sábado, 16 de diciembre de 2017

Parejas sonrientes

A veces, cuando salgo de la piscina me los cruzo.
Ella es rubia, con el pelo largo y liso, y creo que los ojos azules. Él no sé si es calvo o simplemente se rapa el pelo, pero tiene pinta de ser rubio, y creo que también tiene los ojos azules. Los dos sonríen, siempre.
Son pareja. Bajan del coche sonriendo y hablando. Siguen conversando, sonrientes, mientras entran en las instalaciones. Y se despiden con un beso en los labios en las puertas de los vestuarios. Mientras sonríen.

No los conozco. Sólo he cruzado con ellos un "buenos días" o "hasta mañana", pero siempre me ha llamado la atención lo felices que parecen, sus sonrisas.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Cuando una cosa lleva a la otra

Creo que lo descubrí a través de Instagram, pero no estoy segura.
Se llama Benji Verdes y me parece curioso. Y como él los de su entorno, jovencillos que por lo visto viven de puta madre trabajando de... ni idea. Pero por lo que veo de su imagen, además de lo que escribe uno, o los trucos de magia de otro.
El caso es que había leído que Benji tenía un libro publicado, además de estar preparando otro. 
Suelo leer las frases, versos, pensamientos o sentimientos que publica, y algunos me gustan. Así que me animé a pedir su libro a la biblioteca de mi ciudad, a ver qué tal.
Pues el caso es que lo empecé ayer y no me gusta demasiado, la verdad. Sí que hay frases de esas de las que te dejan sin palabras, de las que subrayaría si el libro fuera mío. Pero de momento voy por la página 42 y sino mejora será uno de esos libros que no recomendaría.
Creo que el motivo es que me pilla mayor, sinceramente. No me atrae como enfoca lo que sea de lo que habla y mucho del lenguaje que utiliza no me gusta. Y el formato, la forma del texto, tampoco.
Pero bueno, es mi impresión, porque he leído que tiene mucho éxito. A veces publica comentarios que le envían a través de su Instagram y le dicen cosas preciosas, que ya las querría yo para mí.
No es una lectura que me agrade, pero admiro que alguien que escribe lo que siente y piensa, que comparta su vida en palabras, llegue hasta donde ha llegado él. Para mí tiene su mérito.
Pero bueno, sí que he descubierto algo que me gusta gracias a su libro, y son las ilustraciones de una chica que se llama Nuria Riaza: hace dibujos preciosos con un simple bolígrafo Bic.
Aquí pongo fotos de un par de ilustraciones de las que aparecen en el libro de Benji Verdes, Todo lo que fuimos ahora es polvo.




El sueño en el que más alto he volado

No me sirve de nada ignorar mis sueños. Quizás si les doy un momento de importancia se marchen.
Ayer soñé que tenía que ocuparme de la casa de mis vecinos, que se iban a algún sitio y él me explicaba cosas que se suponía yo necesitaba saber. La casa era totalmente diferente a la realidad.
Recuerdo la cocina, y pensar en que podría utilizar el horno. Comprobaba ventanas que no cerraban bien, y no me explicaba cómo podían vivir en un sitio donde las ventanas se quedaban abiertas.
Después soñaba que volaba, pero volaba tan alto que incluso en mi sueño era consciente de que nunca había volado a esa altura. Era yo misma la que descendía un poco al ser consciente de lo alto que estaba. Llevaba puesto mi camisón, que no utilizo casi nunca, y me sentía incómoda porque me daba la sensación de que enseñaba demasiado.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Dientes, serpientes y cocodrilos

He desechado el sueño en cuanto me he levantado, y todavía, a la hora de acostarme, lo recuerdo.
Puedo imaginarme porqué he soñado con dientes, con una muela, más concretamente. Y si lo pienso detenidamente lo de los cocodrilos también puede tener la explicación en el documental que vimos hace unos días. Pero lo de las serpientes...
No hay que darle importancia, no quiero dársela, pero si me paro a pensar en lo que sería vivir basándote en la interpretación de los sueños...
Pues eso, que no entiendo mis sueños, y que me gustaría dejar de recordarlos. Por lo menos los raros.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Cruzo los dedos

Cruzo los dedos para que todo siga así de bien entre nosotros.
Cruzo los dedos porque sigamos teniendo suerte.
Cruzo los dedos por superar lo malo conocido, y por que nos pille juntos lo bueno por conocer.
Cruzo mis dedos con los tuyos, que son los únicos que quiero en mi cuerpo.
Y prometo, que mientras cruzo los dedos, voy a seguir trabajando duro para tener esta suerte que tenemos.

martes, 7 de noviembre de 2017

Mi primer regalo

"Mi primer regalo fue Rodrigo.
Hace años tuve la suerte de conocer a Carlos Gónzalez y de que me firmara sus libros. El de Un regalo para toda la vida le pedí que se lo dedicara a mi hijo mayor, y escribió: "Para Rodrigo, el primer regalo". Y así es.
De pronto ha crecido. Ayer por la noche estábamos viendo Spiderman 3, y como toda película americana, al final contaba con el típico discurso .....  de pronto, lo miro y veo que tiene los ojos llenos de lágrimas porque se ha emocionado.
Creo que merece la pena recordar, al menos por encima, de que iba el discurso: el hombre arena explica a Peter Parker que mató a su tío por accidente, que él quería dinero para curar a su hija, que no había elegido ser así, y que lo único que le quedaba de él era la niña. Entonces Peter le perdona.
Rodrigo tiene cinco años y medio, y no se si es normal que los niños de esa edad se emocionen por cosas así, pero es que es la primera vez que veo le pasa a mi hijo.
Estamos en un momento en el que parece que es otro. Y quizás lo noto más porque tengo los dos extremos: el niño de cinco años y medio con el que se puede hablar, pasear por la calle sin miedo de que cruce la calle... y el niño de dos años y medio que aunque habla no te "entiende", al que todavía le tienes que repetir cada vez que cruzas la calle que mire porque es peligroso, al que si algo no le parece bien se tira al suelo en medio de la calle y punto...
Ahora, visto desde la distancia y con Gonzalo en la misma edad, veo que lo de Rodrigo no fue tan grave".

Casi 5 años después sigo teniendo los dos extremos. Son hermanos y tan diferentes entre ellos como parece que tiene que ser. Con todas las madres que hablo y que tienen más de un hijo coinciden en lo mismo, en que cada uno "parece que es de una madre diferente"...

La experiencia de un hijo mayor sirve para tomarse de otra manera las mismas situaciones con el pequeño, pero el mayor será siempre la prueba ante la primera vez para todo.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Reconocer no es perder


"No me gusta nada la palabra agobio, la odio, y no me gusta sentirme agobiada. Aunque si intento ceñirme a la definición de la palabra (Causar gran fatiga, molestia o preocupación. Rendir, deprimir, abatir), no es exactamente así como me siento. Entonces ¿por qué cuando me siento así es esa la palabra que me viene a la mente?
Quizás, en vez de evitar por todos los medios reconocer cómo me siento, lo adecuado sería enfrentarme a esta sensación que me ahoga, que no me deja estar de buen humor en vez de correr en dirección contraria.
Hay días en los que lo que más quieres, es lo que hace que necesites correr y poner distancia, buscar el silencio
Y es que hay días en los que no es que tenga paciencia, es que no tengo ni una gota
No puedo reconocer que no puedo, que no llego, que necesito ayuda...
Con Gonzalo tengo el ejemplo de Rodrigo, se que todo esto pasará, que es una etapa, que si le digo no toques algo y lo vuelve a tocar mientras me mira, no es para desafiarme (al menos en el sentido que yo le doy)
Y es que no son sólo ellos, los niños. También es el marido, que me pregunta si me acuerdo de él. ¿Y alguien se da cuenta de que de quién no me acuerdo es de mí? ¿De que primero son los niños, después mi marido y por último, a lo mejor yo?

Y no es nada grave, lo que pasa es que este es uno de esos días en los que se suman muchas cosas, cosas de esas, pequeñas, que por sí solas no hacen nada, no afectan y no van a ninguna parte, pero todas juntas....
Y es que no son los demás, no es el mundo entero contra mí, soy yo, que me tomo las cosas de otra manera, que no aguanto nada, que no soporto nada

Ponerme nerviosa con ellos, hablarles y tratarles mal para después pedirles perdón.... no es la solución. Lo ideal sería controlar la situación, no perder los nervios y tener que pedir después perdón".

Antes de que me arrepienta. Este es otro borrador, y cuando me he dado cuenta ya lo estaba corrigiendo. Pero he decidido atreverme.

Me arrepiento

"Me arrepiento de cada mala palabra
Me arrepiento porque mis malas reacciones no son por su mal comportamiento, sino por mi falta de control
Me arrepiento porque estoy segura de que el resultado sería igualmente bueno sin mis malos modales
Me arrepiento de todo lo que por mi culpa le haya hecho llorar,
Me arrepiento más todavía cuando, al final del día, me demuestra lo mal que lo he hecho.

Hace unos días la abuela materna de los niños les trajo
Hace unos días Rodrigo le dio a Gonzalo un golpe con un martillo de juguete. Ese día yo ya andaba algo saturada despues
por la noche me dijo que no tendría suficiente con un beso, que necesitaría cinco"

Lo de arriba es un borrador más de entre todos los que tengo y que nunca retomo. Lo iba a eliminar, y aunque han pasado cinco años desde que lo escribí, he pensado que me sigue sirviendo, que hay días en los que me sigo arrepintiendo.

Se me ocurre que quizás pudiera retomar todos los borradores, tal y como están, sin corregir (me entran escalofríos solo de pensarlo), y escribir lo primero que me hagan pensar.
Pero bueno, ya veremos...

Donde menos te lo esperas

A veces, la inspiración, la imagen, el clic, la frase que abre la compuerta llega donde y cuando menos te lo esperas.
El viernes pasado asistí a la presentación del libro de un amigo, y él dijo (en este caso) la frase.
La he buscado en internet porque creía recordar que él dijo que no era suya. Y así es. La frase es de Thomas Jefferson:
"Yo creo bastante en la suerte. Y he constatado que, cuanto más duro trabajo, más suerte tengo".
Hoy es domingo, y aunque desde el mismo viernes por la noche la frase está flotando dentro de mi cabeza, no ha sido hasta hoy cuando he visto el flash, cuando he oído el clic.
Es lo que siempre he dicho, lo que siempre he pensado, pero no lo explicaba bien. No es que la suerte no exista, que es lo que yo pensaba, es que hay que trabajarla, que es lo que yo siempre he dicho... ¿me explico?
Pues ahí está, lo que pienso y creo que me define.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Entre hombres...

Mi vecino del segundo piso tiene las cosas muy bien organizadas: cosas de hombres y cosas de mujeres.

Hace muchos años, en una reunión de comunidad, después de una explicación larga que no viene a cuento, dice: "... porque claro, si se me escapa el agua de la lavadora..., bueno, a mi no, a mi señora."
Vale machote, tranquilo, ya nos ha quedado claro que tú no te acercas a la lavadora ni para meter la ropa sucia.
Recuerdo que pensé: "¿En serio ha dicho eso?"
Y los años y las circunstancias han dejado claro que sigue pensando así, que hay cosas de mujeres y cosas de hombres, que se siente más cómodo tratando con los de su sexo.
Sin ir más lejos ayer por la noche me lo volvió a demostrar.
Tuve que ir a su casa para darle un recado y aprovechó para pedirme un favor: bajar al garaje con mis llaves para comparar las suyas porque cree que le falta la de una puerta. Le dije que claro, que sin problema. 
Y lo remata diciendo: "Bueno, mejor bajo con tu marido y así lo hacemos entre hombres"
¡¡¿¿Perdona??!! ¡¡Será cabrón!! Está claro que no se lo dije, soy así de cobarde, pero se lo merecía. Tendría que haberle dicho: "No cuentes con mis llaves. Y vete a la mierda".
Lo único que le dije fue: "O lo haces conmigo o te quedas sin llaves, porque mi marido no puede". Y claro, dijo que sí, que bajaría conmigo.
No sé qué es peor, que tenga tres hijos y hereden sus ideas, o que hubiera tenido 3 hijas que habrían vivido más sometidas y menospreciadas de lo que ya vivimos las mujeres hoy en día.

martes, 29 de agosto de 2017

No lo reconocí

Lo conozco a través de mi madre, que si no recuerdo mal lo conoció porque coincidían cuando paseaban a los perros. Y de eso ya hace muchos años.
Siempre me ha saludado, alegre y dicharachero, con la misma broma. Siempre iba a paso rápido o en bicicleta. Siempe he pensado en él como en un hombre mayor, pero sano y fuerte.
Ayer lo vi en el supermercado y no le saludé porque no lo reconocí. Al llegar a casa necesité que mi madre me confirmara que ese señor mayor, consumido y sin poder hablar era Pepe. Ese señor con el que crucé la mirada y en la que vi algo familiar pero no supe reconocer.
Y ahora que lo pienso, lo único que quedaba de él en aquel cuerpo menudo y encogido en la silla de ruedas era su mirada. Pero me impactó tanto que necesité demasiado tiempo para procesarlo y reconocerlo.

Es inevitable pensar que si nos tiene que pasar nos pasará. Habrá dado igual que nos hayamos cuidado, que llevemos una buena vida, que tengamos salud. Si nos tiene que pasar, nos pasará.

domingo, 27 de agosto de 2017

Me gustaría creer

Estoy bautizada y he tomado la comunión. Mis hijos no están bautizados, uno no ha tomado la comunión y el otro tampoco lo hará (a no ser que él lo pida).

Ayer fuimos los cuatro a la iglesia, a una misa en memoria de la abuela de mi marido. Vamos poco; para entierros o alguna celebación. Siempre intento escuchar el discurso del cura y siempre me pasa lo mismo, que no me interesa. El de ayer, sin embargo, era diferente. Parecían las palabras de alguien que vive en el mundo de hoy, palabras que explican un punto de vista sin querer enseñar o decir lo que tenemos que hacer.
Suelo observar a la gente e imaginar qué es lo que les llevá allí. La mayoría son personas mayores, pero también las hay de mi edad y más jóvenes. Y me sorprende, para qué nos vamos a engañar (aunque tampoco tengo explicación para ello).
La religión cristiana es la que tengo más cerca, y creo que la he idealizado, como supongo que haría con otra de la que conociera un poco más. 
Pienso que quien va a misa, quien reza, quien echa dinero en el platillo de la limosna, quien cree lo que dice el cura y le da las gracias a Dios de las cosas buenas que le pasan, tiene que ser una buena persona. Pero hay personas que hacen todo eso y son más malas que el demonio. Como en todas las religiones, lo tengo claro, pero aún así no lo entiendo.
Esto me hace pensar en los terroristas del antentado de este pasado día 17 en Barcelona. De este atentado y de todos los que hacen en nombre de Alá. Me hace pensar también en los musulmanes que se han manifestado en contra del atentando diciendo que el islam es paz, no lo que esos extremistas han hecho.

¿No será la religión el motivo por el que más se ha matado? Pues no lo sé, pero todavía me sorprende y me da miedo ver lo que el ser humano es capaz de hacer en nombre de alguien que está muerto, que no han conocido, del que sólo saben lo que se ha ido contando a lo largo de los años, una historia seguramente distorsionada y mal interpretada con el paso del tiempo y por según quien la interprete. 
Porque si la palabra paz significa lo mismo en todos los idiomas y en todas la religiones ¿está justificado el dolor, el sufrimiento y la sangre que se derrama para conseguirla?

Una de las cosas que me gustan cuando voy a misa (que alguna hay) es cuando todos cantan juntos. La unión hace la fuerza, y todas esas voces juntas hacen que todo parezca bonito.
También me gusta pensar que todas esas personas creen realmente en Dios, que confían en él, y que en los momentos de sufrimiento les da consuelo.
Como a la amiga a la que le pregunté después de la ceremonia si creía en Dios, que me dijo que sí, aunque no es practicante. Pero que cuando le pasa algo malo le pide que le ayude.
"¿A quién le pides tú cuando te pasa algo malo?", me preguntó. Pues yo pido que pase el momento, que pase lo malo y que todo se arregle, pero no le pido a nadie en concreto. 
Y a veces me gustaría, me gustaría tener a alguien a quien pedir y en quien confiar. Alquien que me de seguridad y consuelo. Porque eso es lo que creo que sienten los que creen en algún dios ¿o no?

Creo que tengo una conversación pendiente con una buena amiga que es creyente y practicante, a ver qué me puede aclarar ella.

viernes, 4 de agosto de 2017

Los libros dicen verdades

Los libros dicen verdades: las de cada uno, por supuesto.
Teniendo en cuenta que el mismo libro tiene tantas interpretaciones como personas lo lean, está claro que cada uno encuentra SU verdad en él.

En todos los libros que leo encuentro una frase (más de una, de hecho) que me gusta, que pienso que podría haberla escrito yo, en la que encuentro una verdad que parece pensada para ese momento de mi vida en concreto.

Hoy quiero dejar aquí unas cuantas de esas frases que me hacen pensar, que creo que han llegado en el momento justo. Son del libro Martes con mi viejo profesor, de Mitch Albom.

"Tienes que encontrar lo que hay de bueno, de verdadero y de hermoso en tu vida tal y como es ahora. Si miras atrás, te vuelves competitivo. Y la edad no es una cuestión de competitividad."
Me quedo con la primera frase de este párrafo, y me gustaría tenerla presente cada día.

-"Al principio de la vida, cuando somos niños recién nacidos, necesitamos de los demás para sobrevivir, ¿verdad? Y al final de la vida, cuando te pones como yo, necesitas de los demás para sobrevivir, ¿verdad?
Su voz ser redujo a un susurro.
-Pero he aquí el secreto: entre las dos cosas, también necesitamos de los demás".
Siempre lo he pensado. Siempre he pensado que terminamos como empezamos, dependiendo de los demás. Y puede ser muy duro, porque dedicarte una vida a aprender a valerte por ti mismo, superar cada día tus limitaciones para volver a tener que perder capacidades... no me gusta lo que siento cuando lo pienso. Por eso me alivia y sorprende el secreto.

-"Lamento que se me agote el tiempo, pero valoro la oportunidad que me da para arreglar las cosas".
Hay que reconocer lo que nos duele, pero no perder el tiempo lamentándolo.  Y sobre todo, hay que valorar y agradecer.

"Mitch, fue una sensación increíble. La sensación de aceptar lo que pasaba, de estar en paz. Estaba pensando en un sueño que había tenido la semana pasada, en el que cruzaba un puente que conducía a un lugar desconocido. Estaba dispuesto a pasar a lo que venga a continuación.
-Pero no pasaste.
Morrie hizo una pausa. Sacudió la cabeza levemente.
-No, no pasé. Pero sentí que podía. ¿Lo entiendes?"
La paz de sentir que puedes hacerlo, aunque no lo hagas. Es cierto que es una sensación increíble.

-"Al morir se pone fin a una vida, no a una relación personal".
Quizás sea cierto. Todavía no he podido comprobarlo. Pero estoy segura de que el día que pase me costará aceptarlo, si es que lo hago.

Olvidos

"El que no tiene memoria, se hace una de papel"
Hace muchísimos años que leí esta frase, no recuerdo dónde, pero no la he olvidado. Y ahora, buscando en internet para asegurarme de que la recordaba bien, he descubierto que es de Gabriel García Márquez.
Siempre me ha gustado apuntar las cosas, para no olvidarlas, para tenerlas "controladas": los gastos, frases que se me ocurren, frases que leo y me gustan, mis pensamientos...
Llega un momento que ya no me planteo ni que vaya a olvidarlo, lo apunto y ya está, y el simple hecho de hacerlo me da seguridad. Pero es que últimamente olvido muchas cosas, olvido apuntarlas. Y no es un después lo apunto, no, es un ni siquiera pensar en apuntarlo, y no es porque mi memoria hay ido a mejor, al contrario.

El olvido me preocupa, y si lo pienso demasiado me angustia.
Últimamente tengo muchos olvidos, despistes que pueden parecer insignificantes, pero que a mí me preocupan. Sumo uno, y otro, y otro, y me doy cuenta de que ya no soy la de antes, de que ya no tengo el control.
¿Será la edad? Puede que sí, porque cuando llegas a los 40 es como una verdad universal. 
Que pierdes vista y necesitas gafas para cerca... será la edad, eso pasa a partir de los 40.
Que se te olvidan cosas que antes no... es la edad, a los 40 se empieza a perder memoria.
Que te angustian cosas que antes no, que empiezas a pensar en la muerte... eso es que ya tienes 40 años.
Que te duele donde antes no... ay, esos 40.

Recuerdo que cuando cumplí 20 años sentí que traspasé una barrera, y ahora, con 40, he traspasado otra que además me ha costado el doble de saltar. Pero claro, es que ya tengo 40 años.
Seguro que todo lo que ahora me agobia de este número, lo hecho de menos cuando le sume diez más.

domingo, 25 de junio de 2017

Limones

Últimamente los limones están muy presentes en mi vida.
En casa de mis padres siempre había, por lo menos para la paella de los domingos. Cuando tuve mi propia casa, entre que yo soy una cocinera muy básica y que a mi marido las cosas con limón ni fu ni fa... pues he estado años sin tener un limón en casa. Ahora, por circunstancias de la vida y por mis amigas, siempre tengo limones en la nevera.
Bueno, a lo que voy. El último libro que he leído, el que terminé ayer por la tarde, se titula Agua del limonero, y está escrito por Mamen Sánchez. No había leído nada de esta autora, y me decidí a leer este libro precisamente por una recomendacíon en el programa ConvénZeme, de Mercedes Milá.
Hace bastante tiempo que vi el programa, así que no recuerdo los argumentos de la persona que recomendó el libro, lo que sí recuerdo es que quería que su lectura me hiciera sentir como le hizo sentir a ella. Pero no ha sido así.
Esto de los libros es muy personal, así que tampoco me ha sorprendido.
La lectura ha estado bien en general. No me he aburrido pero sí que ha habido páginas que me las he leído «por encima», y eso ha hecho que un libro ya de por sí corto haya sido más corto todavía. Las descripciones muy bien, tanto que en varias ocasiones me ha apetecido beber agua fresca con limón.

lunes, 17 de abril de 2017

Quiero dormir y no soñar

Hoy he soñado que estaba trabajando en el astillero, laminando los refuerzos de una cubierta, con Montse...
Hace más de nueve años que dejé de trabajar en el astillero, en cuanto me enteré de que estaba embarazada. Y con Montse me relaciono desde hace algo más de dos años. Así que no entiendo el porqué de mi sueño.
En realidad no entiendo el porqué de la gran mayoría de mis sueños, ni porqué no puedo dormir sin soñar.
Mis sueños no son premonitorios, ni me ayudan a solucionar problemas: no me acuesto preocupada por algo y cuando despierto he encontrado la solución al problema. De hecho, la mayoría son tan raros como el que he tenido esta noche, o incluso más. En muchos sí que reconozco cosas que me han pasado durante el día, pero nada más.
Supongo que mi mente traslada a mis sueños mis miedos, mis preocupaciones, porque hay algunos que se repiten y su significado está bastante claro, pero otros son una locura.
Recuerdo que hace mucho tiempo se repetía un sueño: volaba. Me veía corriendo para coger carrerilla y saltaba, y cogía altura. Volvía a caer de pie en el suelo y volvía a correr hasta que conseguía suficiente velocidad y conseguía volar.
Después de éste, ya de adulta y habiendo dejado los estudios, el sueño que me angustiaba era llegar tarde a clase, suspender un exámen o no tener los deberes hechos.
El de ahora, estar con mi marido entre mucha gente y que él no me reconozca, huya de mí. Perseguirle entre conocidos y desconocidos y sentirme abandonada.

Quiero dormir y no soñar.

lunes, 27 de marzo de 2017

Es para preocuparse

Ayer fuimos al parque y llegué a casa alucinada, asqueada, desmoralizada, triste...

Había 3 gitanas con sus hijos, y aunque todo lo que pasó entre ellos entra dentro de lo "normal" en su ambiente, aunque no me sorprendió, sí que me dejó muy mal cuerpo. Todos los gitanos no son iguales, lo sé, pero estos cumplen con todos los clichés que hay sobre ellos.
Ellas hablaban a sus hijos a gritos, a berridos, y los animaban a pelearse:¡Pégale, pégale!, coreaban ellas a los niños. Cuando la pelea se puso seria y vieron que los demás mirábamos una de ellas se levantó para recriminar a su hijo algo que ella le había animado a hacer. Claro, el niño salió corriendo, y ella le decía: ¡Ven aquí o te mato del palizón!
Cuando el niño se acercó la gitana cogió a sus cuatro hijos y se fueron del parque.

Mis hijos llevaron al parque dos escudos y dos espadas de madera, y estaban jugando con un amigo de mi hijo mayor. No sabemos si por los juguetes, o porque sí, había un niño pequeño que los seguía a todas partes y se colgaba, literalmente, de ellos. Como los mayores querían jugar tranquilos huían del pequeño, pero éste les seguía a todas partes, así que la reacción de la madre fue reñir a los grandes porque cuando se alejaban su hijo se iba detrás de ellos.
Recuerdo estar en la situación de esta madre, y del fastidio que me suponía, pero de ahí a reñir a los mayores porque se alejaban de mi hijo para poder jugar...

Pero la peor situación que viví con diferencia esa tarde fue con un niño de 12-13 años.
Primero eran dos, y empezaron a llamar "pringaos" a mis hijos y el amigo por jugar con los escudos y las espadas. De eso pasaron a lanzarles restos de petardos que quedaban en la fuente de la plaza del parque. Y cuando fui a ver qué pasaba y llamarles la atención se pusieron chulos y acabaron diciéndome cosas y lanzándome petardos a mí también. Nos alejamos de ahí porque tampoco supe qué hacer: cuanto más les recriminaba su actitud más agresivos y pesados se ponían, y lo que me apetecía hacerles me hubiera traído más problemas a mí que a ellos, siendo los que habían empezado. Para irnos a casa pasamos cerca de la fuente pensando que ya no estaban, pero apareció uno de ellos comportándose igual, ¿y qué hicimos?: alejarnos de él.
¿Qué tendría que haber hecho? No sé si la policía hubiera acudido ante un problema así, pero supongo que tendría que haber probado.
Otra opción: correr trás él y pegarle. Ya sé que no, por muchos motivos, pero me sentí tan impotente y tan indefensa, tan humillada por un niño de 12 años, que mi propia frustración me hacía querer hacer cosas a un niño que nunca me hubiera imaginado.
Es una pena que haya gente así, pero viendo actuar a la madre gitana no cuesta imaginar cómo actuarán sus hijos cuando sean mayores, por ejemplo.
Y aunque me mueva con otra clase de gente y no frecuente ciertos ambientes, no puedes evitar verte en situaciones que tú no has buscado y que te incomodan. Pero vamos, menuda mierda encontrarte tres situaciones así el mismo día, en la misma tarde.

martes, 7 de marzo de 2017

No tiene mérito

A mi hijo pequeño ya no le sirve el disfraz de Iron Man y se lo hemos dado a B para su hijo M. Ella me lo ha agradecido mil veces y como detalle nos ha regalado 3 botellas de vino. Yo también le he dicho mil veces que no tiene que darme nada, que el disfraz se lo damos porque queremos, y porque recordaba como su hijo se quedó con la boca abierta cuando vio a mis hijos disfrazados.
No hay más misterio: a mi hijo se le queda el disfraz pequeño y me acuerdo de B y de su hijo porque el día que coincidieron disfrazados pude presenciar como M fue toda la tarde detrás de mis hijos admirando sus disfraces. Sino hubiera pasado aquello, si yo no lo recordara, le hubiera dado el disfraz seguramente a algún niño más cercano, con el que tengamos más relación. Y tal cual se lo he explicado.
B me ha recordado que hace un par de años, cuando se quedó embarazada de su segundo hijo, le presté unos cuentos muy bonitos que trataban sobre la llegada de un hermano, y que a mi hijo mayor le gustaron mucho.
También sin misterio: esos libros los he prestado varias veces, y en el momento que me enteré de que estaba embarazada volvía a tenerlos en casa. Ella es encantadora y sé que también le gustan los libros, así de sencillo.
Entiendo que me lo agradezca, y el motivo principal lo comparto: que me haya acordado de ella. A mí también me pasa. Pero pienso que lo que he hecho no tiene mérito. Lo he hecho porque me ha salido, no me ha costado nada. Ha sido algo tan natural como saludar a un amigo que te encuentras por la calle.

Para mí tendría mérito hacer y decir todas esas cosas que tengo dentro, que unas veces no me dejan respirar y otras me hacen sentir que no merezco tener lo que tengo.
Decirte que lo que has hecho no está bien, que me has decepcionado y aun así te quiero.
Poder darte todos esos abrazos que necesitas y decirte lo que quieres oír.
Confesarte que a veces me ahogas, y que necesito estar lejos para tomar aire.
Preguntarte cómo has sido capaz de hacer lo que has hecho, en qué estabas pensando.
Pedirte que no te apoyes en mí, que no esperes que sea yo quien te salve. Confesarte que creo que tendría que ser al contrario.
Reconocer que no te conozco. Que lo que sé de ti es por lo que has hecho y por lo que me han contado. Que mis recuerdos contigo son muy pocos. Y de todos juntos indiferentes o malos.
Admitir que si no estoy más con vosotros es porque no quiero, porque lo necesito y me sienta bien.
Concederme un descanso, aceptarme y no hacerme la responsable de todo. Dejar de sentirme mal por lo que pienso y siento.
Para mí tendría mérito hacer y decir todo esto, porque cuesta y se hace duro. Son cosas que pienso mucho, y que solo pensarlas me suponen un esfuerzo, muchas veces dolor.
Lo demás, lo hago con mucho gusto, porque quiero. 

martes, 28 de febrero de 2017

¿Y si fuera cierto?

En más de una ocasión he oído que el cuerpo sintomatiza las preocupaciones, los problemas, las situaciones dolorosas, el estrés, en enfermedades.

En el último libro que he leído para el Club de Lectura dos de sus protagonistas, padre e hijo, padecen el mismo cáncer, a la misma edad. Los dos eran médicos y personas de confianza del rey, por lo que tenían que ser discretos, guardar secretos, callar muchas cosas. El cáncer lo tenían detrás de la rodilla izquierda.
Una de mis compañeras de Club comentó que un cáncer en esa parte del cuerpo (en la parte de atrás del cuerpo, en un lugar escondido como es detrás de la rodilla) es propio de personas que tienden a callarse las cosas, a guardarse todo dentro... y aunque ya había oído explicaciones similares muchas veces, aunque por circunstancias el tema del cáncer está más presente en mi vida, algo hizo clic dentro de mí y pensé: "¿Y si fuera cierto? Yo me lo guardo todo ¿quiere decir eso que algún día trendré cáncer? ¿Si cambio y cuento todo lo que se me pasa por la cabeza me puedo librar de la posibilidad de tener cáncer?"
Hace cuatro días de la reunión del Club y se me acumulan las preguntas, las dudas, las suposiciones:
¿De verdad se puede tener cáncer por callarte las cosas, por una forma de ser, a fin de cuentas?
¿Por qué tiene cáncer gente que se cuida, lleva una vida sana?
¿Por qué no tienen cáncer por ejemplo personas que no se cuidan, que viven a base de excesos?
¿Por qué han tenido cáncer N y S? Ellas son diferentes, piensan y creen en cosas diferentes, y aún así sufren la enfermedad.
Como vivimos, lo que comemos, lo que respiramos, como sentimos... se supone que todo tiene que ver, o no. En lo que creemos, en lo que no creemos. Como asimilamos y aceptamos las cosas. Como las rechazamos o luchamos contra ellas.

Pues este es el tema que me está dando en qué pensar estos días. Puede ser por la edad, puede ser porque gente a la que quiero ha sido "elegida" para padercer esta enfermedad.


Siempre he sido una persona reservada. Los años y malas experiencias me han hecho pensar que no está mal ni es malo ser así, me han hecho aceptarme. Tengo gente en la que confiar, con la que me abro, con la que puedo hablar de cualquier cosa. Tengo la inmensa suerte de que mi mejor amigo, mi marido, el padre de mis hijos, mi amante, mi compañero, es la misma persona. Tengo muchas conocidas con las que hablar de cualquier cosa. Tengo amigas con las que sincerarme, quedar a tomar un café y hablar como si fuera ayer la última vez que nos vimos, aunque en realidad sean semanas o meses. Y después las tengo a ellas cuatro, esas que el tiempo, las risas y las lágrimas han hecho hermanas, esas que me hacen sentir libre y necesitarlas a partes iguales. Esas con las que hablar de cualquier cosa; con las que sincerarme; a las que no veo tanto como me gustaría, pero pase el tiempo que pase parece que fue ayer; esas a las que cuento lo que le no contaría a nadie más; esas con las que quiero estar, cuanto más, mejor.
Y aún así siempre queda algo, siempre queda mucho. Soy de pensar antes de hablar, por lo que muchas veces me encuentro que ya no es el momento de decirlo. Me gusta rumiar, hablar conmigo misma, pero al fin y al cabo es guardarlo, callarlo, no soltarlo. Muchas veces no lo digo porque no lo necesito, otras porque creo que no hay que decirlo, y algunas porque se pasa el momento.

Pero ¿de verdad hay enfermedades que son la manifestación de nuestros problemas, nuestros pensamientos, nuestros miedos...?

martes, 7 de febrero de 2017

¿Y si no sirve de nada?

¿Y si no sirven de nada todos los libros que me he comprado, todos los libros que he leído? ¿Y si no sirven de nada todas las charlas a las que he ido, todos los artículos que he buscado y estudiado? ¿Y si no sirve de nada haberme rodeado de cierta gente y haber hecho ciertas cosas? ¿Y si... ?
Me lo estoy planteando muy seriamente con mi hijo pequeño.

Como madre me preocupa lo que hagan mis hijos, las decisiones que tomen en el futuro. Y las de ahora, claro, pero como el futuro sólo puedo imaginármelo, y a veces tiendo a ser alarmista, me da miedo lo que imagino.
Dicen que lo importante es la base. O puede ser que con una mala base tienes casi el 100 por 100 de posibilidades de que tus decisiones no sean las adecuadas. Pero ¿alguien me puede asegurar que con una buena base las decisiones sean las correctas? O mejor aún ¿qué se considera una buena base?

Estos días, mi pequeño, es un pequeño gran demonio. Intento ponerme en su lugar, pensar en lo de "quiéreme cuando menos lo merezca que será cuando más lo necesite", que si se portan mal es que necesitan más atención, que si pegan hay que decir "no se pega", y sobre todo no pegar como él. Intento pensar en todo lo que he leído, en lo que he oído y me ha parecido tan lógico y acertado en el momento de escucharlo, intento hacer memoria por si me olvido algo, algún detalle, el que sea, pero no lo consigo. Estos días son de tensión y enfados constantes, de hacer cosas que no me gustan, que no he tenido que hacer con el mayor. Cosas que pienso que no tendría que hacer, que no están bien, y a las que acudo como último recurso.
Hay un límite. Puedo intentar entenderlo, ponerme en su lugar, pero en algún momento él se tiene que encontrar con las consecuencias de sus actos. Y él es el que hace que esas consecuensias sean cada vez más duras, menos comprensivas.
¿Por qué, si en casa ni se le pega, desprecia, grita o trata mal él lo hace con nosotros? Hace un tiempo hubiera pensado que necesita más amor (si fuera posible darle más del que le damos), pero hoy me siento tan desgastada que lo que pienso es que necesita mano dura.

viernes, 3 de febrero de 2017

Si tiene que pasar, pasará

Y sí, está muy bien eso de disfrutar el momento, de no aferrarse a nada, de que quien se ha ido es porque no se tenía que quedar... pero la práctica no es tan fácil. Como en todo.
Cuando te acostumbras a alguien, a su presencia, a compartir tiempo, cuando convives, es difícil, cuando termina la relación, pensar que era lo que tenía que pasar. Y aceptarlo.

He tenido grandes decepciones con personas que consideraba amigas, hasta que conociéndonos mejor hemos descubierto que no somos tan afines como creíamos. Y aunque lo que queda es la decepción y la sensación de tiempo perdido, no las echo de menos. A quien echo de menos es a las personas de las que me ha separado el tiempo, la distancia, el cambio de vida de cada parte.
Cuando algo termina mal, tenía que terminar. Y punto.

Me pregunto

Me pregunto por quien sufren las personas que no tienen hijos, cuales son sus preocupaciones y si ellos se preguntan los mismo sobre los que sí que los tenemos ... aunque en nuestro caso la respuesta es obvia: sufrimos y nos preocupamos por nuestros hijos, y pensamos prácticamente a todas horas en ellos.
Y me lo pregunto con sincera curiosidad, no en plan "que vida tan vacía deben de tener" o "esos sí que deben de disponer de dinero y libertad para ellos solos, que envidia".
Y sí, yo debería de saber en qué piensan porque también he tenido una vida antes que esta, una vida en la que tener en cuenta sólo a mi pareja, en la que disponer de tiempo y dinero para mí sola, una vida sin hijos.
Lo que recuerdo de aquella etapa de mi vida es el silencio y la libertad, sobre todo. ¿Por qué me preocupaba yo esos días? Pues supongo que por algo, pero la verdad es que no lo recuerdo.
Antes de tener pareja, antes de querer a alguien, antes de querer compartir todo con él, imaginaba que mi vida sería tranquila, que viviría sola en una casa pequeña llena de silencio y libros.

Los amigos o conocidos que tengo alrededor y no tienen hijos porque no quieren, porque no pueden o por cualquier otra razón que yo no conozco, tienen mascota. Hasta cierto punto no entiendo la dedicación que le dan a las mascotas, no son hijos, pero por otra parte lo veo normal, porque los quieren como si lo fueran. Supongo que necesitamos tener a alguien a quien querer, a quien cuidar, por quien preocuparnos.


Y me pregunto, siempre me pregunto...

martes, 3 de enero de 2017

Me sobra la gente

Me sobra la gente. Es lo que más claro siento últimamente.
Aunque teniendo en cuenta la fama de borde que he tenido siempre, tampoco debería de ser una novedad.
¿Qué fue primero? ¿Mi bordería o que me dijeran que lo soy y así llegar a serlo?
Da igual. De siempre recuerdo haber preferido estar sola que mal acompañada. Estar sola que acompañada. Pues va a resultar que es cierto que soy borde...

Durante un tiempo me he maravillado y sorprendido de tener tantos "amigos" en una red social. Muchos, más de los que nunca hubiera imaginado, amigos de verdad, incluso sin conocerlos en persona. Pero muchos más, el resto, llegaron de rebote, ni recuerdo cómo.
Cada cierto tiempo alguien hace limpieza de contactos, y nunca pensé que yo lo haría porque esa gente, la virtual, nunca me ha molestado. La leo cuando quiero, y si no quiero no la leo. No ocupan sitio ni lugar, pero si los necesito ahí los tengo. Hasta ayer...
Probé a eliminar a uno, dos, tres... y así hasta casi 300. ¿Qué pasó? Pues que me sentí bien, más ligera y con más ganas todavía de eliminar a más.
Y mira, son cosas que pasan y que llegan cuando menos te lo esperas. Un día te das cuenta de que tienes en tu vida a gente sin la que crees que no puedes vivir y otro día necesitas borrar a toda esa gente para poder seguir viviendo. Un poco exagerado esto último: lo sé.