viernes, 28 de junio de 2019

El silencio como recompensa

Hay días en los que tengo que contar hasta el infinito. Esos días la mejor recompensa es el silencio.
Sábado. Segundo día de vacaciones escolares. Mi marido no trabaja. Nos despertamos todos tarde, poco a poco. Después de los desayunos y ya más despejados empezamos con las rutinas y las faenas: poner lavadoras, lavarse los dientes, hacer las camas, recoger y organizar un poco cómo va a ser (o nos gustaría) el día.

Hemos hecho algunos cambios en una habitación y queremos aprovechar unas estanterías que hemos desmontado para poner otras en horizontal, por lo que nos hacen falta escuadras y hay que comprarlas.
Marido: "¿Cuándo vamos a comprar las escuadras?".
Yo: "Pues mejor por la mañana si por la tarde queremos quedar con J y L"- le contesto mientras doblo toallas.
M: "¿Nos vamos?".
Y: "Mejor te llevas a uno de ellos"- me refiero a los niños.
M: "¿Por qué?"- refiriéndose a por qué se va con uno de los niños y no conmigo.
Y: "Porque yo me quedo haciendo faena".
M: "Pues no".
Y: "¿Por qué no?".
M: "Pues porque tenemos que elegirlas".
Y: "Puedes elegirlas tú".
Y con cara de no estar de acuerdo se da media vuelta y se va, con lo que yo interpreto que no piensa ir a comprar si yo no voy, y como yo no voy a ir... me monto mi película en la cabeza: no compramos escuadras, no ponemos estanterías, yo me indigno pero no digo nada, el lunes cojo las estanterías desmontadas y todo lo que había en ellas y lo bajo al trastero.
Empiezo a contar: uno, dos, tres... antes de llegar a 20 oigo que dice a los niños:
M: "¡Vestíos, que nos vamos a comprar!".
El mayor: "¿G también viene?".
M: "Sí".
El mayor: "Pues yo no voy, que ya estoy harto de ir con él a todas partes!".
...treinta, treinta y uno, treinta y dos...
El pequeño: "¡Joooooolines, yo no quiero ir a comprar!"- calla en seco, piensa y pregunta -¿Vamos en coche?".
M: "Sí".
El pequeño: "¡Entonces sí que voy!".
El mayor: "¡Pues yo me quedo!".
... cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos...
M: "¡Nos vamos los tres, así que daos prisa!".
Sigo doblando toallas y contando, mientras de fondo oigo a los niños discutir y a su padre meterles prisa.
... sesenta, sesenta y uno...
M: "Bueno, nos vamos, hasta luego".
El mayor y el pequeño: "¡Hasta luego mamá!".
De pronto la casa se hace grande, tanto como el silencio que dejan tras ellos. No recuerdo hasta donde he contado. No importa, tengo mi recompensa, el silencio.

jueves, 27 de junio de 2019

La ropa de los domingos

En casa de mis padres no éramos de esos, y menos ya en la mía, pero recuerdo que existía.
No sé si para ir a misa, para tomar el vermú, o simplemente para lucirse un poco, los domingos la gente suele ponerse guapa, de punta en blanco, de "mírame y no me toques que me mancho". 
Cuando era pequeña había niños a los que ponían guapos los domingos y ese día no podían jugar por eso precisamente, porque llevaban la ropa de los domingos. Y como digo, yo no lo viví, pero tenía que ser algo parecido a un castigo: te visten con ropa incómoda, pero con suerte bonita, con la que lo único que puedes hacer es estar quieto y rezar para que no se manche.
Creo que le encuentro menos sentido a esta costumbre ahora que soy mayor que cuando era pequeña.

miércoles, 26 de junio de 2019

Cambiar de opinión

Todos podemos cambiar de opinión, por supuesto. De hecho, considero que a veces es necesario.
Y aun así me parece curioso y un poco bochornoso hacerlo en ciertos ámbitos y según de qué maneras. O después de haber dicho según qué cosas.
¿Y a qué viene todo esto? A una noticia que he escuchado en la radio esta mañana sobre que una persona que militaba en cierto partido político se ha pasado a otro partido, no muy afín precisamente. Y lo comento hoy como podría haberlo hecho hace unos días, porque no ha sido la única que lo ha hecho. Pero con esto de que todo se graba (como las conversaciones telefónicas a las que nunca puedes acceder cuando las necesitas) han puesto unas declaraciones de hace 4 años en las que les decía de todo menos guapos a los que ahora serán sus compañeros.
Y como me paso de un pensamiento a otro como quien no quiere la cosa, me ha venido a la mente cuando Figo pasó de jugar en el Barça a jugar en el Real Madrid, y de la monumental pitada de 110 decibelios que le recibió la primera vez que volvió al Camp Nou como madridista.
Hay que ver lo que son las cosas, que ni entiendo de política ni me gusta el fútbol.

jueves, 20 de junio de 2019

Cerrando una etapa

Hoy me doy cuenta de que como mujer viviré y cerraré diferentes etapas en mi vida. La de madre, una vez se abre, creo que nunca se cerrará, y en ella viviré quizás tantas etapas como vivan mis hijos, por lo menos mientras estén cerca de mí.
Hoy es el último día de colegio, pero para mí fue ayer cuando cerramos la etapa de primaria con mi mayor en la fiesta de graduación: fue espectacular, perfecta, un alivio... todo eso simplemente porque él la disfrutó.
Ningún detalle sin importancia podrá quedar por encima del recuerdo que tendré de una tarde en la que disfrutó cada uno de los minutos que duró la graduación, y en la que no dejó de sonreír ni un segundo.
Qué lejos queda, aunque no  creo que la pueda olvidar, aquella vez en infantil en la que lo bajé del escenario llorando porque no quería estar allí.

Jubilada, pero no desocupada

Una de mis amigas de la piscina tiene 72 años, y se jubiló a los 63.
Es viuda desde hace casi año y medio, creo que tiene 2 hijas y un hijo, y por lo menos 5 nietos.
Va a la piscina a las 6 de la mañana, vuelve a casa sobre las 7 y se prepara para ir a por sus nietos para llevarlos al colegio en el pueblo de al lado. Durante la mañana arregla la casa, va a comprar y hace la comida para quien ese día vaya a comer a su casa: nietos, hijas, hijo, yerno... y a veces el novio de la nieta grande. Recoge a los niños a la salida del cole, que se quedan también por la tarde con ella. Al final del día, antes de cenar, creo que muchas tardes sale a caminar con una de sus hijas y la nieta pequeña, que tiene meses.
Hoy nos comentaba que precisamente su hija pequeña le había dicho que seguramente trabajaría los meses de verano, por lo que tendría que quedarse también con el bebé.
No para, no se aburre, y aunque a veces nos cuenta todo lo que hace agobiada, dice que tiene que dar gracias, porque por lo menos no le da tiempo a "darle vueltas a la cabeza". Que una persona sola piensa demasiado.
No sé qué será de mi vida a su misma edad, de hecho no sé qué será de mi vida dentro de 5 años, pero lo que siempre he pensado es que a esa edad ya se debería vivir para ti, para dedicarte a tus cosas.

miércoles, 19 de junio de 2019

Illes dins un riu

Esta mañana en la radio han puesto la canción "Illes dins un riu", de Tomeu Penya, al que descubrí en la época en la que el Joventut de Badalona ganó la copa de Europa hace ahora 25 años.



No he podido evitar sonreír al cantarla, porque después de tantos años, todavía recuerdo la letra.

martes, 11 de junio de 2019

El conductor de autobús

Mi marido es de Zaragoza capital, y más de una vez me ha comentado, basándose en su experiencia, lo cabroncetes que pueden llegar a ser los conductores de autobús allí.
El caso es que vivimos en una ciudad relativamente pequeña. De esas en las que mucha gente de capital se compra un piso para veranear. Gente de capital que huye de su ciudad y vienen aquí a intentar gobernar y arreglar lo que ellos creen que no funciona. "Porque oye, yo soy de «lamejorciudaddelmundomundial», donde las cosas se hacen así y asá" , "hazme caso, que aquí no tenéis ni idea", y unas cuantas sentencias más, pero al final, aquí están.
¿Será que esa «lamejorciudaddelmundomundial» no tiene playa? ¿ni sol y buen tiempo todo el año? ¿que lo más cerca que puedes aparcar de tu casa es a dos manzanas? ¿que en invierno no puedes tomarte nada en una terraza porque te mueres de frío y en verano te mueres de calor?

Bueno, yo quería hablar de los conductores de autobús y al final me he liado.

Hoy he visto a una señora, de un grupo de 6 personas mayores, corriendo porque perdía el autobús. De hecho, el autobús ya se había incorporado a la circulación después de poner el intermitente a la izquierda. Cuando todavía tenían que cruzar una calle para poder llegar al lado en el que estaba la parada el conductor los ha visto. ¡¿Y qué ha hecho?!
¡Sí, señoras y señores! El conductor de esta pequeña ciudad en la que todo va mal para esa gente que sabe y entiende de las capitales pero que vienen aquí a pasarse todo el verano y plantar la sombrilla en la playa a las 7 de la mañana y dejarla ahí hasta que bajan a las 9, ese conductor, ha vuelto a poner el intermitente a la derecha y se ha apartado de la circulación para esperar a esas 6 personas que han llegado con la lengua fuera y que entre todas debían de sumar más de 400 años.
Así que no he podido evitar acordarme de mi marido, de Zaragoza y de los conductores de autobús que aceleran cuando te ven llegar corriendo o te cierran la puerta en las narices.
Y bueno, pues que me alegro de vivir en un sitio  en el que aunque no es el que me vio nacer, es en el que he formado mi familia y en el que han nacido mis hijos. Y que sí, que tiene muchas cosas que se pueden mejorar, pero no quiero dejar de ver esas de las que podemos estar orgullosos.

viernes, 7 de junio de 2019

Somos frágiles

Estos días mi marido ha estado pachucho.
Son tan pocas las veces que enfermamos en casa que creo que no soy consciente de la suerte que tenemos hasta que alguno de nosotros se encuentra mal.
Entonces me angustio y me pregunto qué pasaría si alguna vez enfermamos gravemente, o nos pasara algo malo...
La vida puede cambiar en un instante, pero tampoco podemos vivir teniéndolo presente a todas horas, no se puede vivir pensando que cualquier momento puede ser el último.
En esto pienso muchas veces cuando nos despedimos mi marido y yo y no nos damos un beso, en que cualquier momento puede ser el último. Alguna vez he oído una historia tipo "se despidieron cuando se fue a trabajar y ya no se volvieron a ver", "las últimas palabras que se dijeron fueron de enfado", "daría lo que fuera por volver atrás y no haber discutido"...

Hay que intentar vivir bien, en armonía, aprendiendo de los malos momentos, los problemas y las discusiones, que también fortalecen las relaciones. Hay que agradecer, y querer: querer bien y compartir nuestro tiempo y nuestra vida con quienes la llenan.
Si no estás mal, el tiempo pasa rápido. Un día echas la vista atrás y descubres que estás casada y tienes dos hijos. No recuerdas cuándo quedó atrás el tiempo de salir todos los fines de semana, de pensar solo en ti, de gastar dinero sin pensar en el futuro.
Ahora tu vida se rige por los horarios y las obligaciones de tu familia. Planeas, ordenas y organizas para cuatro personas, no solo para ti. 
Quieres tranquilidad y tienes suficiente con la compañía cómplice de tu marido mientras ves la televisión. Vuestros planes son más a largo plazo, porque primero van los hijos, y cuando ellos vuelen, vosotros volveréis a ser todo el tiempo vosotros dos, pero cuatro en el corazón.
Cuanto más tiempo pasa más comprendes decisiones y formas de actuar de tus propios padres que no compartes, pero que ahora entiendes.
El tiempo pasa, pero es más intenso. Tú cada vez vas más despacio, y la vida cada vez va más rápido. Eres más consciente de todo, sobre todo de tu cuerpo, que cada día te descubre un dolor, una molestia, una limitación, una rigidez, el recuerdo de cuando antes podías estar sentada en el suelo y levantarte de un salto sin que te doliera nada.
El tiempo pasa y hay que tomarlo despacio, con calma, acompañado de una bebida caliente y un libro. Saborearlo con un dulce, sino eres más de salado. Escuchando la lluvia, o esa música que tarareas sin darte cuenta. Sentada en el sofá viendo una película acompañada de tu familia. Riendo sin prisa y sin vergüenza junto a las amigas. Amando, gozando, disfrutando de los besos, la carne y el aliento del único que consigue ponerte la piel de gallina tan solo con un roce.

La vida hay que vivirla, porque somos frágiles.

miércoles, 5 de junio de 2019

Historias sin sentido

En casa no somos muy de juegos de mesa, aunque me gustaría serlo, pero qué se le va a hacer.
El caso es que para no serlo, tenemos bastantes juegos, muchos, diría yo, y de vez en cuando jugamos.
Hay uno en concreto que se le da muchísimo mejor a los niños que a mi marido y a mí.
Se llama Story Cubes.

Lo único que hay que hacer es crear una historia utilizando como guía las 9 imágenes resultantes de lanzar los dados.
Y aunque parece fácil, no lo es, por lo menos para los adultos.
Los niños no tienen ningún problema en enlazar la imagen de un árbol y la de una cerradura, o la de un teléfono móvil y una oveja. De una en una unen las 9 imágenes en una historia increíble, sin pararse a pensar.
Y es lo que no hay que hacer, pensar, porque si piensas no encuentras la manera de que una abeja y un rallo tengan algo que ver.
Este juego no es de lógica, es de fantasía, improvisación e imaginación, y de todo esto vamos sobrados cuando somos niños.

martes, 4 de junio de 2019

No puedo acordarme de todo

El mayor tiene que llevar una camiseta roja al colegio.
El pequeño tiene que llevar una camiseta azul.
El mayor tiene que llevar 9 euros al colegio para las fotos.
El pequeño tiene que llevar 4 euros.
El miércoles tengo que ir a la farmacia.
El mayor tiene que llevar el miércoles camiseta roja y pantalones negros para una coreografía en el colegio. No tiene que olvidar los altavoces y el pen drive con la canción que tienen que bailar.
El mayor tiene examen de matemáticas.
El pequeño tiene el miércoles examen de sociales. 
El sábado quiero ir a una charla.
Tengo que acordarme de imprimir unos libritos para el taller de la asociación.
Dentro de una semana se celebra el último Club de Lectura antes del verano y todavía no me he leído el libro.
Tengo que tener en cuenta comprar los tiquets para los bocadillos de la fiesta de fin de curso del colegio.
Estoy pendiente de recibir los papeles para matricular al mayor en el instituto.
Tengo que informarme bien sobre lo que hay que hacer para el regalo de fin de curso del profesor del mayor.
La semana que viene tengo cita para una radiografía y unos análisis. Para la semana siguiente tengo cita con mi médico.
......
Todo esto, y unas cuantas miles de cosas más vagan entre mi cabeza, el calendario de pared y mi agenda. Ahora también utilizo la alarma del móvil para no olvidar algunas cosas.

Hasta que vea  a mi médico, todas las noches en la hora de la cena tengo que tomarme una pastilla, y muchas veces no me acuerdo.
De algo me tenía que olvidar.

lunes, 3 de junio de 2019

Aseos de señoras

Si cuando entro en un aseo público me mojo las manos con el pomo de la puerta al cerrarla, ya sé que lo más probable es que tampoco me pueda sentar para hacer pis porque la taza de wc estará salpicada.
Y entiendo que haya mujeres que en un aseo público no se sienten cuando hacen pis porque les de asco. Pero lo que no entiendo es que si lo salpican todo, no lo limpien.
Y claro, si no tienen cuidado en eso ¿por qué lo van a tener en secarse las manos antes de abrir la puerta?