El martes de la semana pasada fue un martes de mierda. Un mal día que se empezó a estropear el lunes por la noche.
¿Y por qué espero ahora a escribirlo? Pues por lo que pasa siempre, que dejo pasar el tiempo, que busco las palabras, que no encuentro un buen momento... y al final el momento pasa.
Y es lo que siento ahora, que ya ha pasado todo, que no ha sido para tanto, aunque sigo pensando lo mismo. Y si me volviera a pasar (que pasará), volveré a sentirme igual.
De hecho empecé a escribirlo, a explicarlo, y me pareció demasiado largo, que iba perdiendo sentido mientras lo escribía, porque parecía que me estaba excusando.
Y bueno, que lo que en ese momento me pareció injusto, me sigue pareciendo igual, pero es lo que hay. Si no trabajas fuera de casa, estás para adaptarte al ritmo que marque la vida de los demás, y para improvisar ante cada cambio de última hora.
Así que sí, sigo pensando que tenía todo el derecho del mundo a molestarme. ¡¡Ojo!! que digo molestarme, no enfadarme, ni cabrearme, ni indignarme.
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