martes, 29 de agosto de 2017

No lo reconocí

Lo conozco a través de mi madre, que si no recuerdo mal lo conoció porque coincidían cuando paseaban a los perros. Y de eso ya hace muchos años.
Siempre me ha saludado, alegre y dicharachero, con la misma broma. Siempre iba a paso rápido o en bicicleta. Siempe he pensado en él como en un hombre mayor, pero sano y fuerte.
Ayer lo vi en el supermercado y no le saludé porque no lo reconocí. Al llegar a casa necesité que mi madre me confirmara que ese señor mayor, consumido y sin poder hablar era Pepe. Ese señor con el que crucé la mirada y en la que vi algo familiar pero no supe reconocer.
Y ahora que lo pienso, lo único que quedaba de él en aquel cuerpo menudo y encogido en la silla de ruedas era su mirada. Pero me impactó tanto que necesité demasiado tiempo para procesarlo y reconocerlo.

Es inevitable pensar que si nos tiene que pasar nos pasará. Habrá dado igual que nos hayamos cuidado, que llevemos una buena vida, que tengamos salud. Si nos tiene que pasar, nos pasará.

domingo, 27 de agosto de 2017

Me gustaría creer

Estoy bautizada y he tomado la comunión. Mis hijos no están bautizados, uno no ha tomado la comunión y el otro tampoco lo hará (a no ser que él lo pida).

Ayer fuimos los cuatro a la iglesia, a una misa en memoria de la abuela de mi marido. Vamos poco; para entierros o alguna celebación. Siempre intento escuchar el discurso del cura y siempre me pasa lo mismo, que no me interesa. El de ayer, sin embargo, era diferente. Parecían las palabras de alguien que vive en el mundo de hoy, palabras que explican un punto de vista sin querer enseñar o decir lo que tenemos que hacer.
Suelo observar a la gente e imaginar qué es lo que les llevá allí. La mayoría son personas mayores, pero también las hay de mi edad y más jóvenes. Y me sorprende, para qué nos vamos a engañar (aunque tampoco tengo explicación para ello).
La religión cristiana es la que tengo más cerca, y creo que la he idealizado, como supongo que haría con otra de la que conociera un poco más. 
Pienso que quien va a misa, quien reza, quien echa dinero en el platillo de la limosna, quien cree lo que dice el cura y le da las gracias a Dios de las cosas buenas que le pasan, tiene que ser una buena persona. Pero hay personas que hacen todo eso y son más malas que el demonio. Como en todas las religiones, lo tengo claro, pero aún así no lo entiendo.
Esto me hace pensar en los terroristas del antentado de este pasado día 17 en Barcelona. De este atentado y de todos los que hacen en nombre de Alá. Me hace pensar también en los musulmanes que se han manifestado en contra del atentando diciendo que el islam es paz, no lo que esos extremistas han hecho.

¿No será la religión el motivo por el que más se ha matado? Pues no lo sé, pero todavía me sorprende y me da miedo ver lo que el ser humano es capaz de hacer en nombre de alguien que está muerto, que no han conocido, del que sólo saben lo que se ha ido contando a lo largo de los años, una historia seguramente distorsionada y mal interpretada con el paso del tiempo y por según quien la interprete. 
Porque si la palabra paz significa lo mismo en todos los idiomas y en todas la religiones ¿está justificado el dolor, el sufrimiento y la sangre que se derrama para conseguirla?

Una de las cosas que me gustan cuando voy a misa (que alguna hay) es cuando todos cantan juntos. La unión hace la fuerza, y todas esas voces juntas hacen que todo parezca bonito.
También me gusta pensar que todas esas personas creen realmente en Dios, que confían en él, y que en los momentos de sufrimiento les da consuelo.
Como a la amiga a la que le pregunté después de la ceremonia si creía en Dios, que me dijo que sí, aunque no es practicante. Pero que cuando le pasa algo malo le pide que le ayude.
"¿A quién le pides tú cuando te pasa algo malo?", me preguntó. Pues yo pido que pase el momento, que pase lo malo y que todo se arregle, pero no le pido a nadie en concreto. 
Y a veces me gustaría, me gustaría tener a alguien a quien pedir y en quien confiar. Alquien que me de seguridad y consuelo. Porque eso es lo que creo que sienten los que creen en algún dios ¿o no?

Creo que tengo una conversación pendiente con una buena amiga que es creyente y practicante, a ver qué me puede aclarar ella.

viernes, 4 de agosto de 2017

Los libros dicen verdades

Los libros dicen verdades: las de cada uno, por supuesto.
Teniendo en cuenta que el mismo libro tiene tantas interpretaciones como personas lo lean, está claro que cada uno encuentra SU verdad en él.

En todos los libros que leo encuentro una frase (más de una, de hecho) que me gusta, que pienso que podría haberla escrito yo, en la que encuentro una verdad que parece pensada para ese momento de mi vida en concreto.

Hoy quiero dejar aquí unas cuantas de esas frases que me hacen pensar, que creo que han llegado en el momento justo. Son del libro Martes con mi viejo profesor, de Mitch Albom.

"Tienes que encontrar lo que hay de bueno, de verdadero y de hermoso en tu vida tal y como es ahora. Si miras atrás, te vuelves competitivo. Y la edad no es una cuestión de competitividad."
Me quedo con la primera frase de este párrafo, y me gustaría tenerla presente cada día.

-"Al principio de la vida, cuando somos niños recién nacidos, necesitamos de los demás para sobrevivir, ¿verdad? Y al final de la vida, cuando te pones como yo, necesitas de los demás para sobrevivir, ¿verdad?
Su voz ser redujo a un susurro.
-Pero he aquí el secreto: entre las dos cosas, también necesitamos de los demás".
Siempre lo he pensado. Siempre he pensado que terminamos como empezamos, dependiendo de los demás. Y puede ser muy duro, porque dedicarte una vida a aprender a valerte por ti mismo, superar cada día tus limitaciones para volver a tener que perder capacidades... no me gusta lo que siento cuando lo pienso. Por eso me alivia y sorprende el secreto.

-"Lamento que se me agote el tiempo, pero valoro la oportunidad que me da para arreglar las cosas".
Hay que reconocer lo que nos duele, pero no perder el tiempo lamentándolo.  Y sobre todo, hay que valorar y agradecer.

"Mitch, fue una sensación increíble. La sensación de aceptar lo que pasaba, de estar en paz. Estaba pensando en un sueño que había tenido la semana pasada, en el que cruzaba un puente que conducía a un lugar desconocido. Estaba dispuesto a pasar a lo que venga a continuación.
-Pero no pasaste.
Morrie hizo una pausa. Sacudió la cabeza levemente.
-No, no pasé. Pero sentí que podía. ¿Lo entiendes?"
La paz de sentir que puedes hacerlo, aunque no lo hagas. Es cierto que es una sensación increíble.

-"Al morir se pone fin a una vida, no a una relación personal".
Quizás sea cierto. Todavía no he podido comprobarlo. Pero estoy segura de que el día que pase me costará aceptarlo, si es que lo hago.

Olvidos

"El que no tiene memoria, se hace una de papel"
Hace muchísimos años que leí esta frase, no recuerdo dónde, pero no la he olvidado. Y ahora, buscando en internet para asegurarme de que la recordaba bien, he descubierto que es de Gabriel García Márquez.
Siempre me ha gustado apuntar las cosas, para no olvidarlas, para tenerlas "controladas": los gastos, frases que se me ocurren, frases que leo y me gustan, mis pensamientos...
Llega un momento que ya no me planteo ni que vaya a olvidarlo, lo apunto y ya está, y el simple hecho de hacerlo me da seguridad. Pero es que últimamente olvido muchas cosas, olvido apuntarlas. Y no es un después lo apunto, no, es un ni siquiera pensar en apuntarlo, y no es porque mi memoria hay ido a mejor, al contrario.

El olvido me preocupa, y si lo pienso demasiado me angustia.
Últimamente tengo muchos olvidos, despistes que pueden parecer insignificantes, pero que a mí me preocupan. Sumo uno, y otro, y otro, y me doy cuenta de que ya no soy la de antes, de que ya no tengo el control.
¿Será la edad? Puede que sí, porque cuando llegas a los 40 es como una verdad universal. 
Que pierdes vista y necesitas gafas para cerca... será la edad, eso pasa a partir de los 40.
Que se te olvidan cosas que antes no... es la edad, a los 40 se empieza a perder memoria.
Que te angustian cosas que antes no, que empiezas a pensar en la muerte... eso es que ya tienes 40 años.
Que te duele donde antes no... ay, esos 40.

Recuerdo que cuando cumplí 20 años sentí que traspasé una barrera, y ahora, con 40, he traspasado otra que además me ha costado el doble de saltar. Pero claro, es que ya tengo 40 años.
Seguro que todo lo que ahora me agobia de este número, lo hecho de menos cuando le sume diez más.