lunes, 25 de julio de 2022

Lo mejor de algunas personas

 
Ilustración de insaam_illust. Instagram
 
 
Lo mejor de algunas personas son sus amistades.
¿No habéis conocido nunca a alguien que no se merece que le des ni la hora por lo mala gente que es pero sin embargo tiene amistades que parecen ser todo lo contrario a ellos? Yo sí, y no lo entiendo.
Eso me hace dudar porque ¿qué pasa? ¿Quiere decir eso que en realidad no son tan mala gente? ¿O que sus amigos, los que yo creo que son buenos, realmente no lo son? 
No hablo de personas que no conozco y me he hecho una idea de cómo son por lo que veo o me cuentan, no. Hablo de personas que he sufrido, que he podido conocer  bien y con las que nunca hubiera querido coincidir.
¿Se puede cumplir entonces, a la vez, lo de «ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos» y «dime con quién andas y te diré quién eres»? Tiene que ser eso.
 
Demasiadas preguntas por hoy, incluso para mi gusto. 

jueves, 21 de julio de 2022

La presidenta

                                                    Imagen de Internet

«Alicia Giménez Bartleett ha renovado la novela policiaca española, aportando una perspectiva femenina y feminista que ha sido pionera en este ámbito».

Cuando leí estas líneas en la contraportada del libro la verdad es que me preocupé porque no sabía qué me podría encontrar, por lo de la perspectiva de la que habla. Pero al final la verdad es que no he encontrado nada nuevo: ponen un caso que no quieren resolver en manos de dos inspectoras novatas que dan por hecho no van a dar la talla para resolverlo. Este argumento lo he leído en otros libros y visto en varias películas, lo de poner a alguien que consideran inferior (por ser nuevo, o tonto, o mujer, o muy inocente, o familiar de...) al mando de un caso porque de cara a los demás tienen que dar la imagen de que lo están investigando cuando realmente no quieren que se descubra eso, la verdad. Y como os podéis imaginar, esa persona que no servía para nada al final atrapa al culpable.
 
Me ha resultado un libro entretenido, por eso y porque me gusta cómo escribe la autora lo he terminado, pero he de decir que a punto he estado de no leerlo porque la trama transcurre en el mundo de la política.
He leído más libros de Alicia Giménez, todos me han gustado y todos han llegado a mí a través del club de lectura. El que da nombre a esta entrada os lo recomiendo si queréis una lectura para pasar el rato, pero si queréis leer un libro interesante y que atrapa y transporta a la época en la que está narrada la historia os aconsejo que leáis «Donde nadie te encuentre» y conozcáis a La Pastora.
 
Imagen de Internet
 

jueves, 7 de julio de 2022

Reponer fuerzas

Imagen de Internet
 
 
Cuando yo salía de fiesta, hace como unos cien años, había bares que cerraban a las cuatro, cinco o seis de la mañana, la misma hora a la que abrían las panaderías u otros bares que empezaban el día dando almuerzos. Había fines de semana que terminábamos los días de fiesta como los empezábamos: comiendo.
Los tiempos han cambiado y los horarios de los comercios también, pero lo que creo que sigue igual son las ganas de comer algo entre horas cuando se sale de fiesta.
Yo no sé en vuestras ciudades, pero en la mía desde hace unos años han ido aumentando las máquinas de «vending». Vamos, las máquinas expendedoras de toda la vida. Pero no una aquí y otra allá, de refrescos y bolsas de patatas fritas, no. Las ponen de cuatro en cuatro y tienes casi de todo: refrescos, agua, patatas fritas, dulces, café, chocolates o infusiones, hamburguesas, bocadillos, tabaco, mecheros, condones, compresas, tampones, lubricante, pañuelos de papel y varias cosas más. 
Cuatro de estas máquinas las tengo a la vuelta de la esquina y la verdad es que se utilizan bastante: durante el día por la gente del gimnasio y del centro de estudios y por la noche por los que salen de fiesta y vienen a reponer fuerzas. Como soy de buen dormir no me supone un problema cuando me despiertan a las tres de la mañana (no es el caso de mi marido o mi hijo pequeño), simplemente me doy la vuelta y me vuelvo a dormir, no sin antes recordar lo cómodo que era poder ir a un bar a tomar algo sentado tranquilamente y sin que los vecinos de tres edificios se enteren de tu conversación. Aunque bueno, estoy segura de que a los que vienen a esas horas les importa bien poco que los demás escuchemos lo que tienen que decir.


lunes, 4 de julio de 2022

Son felices y no lo saben


Ilustración de @dori_sue. Instagram
 

Creo que menos para destruírlos, me apuntaría a cualquier actividad que tuviera que ver con libros, por eso esta semana pasada he estado ocupada en la comisión de libros del instituto de mi mayor. El AMPA creó un banco de libros para bachillerato y en estas fechas nos encargamos de recoger los que se prestaron para este curso y tomar reservas para el que viene.
Durante dos días he visto pasar frente a mí adolescentes de entre 15 y 18 años en situaciones diferentes: repitiendo, esperando notas de recuperación, pasando de curso o abandonando bachillerato.
Porque podría ser la madre de cualquiera de ellos y porque yo también he tenido la misma edad, no podía evitar mirarlos y sentir simpatía por ellos. 
Todos distintos y a la vez iguales iban viniendo. Unos como si no pudieran con su vida, casi todos con una sonrisa tonta, algunos con miedo en la mirada, valientes y echados para delante unos pocos, prudentes, inseguros y hasta coquetos otros cuantos.
Haber pasado por esa etapa me hace pensar que los entiendo, que sé lo que hay detrás de esas fachadas, esas poses y esos gestos. Mirarlos es verme a mí misma en aquella época en la que el coraje propio de la juventud me hacía creer que lo haría mejor que mis padres, pero no me dejaba reconocer que iba hacia delante por inercia, no porque supiera hacia dónde.
Mientras los observaba solo podía pensar en una cosa, en que son felices y no lo saben.