Mañana me voy de cena con las chicas de la piscina. Con mis amigas de la piscina. Y me apetece.
Este verano también fueron, junto a más gente, pero ni si quiera me lo planteé, no me apetecía.
Lo de mañana es diferente, y es que desde el mismo momento en el que se planteó, hace casi un mes, tenía ganas de que llegara el día.
¿Y qué sé de mis amigas de la piscina? Pues prácticamente nada: lo justo y necesario.
Nos vemos unos cinco días a la semana, a primera hora de la mañana, y no llegamos a hablar durante más de media hora. El ambiente es agradable y distendido, hablamos de todo y de nada, nos reímos y nos gusta bromear sobre la peculiaridad de madrugar por placer.
Menos a dos de ellas, que ya las conocía de antes y de situaciones diferentes, no conocía a nadie más. Y no creo que las hubiera conocido sino hubiéramos coincidido en la piscina.
Mañana me lo pasaré bien, porque me apetece.
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