"Los padres están para educar, y los abuelos para malcriar"
Siempre lo he oído y nunca lo he puesto en duda, pero desde hace casi nueve años que lo estoy comprobando, y últimamente teniéndolo más presente.
Aunque bueno, también hay casos y casos. Yo solo conocí a mi abuela materna y no la recuerdo como una abuela malcriadora (al contrario, me llevaba más recta que mi madre), pero la quise con locura y la recuerdo con nostalgia.
Pero es cuando ves a tus padres hacer con tus hijos cosas que contigo nunca han hecho cuando te das cuenta de que puede que ellos quieran recuperar el tiempo que no pudieron dedicarnos a nosotros, que también pueden ser tiernos y divertidos, y que se están resarciendo dándole a nuestros hijos todos los besos y abrazos que no nos dieron a nosotros.
A mi eso no me va a pasar, no me va quedar el remordimiento de los besos y abrazos no dados a mis hijos. No me va a quedar ni un "te quiero" sin decir.
Y me da la sensación de que es más fácil ser buena abuela que buena madre. Pero lo entiendo. Los abuelos de mis hijos, como padres, fueron todo lo buenos que pudieron, pero todavía son mejores abuelos.
Que duren muchos años esas cosas que hacen los abuelos y a los padres nos molestan tanto, pero que son la alegría de mis hijos. Que tenga que discutir con los niños para llevármelos de casa de sus abuelos en vez de tener que obligarlos a ir a verlos. Porque cada beso y abrazo que ellos reciben, los recibo yo también.
Tanto hay que agradecer a los abuelos. Empezaron a sacrificarse por sus hijos desde el primer instante y lo siguen haciendo a través de los nietos.
No tengo prisa por llegar, pero sí curiosidad por saber lo que pensaré y sentiré si algún día soy abuela.
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