jueves, 9 de septiembre de 2021

Tierra

Regalar un libro es un asunto delicado, incluso aunque se lo regales a alguien que le guste mucho leer. Más incluso, porque si a alguien que le gusta mucho leer justo no le gusta el libro que yo le regalo... menudo chasco.
Pero estar en el otro lado, ser la persona que recibe el regalo, también tiene su riesgo. Tú sabes que quien te hace el regalo sabe que te gusta leer y solo esperas que no sea una de esas personas que piense que porque te guste la lectura te va a gustar ese libro sí o sí.
¿Pero qué pasa si la persona que te regala un libro ya lo ha leído y por supuesto te lo regala porque le ha gustado lo suficiente como para hacerte ese detalle?  Pues que esperas que a ti también te guste pero si al final no es así pues no pasa nada, porque de esa diferencia de opinión seguro que surge un buen debate.
Yo soy de regalar libros, siempre que tengo la oportunidad y la mínima seguridad de que puedo acertar prefiero regalar un libro antes que cualquier otra cosa.

Tierra, de Eloy Moreno, fue uno de los regalos que me hicieron mis amigas por mi cumpleaños este año. El acierto fue doble porque me encantó el regalo en sí y me gustó su lectura.

Imagen de Internet

Yo soy malísima para adivinar finales, pero es que el desenlace de esta historia no me lo hubiera podido imaginar nunca. Sí que cuando termino un libro hago memoria y pienso que esto o lo otro ya se veía venir, pero en esta ocasión no ha sido así.
Estamos idiotizados y absorbidos por Internet, las redes sociales, la televisión, los realities... No todos, diréis. Tenéis razón, todos no, pero muchísimos sí. Y yo me incluyo.
Aún sabiendo que lo que muestran las redes no es cierto, que hay filtros, retoques, que la fotografía se ha repetido mil veces hasta que se muestra exactamente lo que queremos mostrar... llega un momento en el que ya no piensas en nada de todo eso. No te planteas ni te cuestionas nada, simplemente miras algo que pasa por tu mente dejando unas veces más rastro que otras.
Quizás yo me haya quedado con la parte más frívola del libro, pero es que es lo que me ha asustado porque es algo que ya está aquí, que ha ido entrando poco a poco en nuestras vidas sin darnos cuenta. Seguidores, likes, influencers, youtubers, tiktokers... ¡que hay gente que se gana la vida haciendo vídeos estúpidos y subiéndolos a las redes sociales!
Lo he dicho y lo vuelvo a decir, Internet tiene cosas estupendas, pero también otras muy dañinas. Y aquí llegamos a lo de siempre, depende del uso que se le dé. 

lunes, 6 de septiembre de 2021

Los chicos del bádminton

Con este drama me he reído mucho pero también he llorado. Esto último creo que ya está dejando de ser novedad en mí y está pasando a ser una costumbre, o son estas series coreanas que saben cómo tocarme la fibra sensible.



El argumento realmente no es tan original: debido a problemas económicos un entrenador de bádminton debe mudarse a un pueblo junto a su familia, donde entrenará al equipo local.
Tengo que decir que como el bádminton no es un deporte que conozca demasiado me ha parecido muy interesante todo lo que he podido aprender sobre el tema.
En cada uno de los episodios se representan varios problemas que acabarán siendo superados por los protagonistas, unas veces con más esfuerzo que otras, pero siempre con una moraleja final.
Es juvenil y entretenido, sin más. Ideal para pasar un buen rato y olvidarte de los problemas, aunque en algún momento sea inevitable dejar caer alguna lagrimilla.
Yo lo recomiendo.

jueves, 2 de septiembre de 2021

No quiero dejar de asombrarme

Con el paso de los años y con algo de esfuerzo he ido encontrando cosas de mí que me gustan.

No son cosas nuevas, la verdad, ni tampoco muchas, son características o detalles de mi forma de ser que siempre han estado ahí y nunca las he visto como algo positivo o a tener en cuenta.
Estos días hay una de ellas que he tenido más presente y que sería la que elegiría si tuviera que decir qué es lo que más me gusta de mí: mi capacidad de asombro.

Ya no soy una chiquilla, tengo una edad y se supone que cierta experiencia, pero aun así no dejo de sorprenderme por cosas que a veces hasta a mí me cuesta reconocer. 
¿Y por qué me cuesta reconocer? Hasta eso me asombra. Hay cosas que de tan sencillas y lógicas me asombra que me sorprendan.