domingo, 6 de mayo de 2012

Diez minutos más

Nunca me ha costado levantarme de la cama cuando suena el despertador. A mí eso de ponerlo para que vuelva a sonar más tarde y dormir unos minutillos más no me aprovecha nada; empiezo a dar vueltas en la cama y lo único que consigo es ponerme nerviosa.
Pero desde que tengo hijos, desde que duermo con ellos, todo es diferente. Ahora si que me aprovechan esos diez minutos más, pero no durmiendo.
Todas las mañanas, antes de levantarme, dedico unos instantes a mirarlos, a contemplarlos. Les tapo si están destapados, les beso la carita y acaricio sus manos. Me gusta ser consciente del gran regalo que tengo a mi lado mientras escucho sus respiraciones acompasadas. Meto mi nariz en su cuello para sentir ese olor a carne tierna tan característico de los niños pequeños.
Y me levanto contenta y feliz porque sé que esa misma noche volveré a dormir con ellos, y que a la mañana siguiente disfrutaré otra vez de esos diez minutos más.

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