lunes, 31 de diciembre de 2018

Es ley de vida, pero es triste

Borrador.

"Nunca me había preocupado la vejez, el paso del tiempo, la muerte... pero ahora sí.
Supongo que es por la edad, por los hijos: mi cuerpo cambia, pierde y se resiente, me hace ser más consciente de que el tiempo pasa. Mis hijos crecen, ellos "van para arriba y nosotros para abajo", pienso en su futuro más que en el mío, y eso hace que piense en el tiempo que pasa, y el que me queda.

Ayer nos visitó el abuelo de mi marido, que tiene 83 años y hace más de 20 que lo conozco. Hace tiempo que soy consciente de lo mayor que se está haciendo, pero como lo vemos muy poco cada vez que nos encontramos es como si el tiempo hubiera pasado de golpe. Con mis padres, o incluso mis suegros, como los veo más a menudo todo es más progresivo. Está claro que si me paro a pensar y a recordar cosas de hace unos años aprecio cómo pasa el tiempo también para ellos, cómo han envejecido, pero parece que lo hacen más despacio... hasta que rescato recuerdos, comparo, y me pregunto dónde han ido a parar todos esos años".

Si no recuerdo mal esto lo escribí hace una par de años, como poco, y por suerte el abuelo de mi marido sigue vivo. Por eso mismo es todavía más evidente el paso del tiempo en él, que es  el familiar más anciano que tenemos cerca.
Mis hijos tienen 11 y casi 8 años, siguen creciendo sanos mientras nosotros ya hemos pasado de los 40, con lo que ello conlleva. La frase "es la edad" parece que sirve de explicación para cualquier cosa que te pasa a partir de este número.
Y sí, es ley de vida, pero es triste ver cómo pasa el tiempo y la huella que deja en  nosotros...
Pero bueno, la vida es vida, y más triste es perder el tiempo lamentándose por lo que es inevitable y que realmente tendríamos que agradecer. No cambio ninguno de mis "es por la edad" si con ellos puedo seguir viendo crecer a mis hijos, si puedo seguir tachando días en el calendario al lado de mi marido.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Los errores de nuestros padres

Hace tiempo dije que iba a recuperar los borradores que se me habían ido acumulando, pero dejé de hacerlo. 

Este es uno de ellos.

"Mis padres son personas, y como tal, se equivocan. Yo también me equivoco, y aunque soy su hija y me parezco a ellos, también hay muchas cosas en las que somos diferentes. Y como en todas las familias, en la nuestra también hay diferencias.
Mis padres han hecho y hacen cosas que no me parecen bien. Toman decisiones que yo creo equivocadas. E igual que pienso esto de mis padres también lo pienso de mis suegros, de mis amigos, de los padres de mis amigas... En conclusión, que todos somos diferentes y, guste o no a los demás, actuamos en consecuencia con lo que pensamos, así que a todos no los podemos complacer.
Y por supuesto no todo es malo, porque como padres para mí son los mejores del mundo, y gracias a ellos soy como soy y estoy donde estoy".

¿Sigo pensando lo mismo? Pues sí. Y me doy cuenta que con la edad, la mía, acepto más cosas. Bueno, no más cosas, pero sí que soy más consciente de las circunstancias que les han llevado a hacer lo que hayan hecho, lo comparta o no.



sábado, 29 de diciembre de 2018

¿Por qué soñamos lo que soñamos?

Recuerdo vagamente el sueño de esta noche:
estaba en una librería grande y agradable, con muchas ventanas. También había mucho material de papelería y me sentía muy a gusto, como me siento siempre en sitios así.
La persona encargada era un hombre al que sé que conozco y con el que tengo confianza, pero no consigo recordar quien era. Me explicaba el funcionamiento de una especie de copiadora, para cuando necesitara utilizarla.
La interpretación del momento era que me estaba sugiriendo la posibilidad de ofrecerme trabajar ahí, aunque yo no lo sabía interpretar en el momento. Es más tarde, hablando con mi marido, cuando entiendo que me están ofreciendo trabajar en un sitio que me encanta. Y siento que la espera ha valido la pena, que tengo mi recompensa.
No creo en los sueños premonitorios, pero sí en que nuestra cabeza sigue pensando mientras dormimos, y que nuestros pensamientos se transforman en sueños.
Y no sé si la espera habrá valido la pena en mi caso, pero es cierto que hace tiempo que le doy vueltas al tema del trabajo. Y me asusta. No me asusta trabajar, sino cambiar mi mundo, mi espacio, tener que relacionarme con más gente, y  me preocupa, mucho, en cómo afectará a mi casa, a mis hijos.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Se reencarnará en perro

Mi hijo pequeño, que el mes que viene cumple 8 años, se reencarnará en perro. Es lo que me dijo ayer.
Primero me preguntó si uno cuando muere y se hace fantasma puede meterse en el cuerpo de otra persona. De ahí llegamos a que lo que a él le interesaba hacer cuando muriera era reencarnarse. Y ya tenía claro que él se reencarnaría en el perro que tuviera su hijo o su hija, así podría seguir con él/ella después de muerto.

Estas conversaciones son las que nunca quisieras olvidar. Su inocencia, sus cábalas para llegar a esas conclusiones, sus razonamientos... el que crea que tú lo sabes todo y puedes resolverle cualquier duda. Que lo que tú le digas es la verdad verdadera.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Sesión de Club

La semana tuvimos reunión del Club de Lectura.
Y siendo yo la más joven de las asistentes (sí, las, porque el 99,99 % de las veces somos solo mujeres), a veces se me va el santo al cielo imaginando cómo seré yo a la edad del resto. 
Han pasado sus cosas, y muchas no buenas, pero actualmente se las ve bien. Unas viudas, otras solteras, alguna todavía junto a su pareja, están sanas y con los achaques propios de la edad de cada una, y como les sobra tiempo, lo dedican a lo que más les gusta, que es la lectura y a otras actividades organizadas y pensadas para la gente de la tercera edad.
No sé qué será de mí, de mi vida, cuando tenga la edad que tienen ellas... ya llegará.
La diferencia de edad, la generaciones que nos separan, hacen que muchas veces ellas estén de acuerdo en algo y yo sea la única que difiera. Nunca hay discusiones, solo intercambio de opiniones. Exponemos nuestros puntos de vista sin intentar imponer nuestras razones.
Pero hay una compañera de club, casualmente la que "está a otro nivel", por eso de que cree que el cosmos y el universo tienen un plan para cada uno de nosotros, que siempre insiste un poquito más de lo necesario en que hay que ver las cosas de otra manera, de la suya, por supuesto.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Cualquiera puede escribir un libro

No es cierto. 
Y me queda muy claro cuando acabo de leer libros como "Todo lo mejor", de César Pérez Gellida, o "Los señores del tiempo", de Eva García Sáenz de Urturi.
Aunque en realidad sí que es cierto que cualquiera puede escribir un libro, y que se lo publiquen. El ejemplo está en los libros escritos por youtubers que leen mis hijos, o en esas biografías de "famosos" que creen que tienen algo que contar, y que además nos interesa.
Pero bueno, para gustos colores, y está claro que lo que a mí me puede parecer una gran novela a otro no le tiene por qué gustar.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Media hora

"Hay que escribir media hora cada día...".
Vamos, practicar, como para todo. Lo leí hace poco, pero siempre lo he sabido, siempre lo he comprobado. Cuando escribes a diario cuesta menos arrancar, romper la pereza o la inseguridad. Lo de la media hora, una cifra, sin más. Lo ideal es escribir todos los días, cuanto más mejor, y siempre es mejor poco que nada.
Querría decir que escribo, mentalmente, todos los días, a todas horas, pero no es lo mismo.

Estas líneas no son las primeras que escribo hoy, así que podría decir que ya he cumplido, pero prefiero no hacerlo. Eso sería como conformarse, excusarse para no seguir haciéndolo.
Así que aunque lo dejo aquí, en este medio, quiero decir que sigo escribiendo.

jueves, 20 de diciembre de 2018

11 años

Hoy cumples 11 años, y sigues siendo un niño.
Eres casi tan alto como yo, pero todavía eres un niño.
Cariñoso siempre, e intenso en tus estados de ánimo.
No dejan de sorprenderme tus razonamientos de adulto, y aún así mantienes toda la inocencia propia de un niño.
Todavía recuerdo el instante, la sensación que recorrió mi cuerpo cuando toda yo decidí ser madre por primera vez. Y es que tú eres y serás "el de las primeras veces".
11 años son una vida, y sin embargo no son nada con lo que todavía te queda por vivir.
Quiero que nuestra relación te aporte todo lo necesario para crecer seguro y libre. Quiero que vivas con libertad, sin ataduras ni cargas que no te corresponden. Que tu mochila pese poco para poder llegar lejos, pero que tu corazón y tus recuerdos rebosen de lo que hemos vivido en familia.
Un día como hoy, hace 11 años, cambió todo en mi vida. Cualquier frase hecha, por muy acertada que sea, se queda corta.
Me seguiré esforzando para que puedas seguir siendo un niño el tiempo que quieras, el que necesites. El "tiene que madurar" ya no me da miedo, porque siempre lo has hecho, a tu ritmo. Y todo ha sido más fácil cuando lo hemos respetado.


viernes, 14 de diciembre de 2018

Me resisto

Me resisto a dejarme llevar por mi tendencia al pesimismo.
Estos días estoy en plena lucha con ella. Yo le echo la culpa a la Navidad, que no me gusta demasiado, pero quizás simplemente sea que ésta sea la época del bajón, sin más.
Llevo viendo durante toda mi vida los estragos que hace el pesimismo y no quiero repetirlo, así que me esfuerzo mucho por conseguir lo contrario. Y eso no quiere decir que yo sea la alegría de la huerta, ni mucho menos. De hecho soy seria (y estoy orgullosa de ello, aunque a veces me gustaría serlo menos), pero una cosa no quita la otra.
Intento tomarme las cosas de otra manera, ver la parte buena, que siempre la hay, por muy pequeña que sea. Y si alguna vez aparece el desánimo, le dejo estar en su justa medida, que todo es necesario, pero no me recreo en él, ni me dejo arrastrar hasta el fondo.
Sé que todos los estados son necesarios, que no es bueno estar siempre triste y que no se puede estar siempre feliz.
Mi cara muchas veces no refleja cómo me siento, o no lo entienden así los demás. La mayoría de los días estoy bien, y me siento plena y feliz por lo que tengo, aunque no haya una sonrisa permanente pintada en mi cara.
Es cómo nos sentimos por dentro, no cómo nos vean los demás.

jueves, 13 de diciembre de 2018

Me apetece

Mañana me voy de cena con las chicas de la piscina. Con mis amigas de la piscina. Y me apetece.
Este verano también fueron, junto a más gente, pero ni si quiera me lo planteé, no me apetecía.
Lo de mañana es diferente, y es que desde el mismo momento en el que se planteó, hace casi un mes, tenía ganas de que llegara el día.
¿Y qué sé de mis amigas de la piscina? Pues prácticamente nada: lo justo y necesario.
Nos vemos unos cinco días a la semana, a primera hora de la mañana, y no llegamos a hablar durante más de media hora. El ambiente es agradable y distendido, hablamos de todo y de nada, nos reímos y nos gusta bromear sobre la peculiaridad de madrugar por placer.
Menos a dos de ellas, que ya las conocía de antes y de situaciones diferentes, no conocía a nadie más. Y no creo que las hubiera conocido sino hubiéramos coincidido en la piscina.
Mañana me lo pasaré bien, porque me apetece.

lunes, 10 de diciembre de 2018

Perchas más grandes

Es una de las muchas cosas que me indican que crece, que se hace mayor. Y es que este mes cumple 11 años.
Hacía tiempo que podría haber cambiado las perchas, porque aunque todavía podía utilizarlas, ya eran algo justas para su ropa. Pero ahora ya no, ahora necesita perchas de tamaño grande...
Y un detalle como este, algo tan simple como tener que cambiar las perchas porque quedan pequeñas, me hace ser consciente de lo rápido que pasa el tiempo, que todo lo que pensaba que no pasará ha pasado, que todo lo que ahora se me hace cuesta arriba después no tendrá importancia. Y aunque cada vez soy más consciente de esto, a veces se me olvida.
A veces me encuentro enfadada, enfrascada en mis predicciones de futuro pensando que nunca dejará de hacer esto o aquello, diciéndole cosas como "¡ya eres mayor para comportarte así!".
Y un día me encuentro frente a su armario, decidiendo cambiar sus perchas porque su ropa ya es demasiado grande, como él.

domingo, 9 de diciembre de 2018

Me arrepiento

Últimamente me arrepiento a menudo de la decisión que tomamos.
Fue una decisión muy pensada, y para nada impuesta por la otra parte, aunque ahora creo que un poco sí por las circunstancias. Porque para qué engañarme, es una de esas cosas que viene detrás de otra, a continuación. Había más posibilidades de que pasara lo que pasó, que de lo contrario.
Me doy cuenta de que no era realmente consciente de lo que a la larga a mí me conllevaría.
Y como cayéndome del guindo, ahora descubro que se paga desaparecer del mundo, no constar entre la vida laboral de los demás, vivir "haciendo lo que tienen que hacer las madres", pero que al final es como si no hubieras hecho nada.
Estos años de experiencia en exclusiva como madre no suman en un currículum: restan. Y por mucho que me pusiera al día, que tuviera estudios o carrera (que por cierto, no tengo), llevo, por ser mujer, el gran inconveniente de tener hijos, en lo que a buscar un trabajo se refiere.
No me pagan por lo que hago, aunque mi trabajo sí que hace que nos evitemos ciertos gastos: canguro, extraescolares para tener a los niños en algún sitio, matineras para poder dejarlos a las 8:00h en el colegio, comedor, repaso... Y bueno, aunque somos de los afortunados que tenemos a la familia cerca y podríamos utilizarlos para ahorrarnos lo que nos ahorramos porque lo hago yo, no lo hacemos.
Hay dos sentimientos con los que no contaba y que se alimentan del tiempo que pasa: la culpa y el miedo.
Culpa cuando tengo que gastar en mí un dinero que yo no gano. Si los niños o mi marido necesitan algo ni me lo pienso (dentro de nuestras posibilidades, claro), pero si lo necesito yo es otra cosa. Me lo pienso, lo repienso, y hago todo lo posible por evitar el gasto.
Miedo a volver a la vida laboral, sentir que no estoy a la altura, cambiar mi zona de confort, que no deja de ser otra que la zona en la que me necesita mi familia. No sabría cómo venderme o qué ofrecer de mí.
Sé que es imposible encontrar un trabajo fuera de casa que me permita seguir sin cambiar con el que ya tengo. Porque, no nos engañemos, no estaría cambiando de trabajo, cambiando uno por otro, estaría buscando un trabajo más.

Y sé que hay otros puntos de vista, otras situaciones... pero esta es la mía.

martes, 27 de noviembre de 2018

Todos en casa

Me gusta mucho la soledad: la necesito. Y en casa, cuando estamos todos, es difícil encontrarla. A veces me escondo, o lo intento, porque parece que lo intuyen, y en cuando desaparezco, me buscan.
Y no es lo mismo estar sola cuando los tengo cerca, que cuando no hay nadie en casa.
Me gusta acostarme antes que ellos y leer mientras oigo sus voces de fondo. En ese momento estoy sola, tranquila, pero los tengo cerca. 
También me gusta levantarme la primera, desayunar y dedicarme tiempo mientras ellos duermen. En ese momento también estoy sola, pero los tengo cerca.
Y así me gusta estar, en casa, todos juntos.

lunes, 26 de noviembre de 2018

¿Te gustaría saber qué día vas a morir?

¿Qué harías si supieras que hoy va a ser el día de tu muerte? ¿Te gustaría tener esa información?
En "Al final mueren los dos", de Adam Silvera, esto es posible.
Habla de un mundo en el que existe una organización llamada Muerte Súbita que te avisa por teléfono 24 horas antes de morir de que ese es tu último día. Nada más, y nada menos, porque no te da más detalles: ni cómo, ni cuándo, ni dónde.
Pensé que sería una historia superficial, sin interés ni trasfondo, pero me he equivocado. A mí al menos me ha gustado y sorprendido.
Mateo y Rufus se conocen en su último día a través de una aplicación llamada Último Amigo, gracias a la que los Fiambres (personas a las que les han comunicado que hoy van a morir) pueden encontrar a alguien con quien compartir sus últimas horas. Ninguno de los dos tiene más de 18 años, y los dos van a morir hoy: en principio es lo único que tienen en común.
Esta historia nos cuenta cómo 24 horas son suficientes para perder miedos, enamorarse, y vivir más intensamente en tu último día que en todos los anteriores.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Hay libros que necesitan más tiempo

Hay libros que, aunque no me dejan indiferente, no me acaban de gustar cuando termino de leerlos. 
Este es uno de ellos.


Pero como me ha pasado con otros, es de esos libros que cuanto más tiempo pasa después de haberlos leído, más te gustan. 
He tenido tiempo de pensarlo, de "verlo desde lejos", de mirarlo desde otra perspectiva, y me he dado cuenta de que es una historia triste, pero bonita. 
Al final del libro, cuando ya conozco toda la historia de Rosario y Milagros, me es más fácil entender su forma de ser y de actuar. Aunque no puedo quitarme de encima la idea de que esos nombres no deparan un destino fácil.

"Qué raros son los recuerdos que nos hacen disfrutar de una felicidad de la que no nos dimos cuenta y con la que no fuimos felices".

"Todos somos muy perspicaces a la hora de predecir el pasado, pero en el presente la mitad de las cosas pasan delante de nuestros ojos sin que nos demos cuenta de su verdadero sentido".

"A lo mejor tendríamos que haberlo hecho más profundo, Milagros, por seguridad -dije, utilizando ese plural absurdo que se emplea a veces cuando no has hecho nada".

"Los niños quieren a sus madres, aunque estén locas, aunque sean drogadictas, aunque sean borrachas, pero ese amor incondicional que todo lo perdona se acaba, como cortado de raíz, si la madre se quita la vida".

"La mañana en que enterramos al niño cada uno de nosotros rumiaba su futuro, ventilábamos al aire fresco nuestras intenciones más inmediatas. A Morsa no le hizo falta ponerme un ultimátum, ni pronunciar ningún discurso, ni declararse, ni dejarme. Fui yo, la que después de leer los Salmos, tomé la decisión. Le vi allí, de espaldas, con las manos en los bolsillos, de pronto me pareció un hombre al que podría llegar a querer o al que a lo mejor ya estaba queriendo. Pensé que hay cualidades en las personas que no apreciamos hasta que no las vemos actuar sin que ellas sean conscientes de nuestra mirada. Él no sabía que yo lo estaba mirando, así que no había ninguna afectación en su presencia, ni la sonrisa de medio lado, ni su afán de parecer interesante, no quería darme a entender nada con sus gestos. Estaba simplemente allí, entregado al paisaje, mirando, oliendo, pensando en el futuro, cogiendo el cigarro entre los dedos como antes lo hacían los hombres, con la brasa mirando hacia la palma de la mano, diciéndose a sí mismo, ¿a quién tengo yo en la vida? Deberíamos ver a las personas, pensé, cuando estas creen que no las miramos".
Así es como nos enamoramos, observando a la persona, descubriendo sin querer miradas y gestos que nos atrapan y dan calor al interior de nuestro cuerpo. Observando descubrimos a la persona que hay debajo de todo eso que el otro muestra porque piensa que nos va a gustar más, sin saber que para nosotros ya es perfecto como es.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Toallas a juego

En casa tenemos dos baños, y en cada uno de ellos están guardadas las toallas que les corresponde. Están ordenadas de forma que sea fácil, lógico e inevitable cogerlas de manera que hagan juego. O por lo menos eso creo yo.
Mis hijos y mi marido, ni por casualidad, ponen las del mismo conjunto, ni siquiera del mismo color. Es como si lo hicieran a propósito, como si el objetivo fuera poner dos toallas lo más diferentes posible entre sí. 
Yo necesito poner las que hacen conjunto, no puedo evitarlo.
Bueno, necesitaba. 
He tenido que hacer un ejercicio de contención y un duro entrenamiento mental para elegir, o mejor no elegir, las toallas que poner.
¿Y qué ha pasado?... ¡Pues nada!
¿Y de qué me ha servido el experimento? Pues de mucho. Y sobre todo para darme cuenta de lo poco importante que es que las toallas sean del mismo color.
Y quien habla de toallas habla de cosas más importantes, de como algo que para nosotros es necesario, para otros no. Que a veces hay que ceder un poco, ponerse en el lugar del otro, dejarse llevar, y permitir que cada uno haga las cosas a su manera.
Total, al final hay toallas limpias en el baño, que es lo que cuenta.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Demasiado largo para escribirlo

El martes de la semana pasada fue un martes de mierda. Un mal día que se empezó a estropear el lunes por la noche.
¿Y por qué espero ahora a escribirlo? Pues por lo que pasa siempre, que dejo pasar el tiempo, que busco las palabras, que no encuentro un buen momento... y al final el momento pasa.
Y es lo que siento ahora, que ya ha pasado todo, que no ha sido para tanto, aunque sigo pensando lo mismo. Y si me volviera a pasar (que pasará), volveré a sentirme igual.
De hecho empecé a escribirlo, a explicarlo, y me pareció demasiado largo, que iba perdiendo sentido mientras lo escribía, porque parecía que me estaba excusando.
Y bueno, que lo que en ese momento me pareció injusto, me sigue pareciendo igual, pero es lo que hay. Si no trabajas fuera de casa, estás para adaptarte al ritmo que marque la vida de los demás, y para improvisar ante cada cambio de última hora. 
Así que sí, sigo pensando que tenía todo el derecho del mundo a molestarme. ¡¡Ojo!! que digo molestarme, no enfadarme, ni cabrearme, ni indignarme.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Conversaciones de vestuario

Una de las conversaciones cruzadas hoy en el vestuario del gimnasio-piscina:
M es un mujer casada, con dos hijos, que también trabaja fuera de casa, pero ahora está de vacaciones. Hoy comentaba que se sentía mal si cuando estaba en casa se tomaba un descanso, si paraba para no hacer nada, si se sentaba a esperar a que llegara el niño del colegio y se quedaba dormida unos instantes... nadie le ha dicho que eso esté mal, pero ella no se siente bien.
A mí también me pasa, y pienso que al no trabajar fuera, "tengo todavía menos derecho" a tomarme esos descansos. ¿Me lo ha recriminado alguien alguna vez? Sí, yo.
Algún día tendré que volver a trabajar fuera, a llegar a casa cansada y seguir trabajando, y ahora pienso que entonces no me sentiré mal si descanso en casa, porque me lo habré ganado, porque he trabajado fuera. Por lo que ha comentado M esta mañana, veo que no será así.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

MIERDAS

Así, con todas la letras y en mayúsculas: MIERDAS.
Y es que no se les puede llamar de otra manera: ni cacas, ni excrementos, ni deposiciones...
Siempre hay cagadas de perros en la calle, siempre. Pero es que hoy me he encontrado un par de mierdas que nos las cago ni yo.
¿Y en serio que al dueño del animal de la igual dejar eso en la calle? Aunque sea por egoísmo ¿no piensa que puede pisarla él o cualquiera de su familia? ¿No le da asco? Porque perdona, una mierda da asco, sea de quien sea y por mucho que quieras al perro. Ahhhh, claro que le da asco, y por eso no la recoge. Pues oye, esto es como con lo de cambiarle los pañales a tus hijos: no gusta, pero hay que hacerlo.

domingo, 14 de octubre de 2018

Esos libros

Hay libros, y momentos en los que leerlos.
Eso me ha pasado con el que acabo de terminar, "Por encima de la lluvia", de Víctor del Árbol.

Me ha gustado mucho el libro, como todos los que he leído de este autor, la verdad. Pero tengo claro que lo que más me ha llamado la atención, lo que más me ha dejado huella, es un tema que hace años hubiera quedado en segundo plano, o que ni siquiera me hubiera fijado en él: la vejez. Ese ir terminando, ese perder lo que se ha ganado durante toda la vida para volver a depender, dejar de ser tenido en cuenta. No es que la vida vaya muy rápido para la gente mayor, es que se deja de tener velocidad, destreza, capacidad... triste.
Cómo la enfermedad hace perder el dominio de la mente, del cuerpo. Darte cuenta de lo que te está pasando y no poder hacer nada para frenarlo. Esforzarse en aceptar que es eso a lo que nos tenemos que hacer en este momento, que será nuestra realidad, que es ir alejándose de lo que somos, ir dejando lo que hemos sido para simplemente, dejar de ser.
Ya se está al final, así que todo lo que había antes es simplemente pasado. Un pasado que quizás nos deje irnos en paz, quizás no.
Pero ¿y si olvidas? ¿Y si la enfermedad te hace perder todo, hasta los recuerdos, lo único que se supone nuestro?
Entiendo que a cierta edad se esté "de vuelta de todo". A saber lo que ha vivido esa persona que nos puede parecer cascarrabias y amargada de la vida. ¿Cuántos años es soportable un estilo de vida? No todo el mundo tiene el mismo talante ni la misma manera de tomarse las cosas. 
Por otro lado, tiene que ser duro perder, dejar de ser, depender, ser consciente cada día que te acercas al final, que se acaba el tiempo y no has hecho todo lo que tenías pensado, o simplemente no haber hecho más cosas.
Supongo que también habrá gente que espere el final como una liberación, dejar de sufrir, dejar de estar solo, dejar de estar... simplemente.

Cada uno tiene una opinión y una percepción diferente de la misma historia, y la mía está muy marcada por cómo me siento en estos momentos: y he tenido momentos mejores.
Así que dejando de lado este tema del libro que tanto me ha dado qué pensar, diré que me ha gustado mucho cómo los personajes, en un principio tan lejanos entre sí, están unidos por actos de los que ellos ni siquiera son responsables. Cómo las consecuencias de los actos de unas personas pueden marcar, y condicionar, la vida de los que vienen después.
El tiempo, a veces, nos ayuda a aceptar los actos de los demás, aunque no por eso a entenderlos, a aprobarlos. Pero es verdad que hay que ponerse los zapatos del otro, caminar su camino, antes de juzgarlo. Y quizás aún así no hubiéramos actuado igual, pero nunca se sabe.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Por los pelos

Ayer se le cayó un diente a mi hijo pequeño. Me lo había dado para que se lo limpiara, así que cuando me fui a la cama se lo dejé preparado en la mesa de su habitación. Se lo dije antes de irme a dormir.
Esta mañana me he levantado temprano para ir al gimnasio y cuando he llegado todavía dormían los niños. Durante todo el verano se han levantado cuando han querido, pero esta semana empiezo a despertarlos un poco antes cada día para que el madrugón del primer día de clase les pille algo más acostumbrados.
Empiezo por el pequeño: le acaricio el brazo, le doy un beso, lo muevo un poco... nada, le cuesta. Pero en el momento que abre los ojos me doy cuenta de que el diente no está en la mesa, que debe de estar debajo de la almohada, ¡¡y a mí se me ha olvidado ponerle el dinero!!
Como quien no quiere la cosa le doy un beso de buenos días y salgo de la habitación a ver si localizo un billete de 5 €, con la suerte de que justo cuando lo encuentro él decide ir al baño, así que yo puedo entrar en la habitación y hacer el cambiazo. A todo esto he tenido suerte porque el mayor todavía no se ha despertado y no me ha visto...

Esta vez me he librado por los pelos, pero tendré que estar más atenta para el próximo diente.
Mientras, me quedo con un sentimiento agridulce: aliviada porque una vez más el ratoncito sigue siendo eso, un ratoncito que viene a llevarse los dientes. Y preocupada porque para mí este despiste es seguir por la cuesta abajo de la pérdida de facultades. 

viernes, 31 de agosto de 2018

Las formas te quitan la razón

Me ha gustado tanto el post como los comentarios que ha generado.

http://www.cosasqmepasan.com/2018/08/ser-educado-no-compensa.html

Me gustan esas cosas a las que llegas después de haber dado vueltas, de una cosa a la otra, clicando aquí y allá, cotilleando. Tanto, que cuando quieres volver al principio te das cuenta de que no sabes donde empezaste.
Hace tiempo que no sigo blogs en plan estar pendiente de lo que publican para leerlos y estar al día. Más por no tener tiempo, y porque me olvido. Pero bueno, sí que hacía tiempo que no encontraba uno que, como este, lo descubro por casualidad, le echo un ojo, y todo lo que leo por encima para confirmar si me interesa o no, me gusta. Mi primera valoración es sin haber profundizado demasiado, pero lo que he visto promete: está bien escrito, me gusta el estilo, me río sin darme cuenta, y los temas me interesan.
El blog se llama "Cosas que (me) pasan...", y ya estoy impaciente por poder aprovechar el tiempo esos ratos tontos en los que me siento en el ordenador y no sé qué hacer.

A lo que iba. Me ha gustado mucho la entrada que he mencionado al principio, pero me he sentido casi más identificada con algunos de los comentarios.
A mí me preocupan mucho las formas, en el sentido de que creo que se pueden decir las cosas "pero en bien". Uno de los comentarios hacen referencia a eso: "A mí sí me sirve lo de combatir la mala educación con lo que parece buena educación. Que a veces me cagonsuputamadre, pero en bien". Yo soy más de actuar así, y eso que casi nunca llego a cagarme en la madre de nadie. 

Parte de otro comentario que me ha gustado es este: "No hay que dejar que nos avasallen. Se puede ser asertivo y educado, y decir lo que pensamos con seguridad, firmeza y sin faltar a nadie. Para poner a alguien en su sitio no hay que insultar ni gritar ni ponerse a su altura". Me gustaría que de verdad fuera así, que la buena educación fuera más que suficiente para poner a alguien en su sitio.

Otro: "Ser educado siempre compensa, sobre todo, sin perder los papeles ni insultar, que es cuando se entra en el terreno personal. Dicen que las faltas de respeto se dan en público pero se corrigen en privado. Me parece una decisión acertada. En las distancias cortas es en donde se mueven  mejor las personas educadas". Hay muchos que no se merecen que los pongas en su sitio en privado. Se merecen que los dejes en ridículo delante de cuanto más público, mejor.

Y el último: "Créeme, tengo experiencia en el trato con faltones/impresentables" y no, no se callan, gritan más y atacan de forma personal o como sea. Simplemente funcionan así, como bien dices, porque durante años les ha funcionado, pero ya no tienen remedio, quizás al principio se callen por la sorpresa, pero volverán a la carga con virulencia en la siguiente ocasión. Lamentablemente". Evito lo máximo posible cualquier tipo de enfrentamiento, tanto que no sé si soy extremadamente prudente o simplemente cobarde. El caso es que no puedo evitar pensar a donde me va a llevar ponerme a la altura de la otra persona, si va a volver con más energía y más mala leche, y vamos a entrar en un tú me das yo te la devuelvo sin sentido.

martes, 28 de agosto de 2018

Mentiras inconscientes

"-¡Wallander - respondió.
 -Espero no haberte despertado.
 -No, estaba despierto.
«¿Por qué mentimos?», se preguntó. «¿Por qué no le habré dicho la verdad? ¿Que lo que más deseo en estos momentos es volver al sueño para dar alcance a la imagen huidiza de una mujer desnuda?»".

Creo que en toda la saga Wallander solo en una ocasión el inspector reconoce que lo han despertado.

¿Por qué esas mentiras inconscientes?
Yo también tengo alguna de ellas: las pronuncio mientras mi mente me pregunta el por qué de no decir la verdad. Y siempre me respondo lo mismo: "No lo sé".
Mi boca es más rápida que mi cabeza, y aunque con los años he conseguido pensar antes de hablar en estas situaciones, aun así, he mentido.
Es inexplicable, lo sé, pero no puedo evitarlo.
O bueno, sí puedo, pero me cuesta mucho. En algunas ocasiones se desencadena una pelea entre la boca y el cerebro que me hace ser más lenta con la respuesta, y al final gana quien más arriba está.

jueves, 23 de agosto de 2018

"Me acordé de ti"

Se han acordado de mí. Se agradece. Y que te lo digan, también.

Me hace sentir especial, importante, que alguien se acuerde de mí en un momento en el que se encuentra bien, a gusto. Y valoro y agradezco que me lo haga saber.

Es un detalle, una frase corta que te alegra y reconforta. Por eso hay que tener presente que si nos gusta oír ese tipo de cosas también podemos ser nosotros los que hagamos sentir así a otros.
Siempre nos recordará alguien, siempre recordaremos a alguien, en un momento dado. Y aunque unos nos tenemos que esforzar más que otros para poder decir un simple: "me acordé de ti", todos tenemos que intentarlo, hasta conseguirlo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Y llegó la próxima

Y llegó la próxima, y fue una mierda. 
Justo una semana después, y por esas cosas que nunca pasan, pero el día que lo hacen quedan todas juntas para joderte el día, llegamos tarde. Ni tanatorio, ni misa, ni entierro: llegamos cuando estaban cerrando el cementerio, así que lo único que pudimos hacer fue dejarnos ver.

Y oye, si quieres ser bueno lo único que tienes que hacer es morirte. Y no digo que tú no lo hayas sido, ni mucho menos, pero la ocasión me ha recordado cómo hay quien se ha convertido en santo en cuanto se ha muerto, aunque en vida haya sido un hijo de puta.
Y como una cosa lleva a otra, al final la culpa es nuestra, de las mujeres. Porque si quieres insultar a alguien por lo malo que es, o por lo que hace, siempre recurrimos a llamar puta a su madre. ¿Y qué hay de malo en ser puta? Peor es ser asesino, ladrón, estafador, mala persona, violador... pero no, siempre puta, siempre mujer.

Me he ido del tema.
Todo pasa, la vida también.
Y yo que estaba tan preocupada por cómo iba a llevar los momentos de lágrimas y abrazos, los lamentos y lamentaciones, cómo iba a poder mostrar mis condolencias sin ser tan dramática como los demás... y no tuve oportunidad de encontrarme en la situación. ¿Para qué hacer planes entonces? ¿Para qué preocuparse por algo que no ha pasado, que no sabemos si pasará? Lo que tenga que ser, será.

El miedo también vende

El miedo es muy poderoso, te puede transformar: puedes actuar como un cobarde, o como un valiente, cuando tienes mucho miedo. Y tomar decisiones condicionada por él, sin darte cuenta.

Hace semanas que escucho por la radio una campaña de publicidad de una conocida marca de alarmas, y aunque al principio no me llamó la atención, al cabo de los días me di cuenta de que ponían esos anuncios muy a menudo, y que te dejaban mal cuerpo, y una ligera sensación de miedo.
Primero estaban en la "línea de la precaución o la previsión". El anuncio representaba una situación en la que alguien se quería poner alarma en casa porque su vecino ya se la había puesto, y claro, no querían ser los únicos sin alarma, porque seguro que entrarían a robar en su casa si todos la tenían y ellos no.
Hace poco, coincidiendo casualmente con plena época de vacaciones, ya han pasado al siguiente nivel, al de "seguro que te puede pasar". Ahora lo que se escenifica es el momento en el que ya han entrado a robar al vecino, por eso se ha ido antes de la reunión, porque le ha llamado la policía. O a quien le vamos a pedir que compruebe nuestra casa si los únicos que tienen llave son mis padres, y también están de vacaciones...
Pero bueno, pensándolo bien, se puede ir más allá. La próxima situación a representar puede ser la del arrepentido propietario que no puso alarma y le han entrado a robar. Y claro, ahora se la pone, porque no quiere que le vuelvan a robar.

El caso es que sí, que es fácil "meter el miedo en el cuerpo", poco a poco, y sin darnos cuenta.
Nosotros, por ejemplo, no siempre hemos dormido con la puerta cerrada con llave, y la llave puesta en la cerradura. Un día haces el descubrimiento, gracias a las noticias, de que no es tan fácil entrar por la noche en tu casa, mientras estás durmiendo, y en lo primero que piensas es en tus hijos.

Y si hay que utilizar el miedo para vender alarmas, pues se utiliza. Total, nadie te está obligando a comprarla, y de paso estás protegido.
Pero ¿a cuántas cosas no le tendremos miedo sin un motivo justificado?¿sin haber vivido una mala experiencia previamente?

viernes, 27 de julio de 2018

Hasta la próxima

¿De qué otra forma podría haberte dicho, sin decirlo, que la próxima vez que vuelva será para tu entierro?
Habrá próxima, tristemente, y será pronto, más tristemente todavía.
Hacía mucho que no nos veíamos, y la verdad es que no lo lamento. La vida nos ha separado físicamente, pero eso no borra los recuerdos, la mayoría buenos.
Si hay una escala para valorar quien está sufriendo más en estos momentos el primer lugar lo ocupas tú, sin duda. Y en este punto en el que vivir es un sufrimiento continuo ¿es posible sufrir por lo que dejas aquí teniendo en cuenta todo lo que debe de estar sufriendo tu cuerpo?
Seguimos con la escala, los que ocupan los puestos que siguen al primero... yo no estoy en el segundo, ni en el tercero, y no me avergüenzo de decir que seguramente tampoco esté en el cuarto. Esos puestos los ocupan, con todo el derecho, y quizás no en este orden, tus hijos, tu marido, tus hermanas o hermano.
No quiero que cuando piense en ti lo que venga a mi memoria sea tu imagen en el hospital, tu falta de pelo, esa tos que a ti te ahoga mientras los que te hacen compañía aguantan la respiración hasta que recuperas el aire.
Quiero que mis recuerdos me hagan sonreír de nostalgia, escuchar esa risa tuya tan chillona, que parecía formar parte de una orquesta sin dirigir cuando te juntabas con tus hermanas. Esas palabras solo tuyas, que no hacía falta entender para saber lo que decías. Tus andares, tu ropa, tu casa, lo que te rodeaba. Tus muchos hijos y tus no tantos nietos (no por la calidad, ni mucho menos, sino por la cantidad).

Y con tu final empieza el nuestro, el de los que venimos detrás.

sábado, 26 de mayo de 2018

En lo que nos podemos convertir...

"Un millón de gotas", de Víctor del Árbol, me impresionó la primera vez que lo leí. Y también la segunda.
Una historia que empieza en 1933, y cuyas consecuencias se siguen sufriendo en la actualidad.
¿En qué se puede convertir un hombre? ¿Hasta dónde nos puede hacer llegar la política?

Para recordar.

"Mentir es más fácil cuando quien escucha la mentira está predispuesto a creerla".

"Fue su primer instante de eternidad".

"... con aquella mujer efervescente y decidida vivía todo lo que puede vivirse cuando nada importa salvo darse al otro".

"Los odios y los rencores son más fuertes cuando antes has amado, y cuando estalló aquella discordia acabó con todos ellos".

"... puedes fantasear con las vidas que quieras, pero esta es la que tienes, la que has elegido y por la que debes pelear".

"Eso estaría bien, se dijo: que algunas cosas permanezcan inalterables pese al abandono".

"Eso era hacerse adulto, ocultarse de los demás".

"Era curiosa la memoria; se olvidan acontecimientos primordiales y se recuerdan detalles insignificantes".

"... no tiene sentido ajustar cuentas con quien ya no puede pagarlas...".

"Las cosas importantes no necesitan decirse para ser ciertas, y a veces el silencia es la única verdad posible".

"Las esperanzas más frágiles se convierten en increíbles cuando no hay otra cosas a la que aferrarse".

"Elías sentía siempre la carga del temor, su repugnancia hacia la violencia le hacía temblar de miedo y de rabia. Pero nunca cedió su sitio".

"Aquel gesto llevaba implícitas todas las excusas que no iba a pronunciar en voz alta".

"La vida siempre dejaba de ser lo que se esperaba si se esperaba demasiado de ella".

"La mala suerte era la vocación de algunas personas".

"Uno sabe cuándo camina hacia la destrucción, pero no tiene voluntad para impedirlo".

"-¿A qué precio?
Claude le miró como si fuese un loco o un niño que no comprendía lo que veía ante sus propias narices.
-Al que sea preciso Elías. Uno solo puede arrepentirse de sus actos si tiene una vida para llenar con remordimientos. Y para eso, hay que salir de aquí".

"No es que fuera tonta o idealista, veía lo que sucedía, pero decidía cambiarle el color".

"Pero llegó el cáncer, esa burla cabrona de la vida, que juega al trilero: ¿dónde está la bolita? Y la bolita es la felicidad, que nunca se está quieta, que siempre es mentira, que desaparece entre los dedos del genio embustero. Diez años, eso le regaló la vida. Y el resto de su existencia para echarla de menos".

"Hubiera abrazado a su hijo, lo hubiese estrechado contra las costillas ritas sin emitir un solo gemido de dolor. Pero la costumbre y la vergüenza (qué estupidez frente a quien se quiere) se lo impidieron".

"La violencia, en cualquiera de sus formas, sumía a Gonzalo en un estado de pánico que lo paralizaba".

"Destilaba esa bondad natural de las personas que prefieren ver el lado optimista de las cosas a modo de defensa".

"Esperé mucho tiempo a que me lo dijeras, casi tanto como lo que he tardado en reunir el valor de decirte lo que te digo ahora".

"Ya no cabía la amargura ni el reproche. Comprendía que la inmensidad de lo que le había ocurrido a él le había sucedido antes a otros miles, no aquí, en la Unión Soviética, sino en cualquier rincón del mundo donde hubiese seres humanos. Y después les pasaría a otros miles, a millones quizá. Morirían sin razón, o por razones absurdas, la gente se aferraría a las banderas, a los himnos, a las trincheras. Matarían, morderían, destrozarían cuanto se interpusiera entre ellos y la vida, Y eso no era ni bueno ni malo".

"Al verlo en el hospital se dio cuenta de que seguía siendo esa clase de persona que prefiere ser invisible".

"... ella le apretaba la mano y él tenía que esconder su congoja y la rabia contra ese Dios que, a medida que avanzaba la enfermedad, ocupaba más presencia inútil en sus vidas, un dios al que Cecilia se entregaba pero que no escuchaba sus ruegos. Cuando más lo odiaba era cuando ella se retorcía de dolor en la cama, e incapaz de levantarse ya en las últimas semanas de agonía, lo invocaba entre gritos y llantos, y Él permanecía en silencio".

"La memoria, se dijo, es un paisaje que cada cual elige para añorar o detestar".

"-La mirada de los hijos siempre es injusta, Gonzalo. Hasta que ellos mismos se convierten en padres".

"Pero apuesto a que sea lo que sea que te inquieta, darán con la solución... Se me ocurre que a veces basta con afrontar las cosas de cara".

"Ningún campo de prisioneros podía ser transitorio. Para los miles de refugiados que llegaban cada día desde la frontera aquel campo sería permanente el resto de sus vidas. Nunca lo olvidarían".

"Y la verdad se moriría cuando los últimos que la vivieron ya no existieran".

"No lograba recordar la primera vez. A veces pensaba que había nacido con ese estigma, y durante años creyó que formaba parte de la normalidad que su padre le hiciera daño, hasta que empezó a discernir en la mirada esquiva de su madre la culpa silenciosa y en los amaneceres del día después el remordimiento retorcido de su padres, que era cruel y distante con ambas. Una vez, la única que le dijo a su madre lo que pasaba en el cobertizo, Esperanza la golpeó con tal furia que le hizo saltar gotas de sangre de la nariz. La insultó, la llamó puta, la arrastró por los pelos. Laura pensó que iba a matarla. Hasta que se calmó y se quedó muy quieta, mirando el manojo de pelos qeu le había arrancado. Irguió los hombros y apretó las mandíbulas".

"¿Cómo dejaba un hombre de serlo para convertirse en una aberración? ¿En qué punto perdió la brújula de sí mismo y se perdió irremisiblemente? Fue en Názino, en aquel tren que le llevaba de Moscú a Tomsk, o en España durante la guerra civil, o en Francia, o tal vez en las batallas contra los alemanes. O tal vez el monstruo había estado latiendo siempre en su interior y había esperado pacientemente su momento para devorar el caparazón que lo ocultaba a los demás. Porque solo una aberración, un monstruo puede herir con tanta saña aquello que más ama".

"Siempre le debemos algo a alguien, Javier. Nuestras vidas están encadenadas unas a otras. Tomamos una decisión pensando en nosotros mismos, pero afecta a muchas otras personas, y pocas veces lo tenemos en cuenta".

Sin palabras que pueda escribir.


domingo, 22 de abril de 2018

De lo que somos capaces

El último libro del Club de lectura también ha sido una lectura repetida. Pero de las que agrada leer dos veces.
"La bibliotecaria de Auschwitz" nos cuenta la historia de Dita, una niña que dentro del horror que vive en Auschwitz, encuentra un escape a tanta crueldad dentro de la lectura. Está basada en hechos reales.
Es una historia muy, muy triste. De esas que una vez terminadas pasa a un segundo plano cómo está escrito el libro, porque lo único que has retenido es la barbaridad que se hizo, lo que sufrió tantísima gente, lo crueles que llegamos a ser, y cómo, aun así, hubo gente que sobrevivió, siguiendo adelante con su vida.
Y te hace pensar , y sentir que eres una privilegiada por encontrarte en la situación en la que te encuentras, porque aunque tú quieras estar mejor, sabes que no tienes derecho a desear algo así después de lo que vivieron estas personas.
Y bueno, si te paras a pensar tienes que reconocer que todavía hay mucha mierda en este mundo. Que no tan lejos de nosotros también hay gente que preferiría morir a vivir lo que está viviendo, y aún así luchan cada día...

Como en muchos otros libros, he copiado frases que me han gustado, y aunque seguramente no vuelva a consultar, me gustaría conservar cerca.

"No era una biblioteca extensa. En realidad, estaba formada por ocho libros, y alguno de ellos en mal estado. Pero eran libros. En ese lugar tan oscuro donde la humanidad había llegado a alcanzar a su propia sombra, la presencia de libros era un vestigio de tiempos menos lúgubres, más benignos, cuando las palabras sonaban más fuerte que las ametralladoras. Una época extinguida. Dita fue tomando en sus manos los volúmenes de uno en uno con el mismo cuidado con el que se sostiene a un recién nacido".

"Tenía ese vínculo que une a algunas personas con los libros. ... Pero se dio cuenta de que Dita tenía esa empatía que hace que ciertas personas conviertan un puñado de hojas en un mundo entero para ellas solas".

"El primer beso, por pequeño que sea, nunca se borra, tal vez porque traza la primera línea del amor en una página que está en blanco".

"Ocultar las cosas significa arrastrar día y noche una pesada bola de hierro atada al tobillo...".

"Acaban de llegar de un viaje de tres días metidos en un vagón. Están aturdidos, asustados. Un SS son una metralleta les dice que los van a desinfectar, que van a ir a unas duchas, y ellos le creen. ¿Qué otra opción tienen? Les hacen colgar la ropa en unos percheros e incluso les dicen que se fijen en el número para luego recuperarla, y así hacen que piensen que van a volver. Hasta les hacen atar los zapatos juntos para que no se pierdan. De ese modo es más fácil luego recoger el calzado ordenadamente y llevarlo al bloque Canadá, donde eligen las mejores prendas para enviarlas a Alemania". 

"Que Dios me perdone. No, no los aviso. ¿Para qué? ¿Qué haría una madre con dos niños? ¿Revolverse contra los guardias armados? La golpearían delante de sus hijos, la patearían en el suelo. De hecho, ya lo hacen. Si alguien pregunta algo, le rompen los dientes de un culatazo para que no hable más y ya nadie vuelve a decir nada, todos miran para otro lado. Los SS no permiten que nada entorpezca el proceso. Una vez, una anciana muy bien vestida y muy erguida llegó de la mano de su nieto de seis o siete años. Esa mujer lo sabía, no sé cómo, pero sabía que los iban a matar. Se tiró a los pies de un SS, se puso de rodillas: le imploró que la mataran a ella, pero que dejaran vivir a su nieto. ¿Sabéis que hizo el centinela? Se bajó la bragueta, se sacó el miembro y se puso a orinar encima de ella sin más. La mujer volvió a su sitio, humillada. Hoy había una mujer muiy elegante, seguro que era de buena familia. Le daba mucho apuro desnudarse. Yo me he puesto delante de ella, de espaldas, para hacerle un poco de pantalla. Después tenía tanto pudor de estar desnuda delante de nosotros que ponía a su hija delante para que la tapase, pero me ha dado las gracias con una sonrisa tan dulce... Han entrado con los demás..., que Dios me perdone. Los aprietan ¿sabes? Meten a más de los que caben. Si hay hombres sanos, los dejan los últimos y luego los obligan a entrar a golpes de vara para que presionen y se hagan sitio empujando a los de dentro. Luego se cierra la cámara, que tiene unas peras de ducha para que no recelen y sigan creyendo que van a lavarse".

"Los libros guardan dentro de sus páginas la sabiduría de quien los escribió. Los libros nunca pierden la memoria".

"Pero ¿cómo se mide el valor de los que renuncian?"

"Fredy es de esas personas que siempre tienen prisa pero siempre tienen tiempo".

"No quiere arriesgarse a descubrir en sus ojos algo que pueda desmoronar esta atalaya de palillos a la que llamamos confianza".

"Burlarse de los demás es una manera de ponerse una tirita en los propios miedos".

"Sigue sintiendo un fuerte dolor en esas capas profundas de los sentimientos más íntimos donde ni nosotros mismos queremos revolver demasiado".

"Debería sentirse orgulloso de sí mismo, incluso feliz, por el triunfo de la fuerza de voluntad sobre los instintos".

"- Ha muerto.
¿Cómo se puede resolver una vida en sólo dos palabras tan cortas? ¿Cómo puede caber tanta desolación en tan pocas letras?".

"Y ella no es capaz ni de llorarle siquiera, tiene los ojos secos. Y eso aún la enfurece más".

"Los que se van ya no sufren".

"Y entonces se siente insignificante y repentinamente débil. El hormigón de la rabia, que nos hace fuertes en esos momentos, acaba deshaciéndosele, y al fin brotan las lágrimas que apagan el incendio que lo estaba quemando todo".

"Sólo quiero hacer algo bueno en medio de todo lo malo que hacemos aquí todos los días".

"¿Cómo puede pesar físicamente lo que ya no está? ¿Cómo puede pesar el vacío?".

"Pero el odio se parece mucho al amor: tampoco puede elegirse".

"Leer es una alegría".

"Vuelve a quedarse en silencio y sus ojos miran hacia ninguna parte, que es lo que hacemos cuando queremos mirar hacia nuestros propios adentros".

"Y no soporta no entender algo".

"No hay duda de que el amor comparte algunos ingredientes con la locura".

"La vida, cualquier vida, dura muy poco. Pero si has conseguido ser feliz, al menos un instante, habrá valido la pena vivirla".

"Permanecen cogidas un rato largo en el que el silencio las une más que cualquier palabra que puedan decir".

"No deja de se chocante que una mujer que conoce varios idiomas se decante tan a menudo por el del silencio".

"Por eso respeto a los que tienen valor para hacer lo que yo no haría".

"Casi nunca hay nada mejor que el silencio".

"Ninguna explicación la ha satisfecho, seguramente porque no es la que quería escuchar".

"Porque hay que ser valiente para sentir miedo y seguir adelante. Si no tienes miedo, ¿qué mérito tiene hacer esto o lo otro?".

"- Pues tendremos que rezar.
- Prueba.
- ¿Tú no vas a rezar?
- ¿Rezar? ¿A quién?
- ¿A quién va a ser? A Dios. Tú también deberías hacerlo.
-Cientos de miles de judíos llevan rezándole desde 1939 y no los ha escuchado.
-Quizá no hemos rezado lo suficiente, o lo bastante fuerte para que nos escuche.
- Venga, Margit. ¿Dios es capaz de saber si en el sabbat has cosido el botón de una camisa para castigarte y no se ha enterado de que se está matando a miles de inocentes y a otros miles se los tiene prisioneros y se los trata peor que a perros? ¿De veras crees que no se ha enterado?
- No sé Dita. Es pecado preguntarse por qué Dios hace las cosas que hace. 
- Bueno, pues soy una pecadora.
- ¡No hables así! ¡Dios te castigará!
- ¿Más?
- Irás al infierno.
- No seas ingenua, Margit. Ya estamos en el infierno".

¿Qué se puede comentar de algo así? 
Debería agradecer estar viva y poder quejarme de lo que me quejo cada día.