martes, 30 de agosto de 2022

La fórmula preferida del profesor

Descubrí La fórmula preferida del profesor en Instagram gracias a Marian y su cuenta Lecturas Niponas.
Me pareció muy interesante su reseña, sobre todo cuando dijo que esta novela se alejaba de la tristeza y melancolía características de la literatura nipona. Me gustan, de hecho me atraen esas características, pero siempre me he preguntado si algún autor las dejaba alguna vez de lado.
 
Imagen de Internet


Todos los recuerdos del profesor son de antes de 1975, año en que sufrió un accidente de tráfico y parte de su cerebro se dañó. Desde entonces, su memoria tiene un límite de ochenta minutos, pasado ese tiempo no recuerda nada. 
Incluso con esa particularidad, su nueva asistenta y el hijo de esta consiguen forjar una entrañable relación de amistad con él que durará más allá del tiempo que ella trabaje para el profesor. 
 
Me ha gustado mucho el libro, e incluso pensando que Marian tiene razón y que se aleja de algunas de las cosas que más caracterizan a los autores japoneses, para mí ha sido una lectura triste.
 
«Se puso a leer la nota más importante, la que estaba pegada en el lugar que llamaba más su atención y que saltaba a la vista aunque no quisiera al ponerse la americana.
"Mi memoria sólo dura 80 minutos".
Me senté en el borde de la cama. No encontré nada más que yo pudiera hacer. Había cometido un craso error, más bien un fatídico error.
Cada mañana, al despertarse y vestirse, le sentenciaban la enfermedad que padecía a través de las notas escritas por él mismo. Le obligaban a enterarse de que el sueño que había tenido no era el de la noche anterior sino el de la última noche que podía recordar, hace muchos años. Lo anonadaba el hecho de saber que su yo del día anterior había caído en el abismo del tiempo, del que no podría recuperarse nunca más. El profesor que había protegido a Root de la pelota fallida estaba ya muerto en el fondo de sí mismo. Yo nunca había pensado que el profesor recibía tal sentencia cruel cada día, solo en su cama».
 
Lo más parecido que el profesor puede hacer a no olvidar es escribir las cosas que quiere saber que han pasado, porque ni leyéndolas en las notas que escribe y cuelga de su traje las recuerda.

 
«Root y yo nos comportamos con naturalidad. No hacía falta perder la serenidad a pesar de haber caído en el olvido en menos de diez minutos. Simplemente se trataba de empezar la fiesta de nuevo, tal como habíamos acordado antes. Nosotros ya teníamos suficiente entrenamiento acerca de los problemas de memoria del profesor. Y entre los dos habíamos decidido algunas reglas; es decir, siempre actuar  según las circunstancias para no ofender al profesor con una actitud descuidada. Por lo tanto, debíamos de restaurar la situación, siguiendo el procedimiento al que estábamos acostumbrados».
 
No solo el profesor se esfuerza para que su limitada memoria no afecte a los demás, la asistenta y su hijo hacen todo lo posible para que esa falta de recuerdos no les impida disfrutar de la vida diaria.
 
 
Sin dejar esa tristeza durante toda la lectura, sí he encontrado dos diferencias respecto a lo que suelo sentir cuando leo autores japoneses.
La primera es que hay cierta esperanza en esa tristeza, porque aunque sabe que su problema no tiene solución intenta convivir con ello como mejor puede:
 
«El profesor miró concentrado la suma escrita por Root como si comprobara una demostración matemática de alto nivel. No alcanzando a recordar por qué le había puesto aquellos deberes y qué quería decir con lo de reparar la radio, intentaba dar una respuesta a través de aquella suma.
El profesor procuraba siempre no preguntar acerca de os sucesos de hacía más de 80 minutos. Aun cuando se lo habría podido explicar enseguida con solo preguntarme qué significaban esos deberes y lo de la reparación de la radio, procuró resolver la cuestión por sí mismo intentando encontrar pistas, de un modo u otro, sólo a través del presente. Gracias a la brilllante inteligencia de que había sido dotado desde su infancia, seguramente comprendía a fondo el mecanismo de su enfermedad. No era tanto una cuestión de orgullo como que le preocupaba más bien molestar a la gente qeu vivía en un mundo de memoria normal. Decidí, por tanto, no intervenir de manera intempestiva y dejarlos».
 
 
Normalmente las novelas japonesas consiguen que se instale en mí un sentimiento de angustia que perdura incluso una vez terminada la lectura. Un vacío y una pena por lo que podría ser y no ha sido. Pero en esta ocasión, esa segunda diferencia es el alivio y la paz que me produce la falta de esa angustia.
 
«Quizás era porque allí imperaba una calma que yo jamás había experimentado. No es que simplemente no hubiera ruido, sino que unas capas de silencio llenaban el corazón del profesor cuando vgaba por el bosque de los números, indiferente a los cabellos caídos y al moho que todo lo invadía. Era un silencio transparente, como un lago escondido en el fondo de un bosque».
 
«Necesitaba sentir que, en realidad, había un mundo invisible que sostenía al mundo visible. Una línea recta que se abriera paso con solemnidad entre las tinieblas, exenta de anchura y superficie, que se extendiera sin límite hasta el infinito. Esa línea recta me sumía en un sentimiento casi imperceptible de paz».
 
«El profesor cerró el libro, lo puso en la silla y se acercó a Root. Las notas produjeron un susurro. El profesor apoyó una mano en la mesa del comedor y puso la otra encima del hombro de Root. Las sombras de ambos se sobrepusieron. Root balanceaba los pies debajo de la silla. Yo metí el pan en el horno».
 
 
Las descripciones me parecen dignas de mención, ya que sin hacerse pesadas son tan detalladas que puedes imaginar perfectamente lo que explican.
 
«El profesor tenía sesenta y cuatro años de edad, y había sido catedrático, especialista en la teoría de los números. Parecía cansado para la edad que tenía. No sólo parecía viejo, sino que también daba la impresión de que los elementos nutritivos no llegaban a todos los rincones de su cuerpo. Su espalda encorvada hacía aún más pequeño su cuerpo de metro sesenta. En los pliegues de su huesuda nuca se acumulaba la suciedad, su cabello, seco, canoso y desaliñado ocultaba a medias sus grandes orejas de la «buena suerte», de enormes lóbulos. Su voz era muy débil y se movía muy lentamente. Para hacer cualquier cosa, tardaba el doble de lo que yo imaginaba».
 
«En aquel momento, por primera vez desde que nací, experimenté un instante milagroso. En un desierto cruelmente pisado se levantó una ráfaga de viento, y apareció una nueva senda, toda recta, ante mis ojos. Al final de la senda había una luz brillante que me guiaba. Una luz que me daba ganas de seguir la senda y de hundirme en ella por entero, empapándome todo el cuerpo. Comprendí entonces que en aquel momento estaba recibiendo una bendición que llevaba por nombre chispa».

 
Si alguno de vosotros decide leer el libro y además de conocerme a mí conoce a Chema , creo que compartirá conmigo la opinión de que es  imposible no acordarse de él. Cuando el profesor  explica algo a la asistenta y su hijo de esa manera tan cariñosa y fácil de entender no puedo evitar pensar en cómo Chema de una manera tan amena consigue hacernos ver las matemáticas en todo lo que nos rodea.
 
Creo que ya he comentado en alguna ocasión la emoción que siento cuando soy consciente de cuánto me queda por leer, y desde que he descubierto la literatura asiática esa emoción ha crecido. Libros así me confirman que el mundo de las letras es infinito y que estaré descubriendo continuamente historias que me emocionen.
 

lunes, 22 de agosto de 2022

Siempre hay más opciones

 
Ilustración de guweiz. Instagram
 
Mi inseguridad me convierte en un ser egoísta porque, sin pruebas, me hace dudar de ti.
Ciega por los celos que me nublan la vista,
germina la semilla que la incertidumbre plantó en el fango de mis miedos. 
Sorda, porque la verdad no me conviene, escucho a cualquiera menos a ti.
Muda estaría más guapa, porque con cada excusa que vomito 
dejo más claro que no sé lo que digo.
Quien dice que solo tengo dos opciones, creerte o no,
 es porque no me conoce. 
 
Mi Otra Yo 

martes, 16 de agosto de 2022

Nuestro horizonte azul


Imagen de Internet
 
 
Nuestro horizonte azul es el último drama que he visto y que os recomiendo. No es tan triste como Mi diario de liberación y cuenta con muchos momentos alegres, por eso, por cómo está enfocado y por la cantidad de protagonistas, me ha recordado al drama Reply 1994.
Con la isla de Jeju como escenario principal y con el mar muy presente en la vida de la mayoría de los personajes, durante 20 capítulos podemos centrarnos, por turnos, en la vida de todos los protagonistas.
Amigos que un día se enfadaron y nadie saber por qué, una historia de amor entre adolescentes que tiene como fruto un embarazo al principio no deseado, relaciones familiares complicadas y las penas y alegrías del día a día, todo eso podemos ver en este drama que a mí personalmente no me ha dejado indiferente.
Si además añadimos una banda sonora amplia y variada que tiene canciones suficientes para cada uno de los momentos importantes, creo vale la pena verlo.

Banda sonora Nuestro horizonte azul

 
Veo muchos dramas coreanos y la gran mayoría me gustan, pero otros pasan sin pena ni gloria y algunos dejo de verlos porque no me atrapan. Estoy contenta porque esta está siendo una buena época y todos los que he visto últimamente me han gustado mucho.
A veces pienso en escribir sobre alguno que haya visto y  que no me haya gustado, pero no me apetece. Por otro lado, creo que hablar bien sobre algo poco visto puede ser de más ayuda a la hora de animar a la gente a que pruebe a ver cosas distintas a las que está acostumbrado.
 

lunes, 8 de agosto de 2022

Mi diario de liberación


Imagen de Internet


Hora y media de ida y hora y media de vuelta, ese es el tiempo que invierten cada día los tres hermanos protagonistas de este drama para ir a trabajar a Seúl. De familia humilde, con un padre taciturno y adicto al trabajo y una madre trabajadora y entregada a la familia, casi lo único que tienen en común estos hermanos es que ninguno es feliz, pero cada uno a su manera.
Aunque viven todos juntos, cada uno está tan centrado en lo que no les deja ser feliz que no llegan a pensar que el resto de su familia se siente tan desgraciado como ellos mismos. Una hermana mayor que está dispuesta a todo con tal de encontrar con quien formar una familia. Un hermano que habla muchísimo y parece que no dice nada, pero en realidad lo que quiere es esconder el sentimiento de inferioridad que tiene. Y una hermana pequeña y obediente que lo que de verdad quiere es pasar desapercibida y que la dejen tranquila.

Viendo este drama me he sentido triste pero también reconfortada. La tristeza que se siente desde el primer capítulo al ver a los protagonistas atrapados en una vida que no quieren y no les gusta, va siendo sustituida poco a poco por alivio al ver el esfuerzo que hacen por entenderla y después intentar cambiarla.

Con pocos momentos para reír y tampoco demasiados para llorar me ha enganchado de principio a fin. Para mí, al igual que Vida incompleta y My Mister, es de lo mejor que he visto.
La banda sonora se adapta tan bien al sentimiento de cada escena que se convierte en un acompañante discreto a lo largo de todo el drama.
 
Banda sonora Mi diario de liberación


lunes, 1 de agosto de 2022

Re: make

 
One Ok Rock - Re: make (Official MV)
 
No entiendo las mentiras sin razón, esas que llegan antes de la pregunta.
Si no te preguntan ¿qué necesidad hay de mentir sobre algo que los demás no quieren saber? 
Quizás consigues lo que quieres con eso, pero todavía no he logrado saber qué es. He probado a preguntar, por si así cambiabas de método, pero no he encontrado diferencia. Parece que nuestra forma de comunicarnos es diferente. Si quieres saber lo que pienso solo tienes que leerme los labios. Ahora sé que tú piensas lo contrario de lo que dices. 
 
Mi Otra Yo 
 
 
 One Ok Rock - Re: make (Sub español)