martes, 7 de marzo de 2017

No tiene mérito

A mi hijo pequeño ya no le sirve el disfraz de Iron Man y se lo hemos dado a B para su hijo M. Ella me lo ha agradecido mil veces y como detalle nos ha regalado 3 botellas de vino. Yo también le he dicho mil veces que no tiene que darme nada, que el disfraz se lo damos porque queremos, y porque recordaba como su hijo se quedó con la boca abierta cuando vio a mis hijos disfrazados.
No hay más misterio: a mi hijo se le queda el disfraz pequeño y me acuerdo de B y de su hijo porque el día que coincidieron disfrazados pude presenciar como M fue toda la tarde detrás de mis hijos admirando sus disfraces. Sino hubiera pasado aquello, si yo no lo recordara, le hubiera dado el disfraz seguramente a algún niño más cercano, con el que tengamos más relación. Y tal cual se lo he explicado.
B me ha recordado que hace un par de años, cuando se quedó embarazada de su segundo hijo, le presté unos cuentos muy bonitos que trataban sobre la llegada de un hermano, y que a mi hijo mayor le gustaron mucho.
También sin misterio: esos libros los he prestado varias veces, y en el momento que me enteré de que estaba embarazada volvía a tenerlos en casa. Ella es encantadora y sé que también le gustan los libros, así de sencillo.
Entiendo que me lo agradezca, y el motivo principal lo comparto: que me haya acordado de ella. A mí también me pasa. Pero pienso que lo que he hecho no tiene mérito. Lo he hecho porque me ha salido, no me ha costado nada. Ha sido algo tan natural como saludar a un amigo que te encuentras por la calle.

Para mí tendría mérito hacer y decir todas esas cosas que tengo dentro, que unas veces no me dejan respirar y otras me hacen sentir que no merezco tener lo que tengo.
Decirte que lo que has hecho no está bien, que me has decepcionado y aun así te quiero.
Poder darte todos esos abrazos que necesitas y decirte lo que quieres oír.
Confesarte que a veces me ahogas, y que necesito estar lejos para tomar aire.
Preguntarte cómo has sido capaz de hacer lo que has hecho, en qué estabas pensando.
Pedirte que no te apoyes en mí, que no esperes que sea yo quien te salve. Confesarte que creo que tendría que ser al contrario.
Reconocer que no te conozco. Que lo que sé de ti es por lo que has hecho y por lo que me han contado. Que mis recuerdos contigo son muy pocos. Y de todos juntos indiferentes o malos.
Admitir que si no estoy más con vosotros es porque no quiero, porque lo necesito y me sienta bien.
Concederme un descanso, aceptarme y no hacerme la responsable de todo. Dejar de sentirme mal por lo que pienso y siento.
Para mí tendría mérito hacer y decir todo esto, porque cuesta y se hace duro. Son cosas que pienso mucho, y que solo pensarlas me suponen un esfuerzo, muchas veces dolor.
Lo demás, lo hago con mucho gusto, porque quiero. 

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