Me hacía falta

El viernes pasado me fui a la cama, que no a dormir, antes que de costumbre. Cerré la puerta de la habitación, cosa que no suelo hacer, porque era lo más parecido a aislarme que podía permitirme en ese momento. No fue un día especialmente malo, pero tampoco mejor que otros.

Ya había decidido levantarme muy temprano al día siguiente para salir a andar sola y tenía bastante claro que sería un paseo de esos de caminar rápido, de alejarme.

A la hora en la que salí de casa no sobraba la manga larga que llevaba y se agradecía el aire fresco que ayudaba a despejarme. Aunque todavía era de noche se adivinaba que el día iba a estar nublado y eso me animó.

El paseo no fue lo que creí que necesitaba, sin embargo fue mucho mejor. La sensación de pesadez por el sueño que tenía al principio, el haber acertado al ponerme manga larga, el manto de nubes tapando el sol, el gris del mar, las gotas de lluvia que no llegaron a mojar. 
El espacio y el silencio a mi alrededor eran abrumadores en esos momentos y los saboreé sin prisa. También disfruté como si nunca lo hubiera hecho la música que me acompañó en los auriculares de vuelta a casa y que ayudó todavía más a aislarme de todo lo que quería alejarme.

Comparto con vosotros imágenes de esos momentos, ojalá os llegue aunque sea un poco de lo que me hicieron sentir.