lunes, 26 de octubre de 2020

El hipnotista

Lars Kepler es el pseudónimo bajo el que un matrimonio sueco ha escrito la primera novela de una serie en la que el protagonista es el detective Joona Linna.


Imagen extraída de Internet

Sin ser nada del otro mundo, recomiendo esta novela para pasar un rato entretenido: es interesante y no se hace larga.
Después de muchos años sin practicar el hipnotismo, el doctor Erik Maria Bark rompe su promesa de no volver a utilizar esta terapia. A partir de ahí su vida se complica hasta el punto de tener que volver a buscar en su memoria recuerdos de un pasado que creía enterrado.

He caído en la cuenta de que hasta ahora todos los escritores suecos que he leído me han gustado. Los ambientes que describen y ese punto sangriento que tiene la novela negra sueca me atraen cada vez más.
El primero fue Stieg Larsson con la saga MillenniumRelacionado con él está David Lagercrantz, que añadió un cuarto libro y que para mí estuvo a la altura de los tres primeros.
Tengo que decir que me resistí a leer estos libros porque pensé que serían como muchos otros a los que les dan mucha publicidad y después no son tan buenos como lo cuentan. Pues para mí sí lo fueron.

No recuerdo cómo ni cuándo descubrí a Camilla Läckberg, pero para mí es la mejor de todos los escritores suecos que he leído (que por otra parte  no son muchos). 
A lo largo de la saga Los crímenes de Fjällbacka vamos conociendo al matrimonio formado por Erika y Patrick, que debido a sus profesiones de escritora y policía siempre tienen un caso que resolver entre manos.

A Henning Mankell me animé a leerlo porque me lo recomendó un compañero del club de lectura y la verdad es que me alegro de haberle hecho caso. Es fácil coger cariño al inspector de policía Kurt Wallander, su personaje más conocido.


miércoles, 21 de octubre de 2020

Hoy

 Hoy me he querido a escondidas pensando en ti.

Mi Otra Yo

miércoles, 7 de octubre de 2020

A veces

 A veces, más vale nunca que tarde.

Mi Otra Yo

sábado, 3 de octubre de 2020

«Faena feta fa goig»

Desde que tengo mi vida, mi casa, mi familia y mis obligaciones recuerdo a menudo la frase que nos decía el profesor de lengua cuando estaba en E.G.B (sí, hace siglos, lo sé).

«Faena feta fa goig».

¿Sería él consciente de que con unas cuantas palabras podría permanecer años y años en nuestra memoria? De él recuerdo su nombre, su aspecto y esta frase, nada más.

Estas sentencias siempre se dicen cuando para el que van dirigidas no tienen sentido, como la de «si dejas de estudiar te arrepentirás». Se dicen cuando hay que decirlas, por supuesto, pero es casi cuestión de suerte que decidamos tenerlas en cuenta, darles la importancia necesaria para entender que lo saben por experiencia.
Ahora soy yo la que tiene esa experiencia que dan los años y aunque todavía no he traspasado la sabiduría de esas frases sí que las «he sufrido en mis carnes».
Siento el gozo que da tener el trabajo hecho, el cumplir con lo que te has propuesto o tienes que hacer. Disfruto de la sensación de estar al día y no tener trabajo atrasado.
También cargo con el arrepentimiento de no haber estudiado. De no haber aprovechado la época en la que de lo único que me tenía que preocupar de verdad (eso lo veo así ahora) era de estudiar, memorizar, empollar, clavar codos...