Harumichi y Yae se enamoran y empiezan a salir siendo adolescentes. Hacen planes de futuro y siguen juntos cuando ella sufre un accidente que le hace perder la memoria. A partir de ese momento y a petición de la madre de Yae, Harumichi se aleja de ella. No es hasta después de muchos años y gracias al hijo de Yae que se vuelven a encontrar.
En todos los episodios podemos ver cómo transcurre la vida de los protagonistas durante su juventud y su edad adulta, lo que hace que no entendamos algunas cosas, pero todo empieza a tener sentido desde el momento en el que tenemos conocimiento del accidente de Yae.
Una
de las razones por las que he visto este drama es por Takeru Sato, el
protagonista masculino en su edad adulta. Es una actor japonés muy
famoso (famoso allí, seguro que pensáis 😂) del que he visto
otros trabajos que me han gustado.
Quiero destacar la actuación de los actores que interpretan a los protagonistas cuandos son jóvenes, yo la he disfrutado mucho.
Pasados
los días y al pensar en la serie reconozco que me ha dejado un buen
recuerdo, pero solo la recomendaría si estás en un momento en el que te
apetece ver algo tranquilo, un poco triste y con final feliz.
Hay tres detalles que a mí me han llamado la atención: los diferentes —pero parecidos— tonos de azul que utilizan sobre todo Yae y su hijo en la ropa, el paisaje y la luz de las escenas y la banda sonora. Aunque hay un par de canciones que destacan más el resto son lo suficientemente discretas para no llamar la atención, fundiéndose perfectamente con lo que estamos viendo como si fueran un elemento más de la escena.
Buscando información sobre la banda sonora precisamente es como he descubierto que el drama está basado en dos canciones de Hikaru Utada, First Love (1999) y Hatsukoi (2018). Justo estas dos canciones son las que os comento que más llaman la atención. Hikaru Utada debutó a los 16 años y se convirtió en una de las cantautoras más importantes de su generación, siendo First Love el álbum más vendido de todos los tiempos en Japón. Os dejo a continuación las dos canciones.
Todo lo que he descubierto a raíz de buscar información sobre el drama ha hecho que lo valore de forma diferente y aprecie detalles que antes no me habían llamado la atención.
A veces, cuando os hablo sobre algo que he visto o leído, me encuentro con que independientemente de que me haya gustado mucho o no, lo que me ha llamado la atención es algo específico que da para hablar de otro tema, o que yo al menos me he quedado más con ese detalle. Y aunque a mí los spoilers no me molestan —de hecho creo que alguna vez os he dicho que los prefiero—, sin saber por qué intento no hacerlos, por lo que al final no hablo sobre eso que ha captado mi atención.
Esto me plantea una duda. ¿Dejáis de ver o leer algo si os desvelan el final o parte de la trama?
Creo que a partir de ahora voy a ser menos cuidadosa en ese aspecto y a centrarme en comentar esos detalles que me impresionan, aunque con ello os desvele partes importantes de la trama.
Por ejemplo, como ya he dicho antes Yae sufre un accidente y pierde la memoria, por lo que no recuerda a Harumichi, pero él nunca la ha olvidado. Aun así él está en una relación con otra mujer —de hecho están pensando en casarse— cuando se vuelven a encontrar. Casi desde el primer momento en el que se ven Harumichi se da cuenta de que no tiene sentido seguir adelante con los planes de boda y aunque lo intenta —no demasiado, todo hay que decirlo— su prometida no está por la labor de tener esa conversación, ya que sabe lo que le va a decir. No me gusta esta actitud, la de querer que alguien esté contigo aunque sepas que realmente no te quiere porque no ha olvidado a otra persona.
¿Destino
o casualidad? Los protagonistas se vuelven a encontrar en su vida
adulta sin buscarse; Yae porque a causa del accidente olvidó a Harumichi
y rehizo su vida con otra persona y él, aunque nunca dejó de pensar en
ella, se dio por vencido al descubrir que no había recibido ninguna de
las cartas que le había escrito porque la madre no se las había
entregado y que se iba a casar. Lo que menos podía imaginar Harumichi cuando conoce a un adolescente llamado Tsuzuru es que pudiera ser el hijo de Yae.
En el momento en el que Harumichi y Yae se encuentran después de tantos años lo último que esperaba es que ella no reaccionara, de hecho actúa como si no lo conociera. Por eso la cara de desconcierto de él y la lágrima que deja caer cuando se queda solo me hacen pensar que ella está fingiendo no conocerlo. No es hasta que descubro lo de su pérdida de memoria que entiendo su manera de actuar.
En
ocasiones como esta lo que más me agrada de las cosas que me gustan es
lo que hay detrás, lo que encuentro buscando saber más. Aunque el final es feliz porque logran estar juntos no consigo quitarme de encima una ligera sensación de tristeza. Creo que algo me pide ver el drama una segunda vez y saborearlo de otra manera.