domingo, 8 de mayo de 2011

Amor das, amor recibes

Me encanta besar y abrazar a mis hijos. No necesito ningún motivo para hacerlo y cualquier excusa es buena para achucharlos y hacerles mimos.
Rodrigo está acostumbrado desde siempre, y Gonzalo responde con sonrisas y gorjeos a las fiestas y cariños que le hacemos.
Yo soy de la opinión que si un niño recibe cariño, es eso lo que da. Si para él es habitual recibir besos, abrazos y caricias en su casa y su entorno, eso será lo que él ofrezca a los demás también.
¿Hay niños que aunque reciban todo eso no son cariñosos? ¿Se nace cariñoso o te hacen cariñoso? Pues no lo se.

Cuando Rodrigo se despierta y lo saco de la habitación, lo cojo en brazos y él me rodea el cuerpo con sus piernas y el cuello con sus brazos. Mientras, yo le acaricio la espalda y le doy besos en el cuello y en la cara. Y desde hace tiempo él me responde con lo mismo: me acaricia la espalda con sus manitas y me llena la cara y el cuello de besos cuando lo saco de la habitación.

Una noche en la que él había cenado primero se tumbó en el sofá a ver la película de dibujos de los payasos de la tele, que cantan la canción de "Susanita" o "Don Pepito y Don José". Yo intentaba terminar de cenar en la cocina mientras él insistía en que me tumbara con él a verla, y como yo le decía que quería cenar va y me dice: "Yo eque ve pipa ico bazaooooo, mama" (Yo quiero ver la película del circo abrazado, mamá)
Ahhhhhh... pues mis quilos de baba y yo, madre enamorada, vamos al sofá a abrazarnos y acurrucarnos con mi chico. Y mientras le tengo abrazado se gira para mirarme y decirme: "A mi si guta mama chucha mi" (A mí si me gusta que mamá me achuche).
Y bueno..., creo que las palabras sobran, que cualquier madre se puede imaginar lo que sentí.
Momentos como ese te dan la razón, te demuestran que el amor y el cariño, las caricias y las palabras dulces son una semilla que da sus frutos. Unos frutos tiernos, cálidos y dulces que nos alegran el día más negro y nos curan todas las penas.
Por momentos como ese en concreto, y por muchos más, merecen la pena las horas de sueño, las rabietas, los enfados, las prisas y el desorden, esquivar jueguetes tirados por el suelo, la falta de tiempo para una misma y todo eso y más que es la vida de cualquier mujer que sea madre.