«La ausencia es un vacío que llena y ocupa espacio».
En esta reflexión Ilona me dejó el comentario de que había un libro que hablaba de eso precisamente, de la ausencia. Dicho libro se titula El volumen de la ausencia y lo escribió Mercedes Salisachs.
Sentí curiosidad por cómo se trataría el tema y busqué el libro en la biblioteca, que para mi sorpresa lo tenía, aunque hacía tanto tiempo que no lo pedía nadie prestado que estaba en archivo, a la espera de pasar definitivamente al olvido.
Quizás fuera predispuesta por cómo había llegado a él, pero he de decir que desde el principio de la lectura se percibe esa ausencia, esa falta de algo que no está pero que ocupa espacios y pensamientos.
Desde el momento en el que le notifican que le quedan cuatro meses de vida y durante cuatro horas y media, Ida nos habla de su vida, sobre todo de los últimos 12 años.
Un matrimonio infeliz, una familia que no se comunica y que descubre poco a poco que en realidad no se conocen, secretos a voces que ella es la única que no oye, un amor pospuesto durante años... Para mí ha sido una historia tremendamente triste pero muy bien escrita. Recomiendo su lectura.
Un matrimonio infeliz, una familia que no se comunica y que descubre poco a poco que en realidad no se conocen, secretos a voces que ella es la única que no oye, un amor pospuesto durante años... Para mí ha sido una historia tremendamente triste pero muy bien escrita. Recomiendo su lectura.
Quiero compartir los fragmentos que más me han gustado.
«El único ser que en aquellos momentos contaba era Rodolfo. Rodolfo y su tristeza. Rodolfo y su secreto. «Te quiero hijo mío. Pase lo que pase te seguiré queriendo». Súbitamente me echó los brazos al cuello y rompió a sollozar. Apreté su cabeza contra mi pecho, para que siguiera llorando, para que supiera que yo estaba allí dispuesta a sufrir con él».
«No deja de ser curioso el empeño humano de asentar ideologías a fuerza de modificar los letreros callejeros».
Este libro fue escrito en 1982 y después de tantos años seguimos igual. En fin...
«Las comprendo ahora, Juan: después de esos doce años vacíos de tu presencia, pero tremendamente llenos de tu ausencia. ¿Sabías tú que también las ausencias pueden tener volumen? La tuya lo tuvo. Fue un volumen lleno de ti, de tus palabras dichas al desgaire, y de las que ni siquiera me habías dicho pero que yo adivinaba; de coloquios interminables entre tu yo lejano y mi propia soledad, siempre presente. Un volumen cada vez más hinchado de ti; de evocaciones que mientras eran aún hechos cotidianos apenas tenían dimensiones sin grosor, pero que a medida que los años transcurrían, iban creciendo y creciendo: miradas, gestos, ademanes, actitudes... »
«Una vez más, mi madre se replegaba en aquellos segundos planos que lograban hacer de ella la persona insignificante más importante del mundo».
«También la ausencia de mi madre y Jacobo fueron adquiriendo volumen: el de los sonidos que no se escuchaban, el de las preguntas sin respuesta, el de los proyectos que jamás podrían realizarse».
«La ausencia es mucho más que un espacio vacío y un tiempo sin horas».
Cuando pido un libro prestado en la biblioteca me gusta mirar la ficha de préstamos porque me da la sensación de que nos cuenta cosas del libro que no están escritas en ningún otro sitio y me gusta imaginar qué otras personas lo han leído, por qué y el impacto que habrá tenido sobre ellas su lectura.
Cuando pido un libro prestado en la biblioteca me gusta mirar la ficha de préstamos porque me da la sensación de que nos cuenta cosas del libro que no están escritas en ningún otro sitio y me gusta imaginar qué otras personas lo han leído, por qué y el impacto que habrá tenido sobre ellas su lectura.