domingo, 31 de julio de 2011

¿Cuestión de tiempo?

Nunca creí que llegáramos a esto.
Estoy cansada de buscar las palabras para explicarte lo que siento y no encontrarlas.
Cuanto más tiempo pasa, menos segura estoy de que lo que necesites sea eso; tiempo.
Los recuerdos, las fotografías, los vídeos, los mensajes y los regalos me dicen que nuestra amistad, nuestra vida en común ha existido. Pero tu actitud, tu indiferencia, tu rechazo, tu silencio me dicen que para tí no he significado nada.
Intento imaginar qué piensas, cómo estás y qué sientes para que actúes así. Para que puedas ver mis llamadas perdidas y no responderme. Para que puedas leer mis correos y mensajes y no contestarlos.
¿No me merezco que contestes al teléfono y me digas "déjame tranquila"? ¿No me merezco que me devuelvas los mensajes aunque sea con un "no quiero volver a saber de ti"?
No pensaba que el silencio fuera tan grande, que albergara tantas respuestas, ¿cuál será la cierta?
Tengo en cuenta que puedes estar mal, muy mal, pero ni aún así me sirve de excusa que "estas cosas no se hablan por teléfono", sobre todo sino eres tú quien me lo dice.

Eres mi mejor amiga, esa persona que sabe lo que voy a decir antes de que lo diga. La única persona, a parte de César, a la que puedo decir lo que pienso sin pensar lo que digo, (¿te recuerda a algo esta frase?)
¿Tan mal me quieres para hacerme esto?

Te echo de menos, no te imaginas cuánto.

Que las cosas no vuelvan a ser nunca como antes no es motivo para que terminen.
Yo te quiero por quién eres, por cómo eres, con todas tus cosas y tus cosillas, y no me importa que ya no estéis juntos.

No puedo creer que no pienses en mí, en César, en los chicos. ¿No tienes curiosidad por conocer a Gonzalo? ¿No te gustaría comprobar que Rodrigo sigue siendo el niño dulce y alegre de siempre?

Todas las palabras me parecen pocas porque siempre quiero decir más de lo que digo. Por que me da miedo no encontrar las adecuadas para convencerte, para conseguir que nos aceptes en tu nueva vida.

No me has dejado consolarte, acompañarte, en este mal trago. ¿No lo necesitabas o no lo querías? Da igual.

Te dejo tranquila, y no porque no quiera saber de ti, sino porque tú no quieres tenerme cerca.

Te esperaré, pacientemente, viendo a mis hijos crecer, imaginando las conversaciones que tendríamos, guardándote tu puesto de mejor amiga.

No te guardo rencor, ni siquiera estoy enfadada. Sólo muy triste y dolida. Como no sé los motivos ni las razones que te llevan a actuar así, no puedo sentirme de otra forma.

Te quiero Noelia.