Todo empezó con el pollo con verduras.
A su espalda y vigilando lo que cocinaba por encima de su hombro le advertí:
—Ahí veo mucho caldo. Lo prefiero más seco.
Debí de darme cuenta que la falta de señales era la señal más clara de que algo no iba bien. No dijo nada, no se giró, ni siquiera se dignó a replicarme con la mirada como solía hacer. En silencio, eso sí.
—Bueno, esta vez te lo dejo pasar.
Estaba de buen humor y no quería que me amargara la cena. Menos mal que ya venía cargado del bar; la panza llena de pinchos y cervezas y los bolsillos de lo que le había sacado a la máquina.
Esa noche tuve un sueño espantoso, seguro que por culpa de la cena, porque los pinchos y las cervezas nunca me sientan mal.
Estaba yo sentado a la mesa, sin poder hablar, mientras no sé por qué teníamos de invitados a los vecinos del cuarto. Todos contentos y sonrientes, hasta Dolores, que siempre me recibe con la cara larga cuando llego justo para la hora de la cena.
Yo estoy ahí, de espectador, sin poder moverme ni hablar, viendo cómo se llevan a la boca el pollo con verduras que hay para cenar. En algún momento alguien dice que la carne está un poco seca.
—Como a mi Paco le gusta —dice Dolores mientras me mira.
Es en ese momento me doy cuenta de varias cosas; de por qué no puedo hablar, de que no es pollo lo que acompaña a las verduras y de que no es un sueño.
Mi Otra Yo
¡Guau! Un final terrorífico, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesitos.
Me alegro de que te haya gustado Noelia.
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Al menos incluye las verduras, como corresponde a una nutrición equilibrada.:)
ResponderEliminarComo él no se cuida, Dolores intenta que su marido coma sano, por lo menos en casa.
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Has escrito un corto muy bueno, con intriga , bien dirigido y el final misterioso, deja alguna que otra salida un tanto tétrica .Te felicito.
ResponderEliminarBesos .
Muchas gracias Campirela.
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Me ha encantado tu vertiente como escritora de terror. Y del sutil, nada de mostrar a lo bestia. La imagen del horror está fuera de plano o por lo menos nos la tenemos que imaginar nosotros. Besos
ResponderEliminarYo ahí lo dejo, después que cada uno imagine lo que quiera.
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Me da miedo preguntar por el postre...
ResponderEliminarLe puedes preguntar al marido de Dolores. Bueno, a él no, que no puede hablar.
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te has puesto en la piel del personaje masculino, siempre es interesante ver las cosas desde otra perspectiva. aunque en este caso, creo que él no sale muy bien librado. la próxima vez se lo pensará un poco más antes de cuestionar las habilidades culinarias de su mujer. ;)
ResponderEliminarbesos!!
Creo que ya no lo va a poder cuestionar, al menos utilizando la voz.
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Para que luego digan que el pollo a la plancha es sano ;P
ResponderEliminarSi el pollo es de dudosa procedencia mejor no comerlo XD
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Podría ser de Cuentos de la cripta. Terrorífico y efectivo.
ResponderEliminarBesos por dos.
Esperemos que él por lo menos haya aprendido la lección, aunque sea de malas maneras.
EliminarBesos de las dos.
El sueño mutó en pesadilla.
ResponderEliminarPor eso hay que estar atentos a nuestras acciones...
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Me quedado a cuadros. Algo en el primer párrafo me puso en alerta, como al narrador, pero aun así me pilló desprevenida. Te quedó estupendo, probablemente mucho mejor que la cena a Dolores. XD
ResponderEliminarUn abrazo.
La pobre Dolores se tuvo que conformar con lo primero que pilló por casa, ya hizo bastante.
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