Una educación, de Tara Westover, es el último libro que he leído.
Lo recomiendo; me ha gustado mucho.
Lo recomiendo; me ha gustado mucho.
Este es el último párrafo del libro:
«Aquella noche la llamé y no contestó. Me abandonó. Se quedó en el espejo. Las decisiones que tomé a partir de entonces no fueron las que ella habría tomado. Fueron las de una persona cambiada, las de un ser nuevo. El desarrollo de un nuevo yo.
Podéis llamarlo transformación. Metamorfosis. Falsedad. Traición.
Yo lo llamo educación».
Tara nos cuenta su vida, nos habla de su familia, de la educación que (no) tuvieron, del mundo en el que vivían, que no era el mismo que el del resto.
Me sorprende que alguien pueda vivir como lo hizo ella, que todavía haya gente que viva así. Me maravillan y emocionan sus ganas de aprender, su capacidad para no solo ponerse a la altura, sino para sobresalir.
Y se me plantean muchas preguntas. ¿Cómo podemos hacer tanto daño a quien se supone que queremos? ¿Cómo podemos negar nuestras responsabilidades dejando en manos de Dios, en este caso, las consecuencias de nuestros actos? ¿Cómo pueden anularnos hasta hacernos sentir que somos nosotros los que estamos locos? ¿Cómo podemos aguantar que nuestra familia nos humille y nos haga sentir que no somos nada?
El conocimiento da poder, seguridad en uno mismo, tranquilidad y empatía hacia los demás. Hace que puedas escuchar otras opiniones sin sentirte atacado simplemente porque no comparten tu opinión.
«Aquella noche la llamé y no contestó. Me abandonó. Se quedó en el espejo. Las decisiones que tomé a partir de entonces no fueron las que ella habría tomado. Fueron las de una persona cambiada, las de un ser nuevo. El desarrollo de un nuevo yo.
Podéis llamarlo transformación. Metamorfosis. Falsedad. Traición.
Yo lo llamo educación».
Tara nos cuenta su vida, nos habla de su familia, de la educación que (no) tuvieron, del mundo en el que vivían, que no era el mismo que el del resto.
Me sorprende que alguien pueda vivir como lo hizo ella, que todavía haya gente que viva así. Me maravillan y emocionan sus ganas de aprender, su capacidad para no solo ponerse a la altura, sino para sobresalir.
Y se me plantean muchas preguntas. ¿Cómo podemos hacer tanto daño a quien se supone que queremos? ¿Cómo podemos negar nuestras responsabilidades dejando en manos de Dios, en este caso, las consecuencias de nuestros actos? ¿Cómo pueden anularnos hasta hacernos sentir que somos nosotros los que estamos locos? ¿Cómo podemos aguantar que nuestra familia nos humille y nos haga sentir que no somos nada?
El conocimiento da poder, seguridad en uno mismo, tranquilidad y empatía hacia los demás. Hace que puedas escuchar otras opiniones sin sentirte atacado simplemente porque no comparten tu opinión.