lunes, 13 de mayo de 2024

Salto

 
Imagen de Internet

 
Que algo me llame la atención es solo una primera toma de contacto en busca de más detalles que me ayuden a tomar una decisión.
No funciono así en todas las áreas de mi vida, pero sí con las lecturas.
En esta de la que os voy a hablar lo que captó mi interés fue que se desarrolla en un pequeño pueblo de Castellón y que el protagonista era repartidor de chucherías. Me pareció cercano lo primero y original lo segundo. Lo que me hizo decidirme fue que su sueño era el de sentirse escritor. 
«Sentirse» es la palabra que utiliza, no «ser»; eso me parece una diferencia muy significativa y un tema sobre el que se podría escribir mucho.

Miquel es un soñador que cree que no encuentra una historia que contar porque su vida no es lo suficiente interesante. Por eso, y aquí una muestra de lo novelero que es, no se le ocurre otra cosa que convertirse en escolta al servicio del Ministerio del Interior del Gobierno de España.
Cuando lo destinan a Navarra no imagina muchas cosas: que su nombre cambiará a Mikel; que un año después su mujer le dirá que prefiere ser una mujer divorciada a una mujer viuda; que aprenderá a matar.
Ahora que su vida es interesante y emocionante, no tiene tiempo para escribir ni control sobre ella. 
 
Las ilustraciones que acompañan a la historia son crudas, como la realidad que relatan. 

Imagen de Internet

 Esta novela no nos descubre nada nuevo, «solo» nos recuerda lo que todavía existe.


 

lunes, 6 de mayo de 2024

No. Me. Gusta. La. Gente

No me gusta la gente, de verdad, pero en los últimos tiempos no hago más que encontrar a personas que me hacen dudar de esto. No me gusta la gente, pero sí algunas personas. A otras las soporto. 
¿Odio a alguien? Por supuesto. Después de buscar en el diccionario el significado de la palabra, lo corroboro. Me niego a abandonar esta coraza que tanto me ha costado construir. ¿Dónde queda entonces todo el esfuerzo que he invertido en seguir adelante? Siento que he pasado de ser el Grinch a Papá Noel. Unas veces pienso que, de ser así, he perdido el tiempo. Otras, asumo que he evolucionado, como los Pokémon. Pero es que hay cosas que antes consideraba de iluminados y que ahora me creo.
La gente no cambia. Yo, he cambiado. Me siento tan segura como desconcertada ante estas dos afirmaciones.
 
Quien viva en una capital está acostumbrado a invertir una cantidad considerable de tiempo para desplazarse, pero yo no. El núcleo urbano de la ciudad donde vivo lo puedes cruzar en media hora andando, quizás un poco más, por eso significa tanto para mí que Chema y Dorotea (y Laura en su día) dedicaran la mañana del sábado a pasar un rato conmigo.
Hace casi cuatro años os hablé aquí de cómo imaginaba que sería quedar con algunas de las personas que he conocido gracias al blog. ¿Lo estaría manifestando sin saberlo?
 
Lo más importante de los casi tres días que pasé en Madrid a principios de abril es que estuve sola; ir de concierto, que hiciera buen tiempo, pasear, no perderme, visitar lugares preciosos e interesantes, volver a encontrarme con Chema y conocer a Dorotea... Todo suma, por supuesto, pero disfrutar de mi compañía, ir a mi ritmo y estar pendiente única y exclusivamente de mí, me ha sentado tan bien que ahora tengo la necesidad de repetir.

La única pega que le puedo poner al ratito que compartí con Chema y Dorotea es que me supo a poco. El resto: perfecto. Me lo pusieron todo tan fácil que todavía no encuentro palabras para agradecerlo. Creo que hacíamos un trío muy bien avenido y el ambiente fue agradable y distendido.
Nos recuerdo desde fuera y todavía me emociono. Me veo como una chiquilla nerviosa que todavía no se cree lo que está viviendo. Habladora como solo soy con alguien a quien conozco desde hace tiempo, y es que en realidad así era.
¿Tenéis un recuerdo vuestro en el que os guste lo que veis? A mí me gusta el que guardo de aquel día.



¿Por qué la foto de un bombón? Os preguntaréis (o no). Porque además de ser el mejor que he tomado en la vida, era tan dulce como todo lo que viví.