¿De qué otra forma podría haberte dicho, sin decirlo, que la próxima vez que vuelva será para tu entierro?
Habrá próxima, tristemente, y será pronto, más tristemente todavía.
Hacía mucho que no nos veíamos, y la verdad es que no lo lamento. La vida nos ha separado físicamente, pero eso no borra los recuerdos, la mayoría buenos.
Si hay una escala para valorar quien está sufriendo más en estos momentos el primer lugar lo ocupas tú, sin duda. Y en este punto en el que vivir es un sufrimiento continuo ¿es posible sufrir por lo que dejas aquí teniendo en cuenta todo lo que debe de estar sufriendo tu cuerpo?
Seguimos con la escala, los que ocupan los puestos que siguen al primero... yo no estoy en el segundo, ni en el tercero, y no me avergüenzo de decir que seguramente tampoco esté en el cuarto. Esos puestos los ocupan, con todo el derecho, y quizás no en este orden, tus hijos, tu marido, tus hermanas o hermano.
No quiero que cuando piense en ti lo que venga a mi memoria sea tu imagen en el hospital, tu falta de pelo, esa tos que a ti te ahoga mientras los que te hacen compañía aguantan la respiración hasta que recuperas el aire.
Quiero que mis recuerdos me hagan sonreír de nostalgia, escuchar esa risa tuya tan chillona, que parecía formar parte de una orquesta sin dirigir cuando te juntabas con tus hermanas. Esas palabras solo tuyas, que no hacía falta entender para saber lo que decías. Tus andares, tu ropa, tu casa, lo que te rodeaba. Tus muchos hijos y tus no tantos nietos (no por la calidad, ni mucho menos, sino por la cantidad).
Y con tu final empieza el nuestro, el de los que venimos detrás.
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