del encierro no nos supone un encontrar cosas que hacer a toda costa, por eso los dos primeros días en los que anunciaron que no se podría salir a la calle acabé cansada de tanto mensaje en los grupos de whatsapp con sugerencias, consejos y recursos para poder estar en casa sin aburrirnos. Parecía que sí o sí teníamos que tener a los niños ocupados con actividades, cuantas más mejor. Vamos, que al final iban a estar más ocupados que si siguieran vida normal con colegio y extraescolares.
15 días (de momento) son muchos para que los niños estén encerrados en casa, que sí, pero ¿no hemos deseado alguna vez la oportunidad de parar, de aburrirnos, de tener la excusa para no hacer nada? Pues aquí la tenemos. ¿Por qué no aprovechar la ocasión para estar tirados en el sofá viendo la tele, leyendo o simplemente dormitando? ¿Por qué no aprovechar para abusar de las tecnologías que todos tenemos en casa y que de normal deberíamos de utilizar a cuenta gotas?
A mí lo que me da miedo el miedo de la gente, porque es el peor y más contagioso de los virus.