lunes, 7 de mayo de 2012

Nada es lo que era

Hay días y fiestas que acaban convirtiéndose en un negocio: el día de los enamorados, el del padre, el de la madre... Algunos parece que surgen de la nada, que nunca han hecho falta y de pronto te encuentras celebrando algo que no sabes muy bien para qué sirve. Otros siempre han estado ahí.
Recuerdo haber hecho manualidades en el colegio para regalar a mi padre y a mi madre, a cada uno en su día. Incluso ya más mayorcita, hacer yo por mi cuenta tarjetas diciéndole cuánto les quería y admiraba. Ya de más mayor, cuando empezaba a tener algo de dinero ahorrado de mis pagas semanales, les compraba cosas típicas de ese día, como los platitos dedicados al mejor padre o a la mamá mas guapa del mundo.
Ahora soy yo la madre, pero las cosas han cambiado mucho desde entonces.
Hay que decir que ni mi marido ni yo somos demasiado detallistas en estos días tan concretos. Pensamos que somos padres 365 días al año, y que seguiremos enamorados el uno del otro lo que nos queda de vida. Aún así, para que mentir, me hacía ilusión pensar que algún día mis hijos me traerían un regalo hecho en el colegio para ese día.
Celebran otros días y, además de explicarles en qué consisten, traen manualidades hechas por ellos relacionadas con el tema: el día de la paz, de Santa Catalina, Sant Antoni, Sant Jordi... pero ya no hacen nada relacionado con el día del padre o de la madre.
No se desde cuando ni si es así en todos los centros, pero mi hijo empezó el colegio el año pasado y ya no hicieron nada. El motivo: que las familias ya no son lo que eran. También desconozco si fue una iniciativa del colegio o se tomó esa decisión porque algunos padres comentaran algo.
Nada es lo que era y todo cambia pero, personalmente, pienso que no ofendía a nadie mantener una actividad relacionada con ese día. Son de esas cosas que se hacen desde hace tanto tiempo que se convierten en tradición.
Ahora hay más libertad y es más normal encontrar familias en las que hay dos mamás, dos papás, en las que tu padre o tu madre cambia a menudo de pareja... y en las que como toda la vida, has tenido la desgracia de perder a alguno de tus progenitores porque a muerto. O simplemente porque tu madre ha decidido ser madre soltera.
Pero bien pensado, tiene que ser triste y difícil de entender para un niño estar haciendo un regalo en el colegio para alguien a quien no tiene para dárselo. Visto así, entiendo porqué han dejado de hacer el detalle para esos días.




domingo, 6 de mayo de 2012

Diez minutos más

Nunca me ha costado levantarme de la cama cuando suena el despertador. A mí eso de ponerlo para que vuelva a sonar más tarde y dormir unos minutillos más no me aprovecha nada; empiezo a dar vueltas en la cama y lo único que consigo es ponerme nerviosa.
Pero desde que tengo hijos, desde que duermo con ellos, todo es diferente. Ahora si que me aprovechan esos diez minutos más, pero no durmiendo.
Todas las mañanas, antes de levantarme, dedico unos instantes a mirarlos, a contemplarlos. Les tapo si están destapados, les beso la carita y acaricio sus manos. Me gusta ser consciente del gran regalo que tengo a mi lado mientras escucho sus respiraciones acompasadas. Meto mi nariz en su cuello para sentir ese olor a carne tierna tan característico de los niños pequeños.
Y me levanto contenta y feliz porque sé que esa misma noche volveré a dormir con ellos, y que a la mañana siguiente disfrutaré otra vez de esos diez minutos más.